jueves, 30 de julio de 2015

COMILLAS

En mi afán por patear el litoral de Cantabria, esta vez nos dirigimos a Comillas, y...¡¡¡ con una invitada especial!!! Ella venía con ganas de playa, pero los pronósticos del tiempo no eran demasiado halagüeños, la verdad, así que ella misma nos propuso ir a Comillas a andar un poco. Pues nada, lo que la niña quiera, jajaja.
Comillas es un pueblo con muchas cosas para ver, con muchas curiosidades a lo largo de su historia, por ejemplo, ¿sabíais que fue la primera localidad española donde se instaló el alumbrado público y el primer pueblo cántabro donde se instaló el teléfono? También aquí se instaló el primer camping de Cantabria. Pueblo muy interesante, sin duda.
Cuando llegamos a Comillas la verdad es que hacía bastante bueno, por lo que les propuse quedarnos en la playa (íbamos preparados para cualquier eventualidad, jajaja), pero no quisieron. Aparcamos al lado del cementerio antiguo, declarado monumento desde 1983, donde se erige "El Ángel Exterminador", muy típico de Comillas.
Comenzamos nuestra andadura por una carretera que va hacia arriba, en dirección al cementerio municipal, no pudiendo evitar entrar, por ver si tenía algo que ver con el otro cementerio. Desde luego, en cuanto a la construcción, nada, pero la situación es privilegiada, entre el mar y la Universidad Pontificia: 

Seguido nos encontramos con un cruce, en lugar de subir hacia la Universidad Pontificia de Comillas, hoy sede de la Fundación Comillas, continuamos por una carretera que sigue hacia la derecha, baja un poco, llegando a una ensenada rocosa, donde nos llamó la atención unos postes metálicos con poleas y cables, que no habíamos visto nunca. También los vimos más adelante y en principio no sabíamos qué era. Ya se nos ocurrió que podía ser para subir algas. En efecto, ya me informé: se utilizan para subir la caloca (algas rojas) en los meses de otoño e invierno.
Después hay un pequeño repecho, en cuanto pudimos nos metimos por un prado hacia la costa, para llegar a la Punta Lumbreras:
Ampliando la perspectiva:
A partir de aquí, continuamos lo más cerca posible de la costa, atravesando prados y lo que se nos ponía por delante, yo ningún problema, tengo práctica, jajaja:
Continuamos hasta la Punta Cambarro:
Y... no podían faltar. Tan curiosas, tan protectoras, tan ...
Pequeños entrantes en el acantilado y gracias a que la marea estaba baja, pudimos disfrutar de paisajes rocosos como estos:
Al fondo ya veíamos el cabo de Oyambre, en el que ya estuvimos y os lo conté aquí, cuando visitamos la Ferrería de Cades:
El agua estaba cristalina, podíamos ver las rocas del fondo con total nitidez. Había recodos, pequeñas calas, de difícil acceso. Nos acercamos a las pocas casas que hay en esta zona, pensando en los pros y contras de vivir en ellas:
A la otra parte de esa casa roja está ya la ría de la Rabia. Esta vez bajamos hasta unos restos de antiguas piscinas, que fueron utilizadas como criaderos de langostas:
Mis amores con la playa de Oyambre y el final de la ría, de fondo:
No podía dejar de hacer la foto de la lengua de arena al final de la playa, la que me sigue decepcionando por el color. Aquí he puesto un filtro (cosa que nunca hago porque me gustan más las fotos con el color natural) para hacerme a la idea de cómo estará en invierno, que yo he visto fotos así:
Desde aquí ya nos salimos a la carretera principal de Trasvía, llegando hasta la iglesia de San Andrés. Ahí preguntamos por un bar cercano y nos indicaron hacia abajo, al restaurante Mirador de Trasvía. Tomamos el aperitivo, comimos y tomamos el café muy a gusto, la verdad:
Volvimos a la iglesia para seguir por la carretera unos 100 m. más, antes de coger una desviación a la izquierda. Aquí mis chicos aprovecharon un momento de distracción por mi parte (haciendo fotos, claro), para echarse una siestuca, jajaja: 
Un poco más adelante pasamos por un parque, el Arboretum de Joyuco, bonito lugar para descansar o comer. Continuamos por unos sendas entre árboles con muy buena sombra:
Al final llegamos a pasar por detrás del Seminario Pontificio, actualmente en obras:
Mi marido nos contó, que cuando él jugaba al futbol, de chaval, alguna vez jugaron en un campo que había allí, donde la banda del campo era la pared de uno de estos edificios. Ese día me vi mal para hacer una foto en la que no se vieran cables de la luz, escombros, andamios, redes, ..., me parece una pena que no cuiden más esos detalles, sobre todo en esta época en la que hay muchos turistas y estamos hablando de un lugar emblemático, pienso que las obras, que claro que hay que hacerlas, se pueden proteger con cierto estilo, el lugar lo merece:
Detalle de la fachada posterior:

