martes, 23 de junio de 2015

MERLUZA EN SALSA VERDE

Con la merluza podemos hacer muchas recetas y a cual más ricas. Esta que os propongo hoy es muy sencilla y para cuando nos reunimos gente es muy agradecida, ya que da mucho de sí y se puede hacer con anterioridad, pudiéndose calentar a la hora de comer. Yo sólo tengo un problema: a mi hija no le gusta mucho la merluza en cualquiera de sus variantes, pero....

Ingredientes:
  • 1 merluza (esta pesaba 2,5 kg.).
  • 1/2 kg. de almejas.
  • 1 vaso de guisantes (en este caso congelados).
  • 2 dientes de ajo.
  • Perejil.
  • Harina.
  • Caldo de pescado (o pastilla de caldo concentrado).
  • Sal y aceite.
  • Vino blanco(opcional).

Lo primero purgaremos las almejas en abundante agua con sal durante una hora por lo menos (si son 2 mejor, mayor seguridad, aunque no suele ser necesario. Si vamos con prisa también podemos dejarlas sólo mientras vamos haciendo el resto, ya que después las abriremos al vapor). 
Transcurrido ese tiempo, las lavamos al grifo y las ponemos en una cazuela con un poco de agua (o de vino blanco si os gusta, yo es que no soy de vino blanco, pero dicen que le va muy bien) hasta que se abran y rápidamente las vamos sacando con una espumadera. Esto lo hacemos para asegurarnos de que no hay ninguna muerta llena de arena, que nos destrozaría el plato. El líquido de la cazuela lo colamos y reservamos para la salsa.
Ahora trocearemos la merluza (que nos habrán limpiado en la pescadería y habremos lavado un poco) en rodajas no muy finas, como de 2-3 cm. y las echamos sal. Después picamos el ajo y el perejil finamente.  
En una cazuela bajita, si es de barro mejor, echamos un chorro de aceite, sofreímos un poco el ajo y cuando empieza a dorarse echamos 2 cucharadas de harina, lo movemos con cuidado de que no se queme la harina durante un minuto y añadimos el líquido reservado de las almejas y el caldo de pescado: en este caso yo había hecho un caldo con la cabeza de la merluza, un casco de cebolla, puerro, zanahoria y perejil, lo cocí 20 minutos, lo colé y lo reservé, pero si no tenemos caldo, echamos agua con una pastilla disuelta, o agua simplemente. Lo movemos para que se forme la salsa y cocemos hasta que vaya espesando. Comprobamos de sal, que va a depender del líquido que hayamos echado. 
Añadimos los guisantes, los cocemos un poco.
Ponemos las rodajas de merluza. Nos tienen que quedar cubiertas de salsa. Cocemos durante 3 minutos moviendo la cazuela para que no se pegue. 



Damos la vuelta a la merluza. 
Ponemos las almejas por encima y espolvoreamos con el perejil.
Lo dejamos otros 3 minutos moviendo la cazuela. 






Y... A COMER!!!!
También se puede adornar con huevo cocido o con espárragos, la merluza admite muchas cosas. ¿Cómo la soléis cocinar vosotr@s?

jueves, 11 de junio de 2015

AJO Y LA OJERADA

En esta ocasión, que no fue este último fin de semana, sino el anterior, me interesé por ver algo de la costa centro-oriental de Cantabria, por aquello de ir cambiando, y descubrí unas fotos un tanto curiosas, de un sitio del que nunca había oído hablar pese a que queda bastante cerca de mi casa, y claro, eso había que solucionarlo. Se trata de lo que llaman La Ojerada y está en Ajo, un bonito pueblo costero. Sí que conocíamos el pueblo, donde solíamos ir a comer paella (hasta que mi cuñado las mejoró), sus playas, su faro,..., pero La Ojerada, pese a que está muy cerca del faro, ni siquiera sabíamos de su existencia. Ya que íbamos, busqué alguna opción para andar un poco y la ruta que hicimos fue un acierto total, os lo recomiendo!!! 

