miércoles, 30 de septiembre de 2015

CASTRO VALNERA

Esa semana de septiembre, el viernes concretamente, mi marido me preguntó que si ya había pensado a donde quería ir el sábado. Le dije que me apetecía hacer una media montaña. "Y eso ¿qué quiere decir?"- me contestó. Le conduje hasta la ventana (estábamos en la cocina), nos asomamos y le dije:"¿ves aquella montaña, la innombrable (con este nombre nos referimos a las porras del Mortillano?" "Sí, claro", "pues la mitad de eso" y no me dijo más.
El sábado, cuando ya podíamos marchar, me dijo:"pues si quieres vamos a Castro Valnera, por un sitio que es corto aunque costoso" Bueno, pues allá que nos fuimos. Subimos en dirección al puerto de Lunada, por la CA-643  y antes de llegar al mirador hay un puente pequeño sobre un riachuelo, el río Miera, en una curva a la izquierda, donde hay una placa en la pared dedicada a la memoria de alguien amante de la zona. Allí mismo se puede aparcar y se empieza a subir siguiendo la dirección del cauce del río, que nace un poco más arriba. Ahora baja poca agua:
Ya empecé yo a ver lo que me esperaba y preguntaba. Sí, sí, por ahí, me decía:
Enseguida se va tomando altura y vemos la carretera en zig-zag que sigue hacia Lunada, con el mirador en el saliente (en la foto, señalado):

Llegamos a una solitaria cabaña y nosotros continuamos en la dirección del cauce del río, que a esa altura ya no tenía agua:
Íbamos siguiendo caminos hechos por el ganado, contemplando alguna planta que nunca habíamos visto, entre brezos:

Antes de empezar la CUESTA hay que cruzar al margen izquierdo del río y seguir subiendo:


Al mirar hacia atrás, la contemplación del paisaje a lo lejos, te pone en paz con el mundo (y con el chaval, jajaja). El valle del Miera:

Si miras a tus pies, piensas en ese valle lleno de agua en el mes de abril, por ejemplo, y que ahora luce tan seco. Parece mentira que aquí, probablemente, se alcancen los máximos pluviométricos de Cantabria, más de 2000 l. por m² al año, con, además, copiosas nevadas:
Y subir. Y seguir subiendo. Con mis pensamientos. Porque ¿qué parte de "media montaña" no entendió mi marido?:

Después de mucho subir, por ese final de cuesta tan herbosa, llegamos a la cresta. Aquí enlazamos con otra ruta que viene desde el alto de Lunada. Nosotros intentamos llegar a Castro Valnera por esta ruta hace años, mi hija era pequeña, pero no pudimos acabarla porque hacía mucho viento y era peligroso. Seguimos hacia la derecha, dejando a nuestra espalda el Pico la Miel:

A partir de aquí ya vimos flechas verdes pintadas en las rocas, que marcaban el camino:
Ya teníamos visión hacia la parte de Burgos, con la carretera que llega a la estación de esquí de Lunada muy blanca y visible:
También teníamos muy buena perspectiva del Picón del Fraile (1632m.), donde se veía, entre nubes, la gran bola con el radar de control de todas las aeronaves que pasan por la zona. Se trata de un acuartelamiento militar aéreo, el Escuadrón de Vigilancia Aérea nº 12, inaugurado en el 2001:
A partir de aquí ya no había tanto desnivel, había bajadas y subidas, siempre sobre la cresta divisoria, pasando por un collado donde hay una torca enorme que todavía mantenía un poco de nieve.
Unas veces pasábamos hacia la parte de Burgos, mucho más tendida:
Cruzábamos saltando entre piedras:
En la vertiente cántabra, los cortados eran verticales:
Después de varias antecimas, que sirvieron de regodeo al muchachote, que siempre me decía que ya llegábamos, vimos Castro Valnera al fondo:
3 horas de subida, alguna renegando y el resto, que desde luego  es lo que ahora mismo recuerdo, de disfrute total. La sensación de llegar tras un esfuerzo importante, no lo puedo describir con palabras. Satisfacción plena. Orgullo absoluto. Fui capaz:
El Castro Valnera con sus 1707 m. de altura es la montaña más alta de las pasiegas, de la parte oriental de la Cordillera Cantábrica. Después del macizo de Alto Campoo, no encontramos otra cumbre más alta hasta los Pirineos. Hay un mojón del Instituto Geográfico Nacional (o lo que queda de él) y un buzón alpino. Mira que contentuco está él, en lo más alto, con cara de pensar ¿no querías media montaña? jajaja:
Allí comimos y mientras empezó a subir una densa niebla por la cara norte:
Al final la niebla se extendió y tuvimos algún problemilla para encontrar el camino de vuelta en algún punto, pero ahí estaba la serenidad y el sentido de orientación de mi maridito (a estas alturas ya no le cambiaba por nada), que me llevó a buen puerto tras 1,5 horas de bajada.
Un día precioso, que después de mucho tiempo sin hacer rutas de montaña, me devolvió la confianza en mi misma. Así que sólo puedo decir: gracias cariño, por tu paciencia y por todo lo demás. Intentaré continuar a tu altura (bueno, casi) y acompañarte en estas excursiones que sé que te gustan mucho.