Y así volvimos al cementerio nuevo del principio. Continuamos hasta el coche, cogimos los bártulos de la playa y seguimos andando en dirección a la Punta la Moira:
No llegamos hasta la misma punta, sino que seguimos hasta llegar a unas escaleras que bajan al rompeolas Brumas Norteñas:
Buen sitio para tomar un respiro y dejarse inundar por el aroma del mar, mi mar:
Descanso de mi guerrera:
El papi también tuvo su momento de relax. ¿En que pensaría? ¿en sus próximas vacaciones? ¿en los sitios donde me va a llevar? ¿en si me vuelve o me deja allá, como amenaza?... un penique por tus pensamientos!!!
Atravesamos el rompeolas hacia la Punta de la Guerra y seguido bajamos unas escaleras hacia el puerto para dirigirnos a la playa:
Nos dimos un refrescante baño, descansamos un poco, comimos un helado y nos volvimos para casa, para cenar una barbacoa con la familia. No se puede disfrutar más en un solo día!!!
Aquí os dejo el mapa con la ruta que hicimos marcada, en total algo más de 8 km. muy cómodos de andar, aunque la parte que anduvimos más alejados de la costa me resulta siempre más tedioso.


Nos queda pendiente ver la parte monumental de Comillas: El Capricho de Gaudí, el palacio de Sobrellano, la Universidad Pontificia, ... Tenemos previsto hacerlo el próximo otoño.

viernes, 24 de julio de 2015

SUANCES: SUS PLAYAS Y SUS ACANTILADOS.

Esta vez tocó Suances, por aquello de ir cambiando de zona. Es un pueblo también costero, en la parte occidental de Cantabria, que ya conocíamos un poco por encima: la playa, los restaurantes de la zona del paseo marítimo y poco más. Íbamos a caminar un poco por su costa, ver sus acantilados. 
Cuando empezamos el cielo estaba nubladillo, perfecto para andar. Aparcamos al final del paseo marítimo, en un prado que han habilitado para tal fin, en la zona del puerto. Y por cierto, gratis!!! Deberían aprender otros ayuntamientos de costa que están poniendo un tanto difícil (léase caro) lo de ir a la playa.
Desde aquí, rápidamente estábamos en la playa de la Ribera, bañada por la ría de San Martín, desembocadura del río Saja.
Nos dirigimos hacia la izquierda. Comienza el paseo de la playa de la Concha, con sus originales accesos:
Enseguida nos asomamos a la playa para situarnos y ver hacia donde debíamos dirigir nuestros incansables pasos, jajaja, en la foto, al fondo a la derecha:
Continuamos por el paseo hasta el final de la playa, donde nos encontramos con una competición deportiva: el II Circuito del Cantábrico de Rugby Playa, que se celebra en 3 torneos, concretamente en Noja, en Suances y en Santoña. Aquí, en Suances participaron 24 equipos masculinos y 16 femeninos. Pila de juventud y muy animoso, la verdad.
Ya entramos en la playa para dirigirnos a unas escaleras que suben hacia la carretera que va hacia el faro (en la foto anterior ya se puede apreciar la subida):
Desde esas escaleras la vista de la playa inspiraba serenidad, tras el griterío de los deportistas:
Estas tranquilas aguas permiten realizar otros deportes como el paddle surf:
La panorámica...:
Al final de la escalera y un poco más de subida entre urbanizaciones, llegamos a la carretera que llega hasta el faro. La cruzamos y nos asomamos justo encima de la famosa playa de Los Locos. Aquí las aguas ya no son tranquilas, están abiertas al mar Cantábrico, esto no es la bahía de la playa de la Concha. Aquí son los surfistas los que encuentran su paraíso:
Nos dirigimos hacia la derecha, por encima de esta playa, pasando junto a la Estatua de los Vientos (en la primera foto de este post), con la cual me identifico totalmente: Yo sería feliz donde está ella y, probablemente, me pondría en esa postura con frecuencia. Es una figura muy expresiva, situada en un mirador desde donde los atardeceres o los días de mar brava, han de ser un auténtico espectáculo.
Continuamos hacia el este, asistiendo a esta visión de la playa de los Locos:
Seguimos un sendero hacia la Punta del Dichoso, con un vértice geodésico levantado sobre los restos de una garita de vigilancia. Desde aquí, mejor en un día más despejado, y aunque en la foto no se aprecia demasiado bien, se alcanzan a ver los Picos de Europa. También vemos nuestro próximo destino, la Punta Ballota:
Asomarse al acantilado nos ofrece algo como esto:
Avanzando hacia el este, llegamos al Faro de Suances:
Bajamos por la carretera pasando por la Punta del Torco, que estaba cerrado y que actualmente lo han rehabilitado para exposiciones, cursos,...;
Continuamos, cerrando el círculo. Nos volvimos a asomar a la playa de Los Locos, disfrutándola, esta vez desde el otro lado, con la vista de la Punta del Dichoso:
Proseguimos nuestro paseo, teniendo que ir por la carretera para pasar un restaurante, hasta llegar a una senda peatonal. No podíamos seguir por el borde de la costa puesto que hay un par de fincas ganaderas cerradas, que lo obstaculizan. Esto no impide que el camino se acerque a la playa de la Tablía, cuyo acceso por un empinado sendero se me antoja complicado, apreciada también por los surfistas pues es de fuerte oleaje:
A partir de aquí, seguimos por la senda peatonal, hasta llegar a un barrio a la derecha, por el cual nos metimos otra vez en dirección a la costa, en busca de la Punta Ballota, atravesando prados, tierras de panojos,...:
Y llegamos. A la misma punta:
Aquí comimos, con estas vistas hacia la playa de Los Locos.
Seguimos. Tan pequeños...:

No podían faltar. Tan lustrosas. Tan felices. Tan confiadas:
No podíamos dejar de maravillarnos:
Donde el mar acariciaba a los abruptos acantilados:
Donde el mar jugaba con el horizonte haciendo "eses" y mezclando sus colores:

Pero había que continuar, bajando valles y subiendo montañas (aquí el que baja se portó muy requetemal: me dejó soluca y en esa bajada había unos agujeros que no me gustaron nada...):
Pero le pillé en el alto, tuve que correr, no fuera a salir algún bicho. Eso sí, en cuanto vi otra vez el mar, se me pasó todo el miedo. Estábamos aproximándonos a la playa del Sable (o de Tagle):
Cruzamos a la otra parte, nuestra excursión no había terminado:
Aunque se puede llegar en coche hasta esta playa, da sensación de aislamiento, puesto que no hay ninguna construcción cercana (bueno, hay un chiringuito de playa):
Siguiendo por esta parte, pasamos por las ruinas de la torre de San Telmo que hay en el siguiente alto (se ve en la foto de más abajo), y ya enseguida vemos nuestro siguiente destino: la playa de Santa Justa. Esta recóndita playa pertenece al municipio de Santillana del Mar, en la localidad de Ubiarco:
Sabíamos que había algo más, pero hasta bien abajo no lo vimos. Se trata de la ermita de Santa Justa, empotrada en el acantilado: 
La verdad es que no sé muy bien el motivo que pudo llevar a alguien a construir esa ermita allí, pero lo cierto es que hace del lugar un rincón, digamos, inverosímil. Por dentro, por lo que se ve por un ventanuco de la puerta, está bastante descuidada, pero sí que parece que celebren algún acto litúrgico:
Sentada en el muro que marca la bajada hasta la ermita, podría pasar un buen rato, sólo mirando las olas...

Allí también hay un chiringuito donde tomamos un refresco y dimos por terminada nuestra excursión. Bueno, ahora nos faltaba lo peor, volver a Suances por la carretera, ya sin el plus que supone, para mí al menos, ver el mar, mi mar.
Salimos a la CA 351 en dirección a Tagle y desde allí a Suances, viendo el camino que habíamos seguido por la mañana.
En resumen, tengo que decir que me dio pena no poder hacer la ruta más cerca de la costa, demasiado tiempo anduvimos alejados para mí gusto. No sé cómo un ayuntamiento como es el de Suances, tan turístico, no tiene eso más cuidado.
Aquí pongo el mapa del recorrido que hicimos, casi 20 km. (si a alguno le interesa seguir el track con un GPS aquí pueden descargar la ruta más o menos parecida a la que hicimos nosotros). 

 Tengo que decir que desde que comimos empezó a salir el sol entre nubes y me dejó señal para todo el verano, este y no sé si alguno más: un triangulito en la espalda, un circulito en el escote, unos cilindros en las piernas, en fin, un cromo, y eso que ya me dí protección, pero tarde!!!