Dejamos el coche junto a la parroquia de Ajo, la iglesia de San Martín de Tours, construida entre finales del S. XVI y principios del XVIII, de estilo renacentista con algún elemento gótico y que está en el llamado Barrio de Ajo. Tiene 3 naves y 4 capillas adosadas y en su altar mayor guarda un retablo romanista del S. XVII:
Desde allí nos fuimos hacia el Barrio del Convento (a la derecha de la iglesia, según se ve la foto, hay un indicador hacia la ría), cruzando la mies de Ajo.
Llegamos al Convento de San Ildefonso, que tiene una parte muy deteriorada y otra, la iglesia, reformada, a mí me encantó el campanario, espero que mantengan su sencillez:
Nada más pasar el convento tirando hacia la ría, hay un camino que baja y enseguida empieza la senda que vamos a seguir: se trata de la senda de la ría de Ajo, donde desemboca el río Campiazo. Encontramos una portilla de madera (la primera de las muchas que vamos a encontrar en el camino, y que siempre hay que cruzar, unas más facilmente que otras, también es verdad, jajaja):
A lo largo del camino vamos bordeando la ría, zona de Especial Protección para las aves. En algunos puntos podemos bajar hasta el agua y disfrutar con todos los sentidos (ya sabéis que yo en estos sitios los dejo a su libre albedrio, que disfruten, jajaja), porque... ¿qué otra cosa podemos hacer aquí?
Si nos encontramos con estos dos en una pelea un tanto extraña (cangrejo A corría hacia cangrejo B, pero justo cuando parecía que se le iba a comer con patatas se volvía más rápido todavía y volvía a empezar), ¿qué vamos a hacer?... pues mirarlos a ver qué pasa:
Y si un poco más adelante, mi marido me enseña esto, una higuera cuyo tronco se ha ido adaptando a las irregularidades del terreno, mostrando unas formas que parecen de ciencia ficción, ... pues nos damos cuenta que la naturaleza no deja de sorprendernos:
Continuamos bordeando la ría por senderos bastante bien marcados, llegamos a otra bajada a una especie de playita, donde decidimos comer (el tentempié ya le habíamos tomado antes de llegar al convento, siempre hay que prevenir mejor que lamentar...). Aquello me pareció el paraíso: el olor al mar que ya intuíamos cercano, aunque todavía no veíamos, el agua limpia, clara, fresca pero no helada, la arena, que se iba zambullendo rápidamente en el agua por el efecto de la subida de marea, el cielo que no podía estar más luminoso, una playa enfrente, bajo un monte escarpado y que parecía de muy difícil acceso, el silencio, roto únicamente por el trinar de algún pajarillo,...
Un poco más adelante ya veíamos el final de la ría:
Continuamos por el borde, disfrutando de las preciosas vistas, unas veces a ras de agua:
Otras, desde más en alto, pudiendo obtener esta maravillosa imagen de los últimos metros de la sinuosa ría antes de fundirse con el mar, con las playas de Isla enfrente (esta que se ve es nudista y a su izda. está la de La Arena):
Así continuamos, deleitándonos con las increibles vistas, en dirección a la urbanización La Sorrozuela. Hay que bajar unas escaleras, atravesarla, continuar por la derecha, siempre lo más cerca posible de la costa hasta subir a la parte más alta de la misma, donde está la casa con el número 1. Volvemos a entrar en un prado y, enseguida, ya estamos bordeando el Mar Cantábrico, mi mar:
Y de repente esto!!! ¿te puedes imaginar la vida de estos burritos en un sitio mejor?:
El agua, al fondo, tenía un color que invitaba a ...
Rodeando las distintas formas que el mar ha ido dibujando en la costa, y ya teniendo el cabo a  la vista, nos encontramos con esta pequeña gruta:
Seguimos por su derecha hacia el cabo, o lo que pensábamos que era el cabo. Desde allí podíamos ver el prado de los burros por donde acabábamos de pasar, y al fondo, la playa de La Arena:
 Desde aquí nos dimos cuenta que, quizás, lo más sobresaliente de la costa estaba un poco más allá; la verdad es que no lo tengo muy claro todavía, porque he buscado fotos en la red y salen del sitio donde estoy para hacer esta foto, pero allí enfrente quedan restos de algo que nos hizo pensar que fuera un mirador en el cabo, no sé...:
 Esos restos, una mini-plataforma sobre un saliente, es lo que se ve debajo de mi sombra. Lo mejor, la transparencia del agua:
Caminando hacia este saliente nos encontramos con la Ojerada, un doble túnel que permite el paso por debajo del acantilado:
 No me negareis que la forma no es un poco como sobrenatural, como de un monstruo o... ¿tal vez una roca con antifaz? 
Al cruzar al otro lado, se puede oír el rugido del mar a través de los sifones y supongo que también se podrán ver los chorros de agua salir por las grietas cuando haya una pleamar potente. Por la parte de dentro, la mirada del monstruo nos sigue... 
Parecíamos reflejados en sus pupilas:
Después de pasar un rato regodeándonos en semejante espectáculo, seguimos la marcha hacia el faro, ya muy cercano:
Al verle de cerca me vino a la memoria que hace algún tiempo, en mi época de EGB (que yo también fui), dibujé este faro. Qué curioso, nunca había pensado en ello:
A partir de ahí el relieve costero cambia, con bajadas en diagonal hasta el mar: 
Donde la erosión ha hecho su trabajo, alisando la roca como para que el agua se pueda deslizar por ella como si de un tobogán se tratara:
Aquí los insectos también tienen un colorido extraño. Veía volar una especie de avión-mariposa rojo (nunca antes) y claro, tenía que recoger la imagen para la posteridad. Tras un rato de paciencia y seguimiento se posó. ¡Y allí estaba yo con mi camarita!. Primero me pareció que lo rojo eran lunares, pero no, eran corazones!!!
¿Qué decir de esta panorámica?:
Hasta ella se quedó mudita (como para decir algo, con la calidad de vida que tiene...). Al fondo el faro de Cabo Mayor, en Santander:
El mar, en su afán erosivo parecía dar bocados en busca del faro. ¿O sería un monstruo?:
Creo que ese mismo monstruo subió a tierra firme por aquí, o, tal vez, se deslizó a las profundas aguas tras admirar el paisaje desde estos acantilados, no sé, estoy llena de dudas...:
Así continuamos por el borde costero hasta donde pudimos. Luego salimos a una carretera y ya nos dirigimos al coche, pasando por algunos de los edificios que conforman el conjunto monumental de Ajo como la casona de Llabad Camino con su magnífica portada y la ermita de S. Juan Evangelista (completamente en ruinas):
O por la Casona de Carre, también del S. XVII con su torre de 3 plantas y la casona adosada:
Y ya, por la calle principal de Ajo, donde están los principales comercios, llegamos otra vez a la iglesia parroquial, donde teníamos el coche. En total hicimos algo más de 13 km. pero hay otras opciones más cortas, dejar el coche en el convento, por ejemplo.
Nos faltó llegar hasta la playa de Cuberris y después pasar por la ermita de S. Pedruco, pero el día no nos dio para más. Nos queda pendiente.
Una excursión preciosa, si tenéis ocasión no dudéis en hacerla, no os arrepentiréis!!!! Ah, y después nos lo contáis!!!