viernes, 25 de septiembre de 2015

MONTE CANDINA: OJOS DEL DIABLO

El Monte Candina o Solpico es la mole más impresionante del litoral cántabro con sus 489 m. de caída al mar. Está entre Liendo y Oriñón. Si vamos por la N-634 dirección Bilbao, dejamos el coche en un pequeño aparcamiento-área de descanso, un poco antes de la salida hacia Sonabia-Oriñón (en la autovía, salida 162 en Liendo y continuar hacia Bilbao durante 1 km. más o menos).
El caso es que allí hay un cartelito explicativo con las diferentes rutas que se pueden hacer en este monte. Todas comienzan allí mismo y después se van bifurcando. Nosotros hicimos la de los Ojos del Diablo o Arcos de Llanegra. Es corta y bastante fácil. Ya la habíamos hecho hace unos cuantos años pero no nos importó repetirla porque es muy bonita.
Nada más empezar hay que cruzar un portillo y después se sube por un camino bien marcado, entre árboles:
El sendero en esta primera parte tiene buenas subiditas: 
 Enseguida, al mirar para atrás, vemos la altura que ya vamos tomando. Por algún claro vemos la autovía y detrás la Cordillera Cantábrica:
 Llegamos a un collado viendo cómo el paisaje cambiaba por completo. Dejamos atrás las encinas, las hayas,...y comienza el bosque bajo, rocoso. Al empezar a bajar, rodeados de brezos, intuimos el zigzagueante camino en la ladera de la siguiente subida: 
 Por una esquina del relieve kárstico que nos rodea alcancé a ver a alguien haciendo parapente, mi sueño: 
Desde la otra ladera y tras pasar la primera hoya del camino, nos dimos cuenta de la cuestita que acabábamos de bajar:

 La autovía se asomaba en algún punto del recorrido, tan cerca... y tan lejos que nos sentíamos ya del ruido del tráfico...:

Aquí la solitaria encina parecía no poder con la gravedad o con los años (y el hombretón empujando, a ver si se acababa de caer, qué malo):
Después de allí no habrá nada...
Ya se ve el mar!!! Hemos pasado del verde bosque al blanco de la roca caliza pasando por un cielo blanquecino para continuar con un mar azul bajo un horizonte que por momentos va tomando prestado su color. Con estas vistas nos pusimos a comer. Todo tipo de relieve y de paisaje ante nuestros ojos:
 Y los buitres sin perdernos de vista. Aquí hay una colonia de buitres leonados, la única en todo el litoral español, que es, además la que está más cercana al mar de toda Europa, conviviendo con buitres blancos:
Continuamos subiendo por un otrora camino minero, con restos de muros de piedra por donde circulaban las vagonetas de esta antigua explotación minera. Enseguida vimos la ladera que por ese lado caía suavemente hasta el mar. Varias alas de colores planeaban por los alrededores, disfrutando doblemente:
Las formaciones calcáreas nos acompañaban, dibujándose sobre un cielo ya pleno de color de mar:
Una vez pasada la bifurcación hacia la cima del monte Candina, nosotros hacia la derecha, nos encontramos en la hoya de Llanegro, conscientes de que nuestro destino estaba cerca: los Ojos de Llanegro o del Diablo ya casi nos miraban:
Y esto nos encontramos, unas peñas horadadas, una sobre todo, la otra pasa más desapercibida, a través de las cuales avistamos la famosa ballena, enmarcándola:
Con los tejados rojos de Sonabia e Islares al fondo, al otro lado del mar:
Subiendo por la izquierda de la oquedad nos asomamos a una especie de muro natural que se levanta en picado sobre la rojiza playa de Sonabia, donde nudistas y no nudistas conviven en paz:
La foto con el ventanal no podía faltar. Tengo muchas fotos con el mar detrás de mí, pero nunca como en esta vi tan clara la armonía entre el mar y Mar (que soy yo), es la imagen que explica el nombre de mi blog, incluso sin necesidad de palabras:
Tras un buen rato de disfrutar de la tranquilidad del paraje, del vuelo-exhibición de los mismos buitres que primero nos miraban impertérritos encaramados en lo alto de la roca, volvimos sobre nuestros pasos, intentando recorrer un poco del camino hacia la cima de Candina pero no estaba muy fácil y el tiempo se nos echaba encima, así que decidimos volvernos, no sin antes asomarnos a esto:
La vuelta es muy rápida, con lo cual pudimos acercarnos hasta el pueblo de Sonabia (una vez en el aparcamiento, salimos otra vez a la N-634 y un poco más adelante, en dirección a Bilbao, está la entrada). Desde aquí se ven los Ojos de frente y entiendes el porqué del nombre, dan como miedo ¿no os parece?
Así acabamos nuestra excursión del sábado, bien bonita.


miércoles, 23 de septiembre de 2015

TARTA DE QUESO AL HORNO

En mi casa siempre se ha hecho una tarta de queso que no necesita horno y que, por cierto, ahora me he dado cuenta de que no he publicado la receta. Pero tenía ganas de hacer una de horno y aquí podéis ver el resultado. A algunos miembros de la familia les ha gustado esta más que la otra y a otros no. Cuando la vuelva a hacer la pondré aquí y ya me diréis.
Ingredientes:
-Para la base:
  • 300 gr. de galletas tipo María (o Digestive).
  • 150 gr. de mantequilla.

-Para la tarta:
  •     3 huevos.
  • 150 gr. de azúcar.
  • 1/2 kg. de queso de Burgos o queso tierno.
  • 125 ml. de nata líquida.
  •   75 gr. de harina.
  • Ralladura de 1 limón.
  • Mermelada de frambuesa (opcional).
Para hacer la base trituramos las galletas (yo lo hice con la picadora de la batidora, en dos tandas) y mezclamos con la mantequilla fundida. 

Extendemos la mezcla en la base de un molde desmontable, subiendo un poco por las paredes, y lo aplanamos bien. Lo metemos un poco al horno precalentado (yo, a veces, lo meto al frigo en lugar del horno), el caso es que endurezca.



Separamos las claras de las yemas.


Ahora ya, batimos las 3 yemas con la mitad del azúcar, 75 gr., hasta que blanqueen. Añadimos el queso partido en trozos y la nata (yo siempre uso la que sirve para montar y cocinar, pero sería la de montar, aunque no hay que montarla). Agregar la harina y la ralladura de limón. Reservar.






Montamos las claras a punto de nieve con los otros 75 gr. de azúcar.









Lo mezclamos con la crema reservada, con movimientos envolventes para que no se bajen las claras.










Lo vertemos en el molde.







Metemos el molde al horno a 180º C. durante unos 40 minutos (comprobar con el palillo a ver si al pincharlo sale limpio). Tiene que quedar dorado por encima, si vemos que se nos tuesta demasiado, lo tapamos con papel de aluminio.




Desmoldar cuando esté frío. Se puede acompañar de mermelada de fresa o, como en mi caso, de frambuesa, al gusto de cada uno y, en lugar de cubrirlo, lo puse al lado, para que cada uno se sirviese lo que quisiera.
Y...A COMER!!!!