martes, 2 de junio de 2015

MEJILLONES SIN VALVA

Ya sé que esta no es la mejor época para los mejillones (yo siempre he oído que la temporada buena son los meses que llevan "r"), pero fui a comprar unos pocos para un arroz y me regalaron un kg. así que como tenía unos cuantos y no tenía ganas de limpiarlos con mucho esmero, busqué una receta con mejillones sin valva y que dé algo de sí, porque sin la concha se quedan en "na". Encontré esta, la he hecho, claro, a mi manera, y nos ha encantado.

Ingredientes:

  • 1,5 kg. de mejillones.
  • 1 cebolla pequeña.
  • 1/2 pimiento verde.
  • 1 diente de ajo.
  • 2 patatas medianas.
  • 2 cucharadas de tomate frito casero.
  • Queso en lonchas que gratine bien.
  • 2 cucharadas de harina (bechamel).
  • 1,5 vasos de leche (algo menos de 1/2 l.)
  • Aceite y sal.
Lo primero limpiamos los mejillones un poco, quitándoles lo más gordo y les lavamos bien. Los ponemos a cocer al vapor en una cazuela tapados (yo no pongo agua ni nada), justo hasta que se abran. Les quitamos las valvas y cortamos los filamentos que a veces quedan adheridos. Los reservamos.
Picamos la cebolla, el ajo y el pimiento en trozos pequeños y los mejillones por la mitad.




En una cazuela ponemos un chorro de aceite y añadimos la cebolla, el ajo y el pimiento verde. Echamos un poco de sal y lo rehogamos. 










Cuando esté pochado ponemos los mejillones y el tomate frito. Lo cocinamos todo junto unos 10 minutos más, tapado. Reservamos.






En una fuente (apta para horno y microondas, yo de pirex) ponemos las patatas cortadas en rodajas, regamos con un poco de aceite, un poco de sal y un poco de agua y lo metemos al microondas durante 5 minutos, lo sacamos, movemos las patatas y lo metemos otra vez. Yo lo tuve otros 3 minutos, pero dependerá de la patata. Tienen que quedar bien hechas, blanditas.


Mientras, hacemos la bechamel: en un poco de aceite (o mantequilla) rehogamos las 2 cucharadas de harina, vertemos la leche, movemos con las varillas hasta que se deshaga bien la harina (a mí me quedó un poco grumosa, pero no importa) y espese la salsa, echamos un poco de sal (y nuez moscada, opcional).






Cuando estén las patatas, ponemos por encima la mezcla de los mejillones, lo cubrimos con las lonchas de queso










y napamos con la bechamel.










Lo gratinamos unos minutos en el horno, hasta que se dore la superficie (a mí igual se me pasó un poco, aunque al comerlo no se notaba nada,  puse demasiado calor, lo tuve a 250º).





Así contado igual parece un poco lioso, pero se trata de:
  1. Pochar bien la verdura con los mejillones.
  2. Hacer las patatas en el microondas.
  3. Hacer una bechamel.
  4. Montar por capas: patata, mezcla de mejillones, queso y bechamel.
  5. Gratinar.

Y...A COMER!!!

Está realmente riquísimo, muy suave y sabroso. Animaros y me contáis!!!