miércoles, 28 de junio de 2017

LAS ENGUINZAS: QUEDADA MERACHA




Por segundo año consecutivo, nos unimos a esta quedada meracha, con la intención de disfrutar de un paisaje precioso, que el año pasado ya me dejó sorprendida pese a que el tiempo no fue demasiado bueno. Pero este año nos desquitamos: un día precioso, con una temperatura perfecta (bueno, al final ya calentaba bastante), un maravilloso entorno verde y una compañía de lo más agradable. Sin olvidarnos del final de fiesta: unas alubias para chuparse los dedos, obsequio de la organización de las Ollas Ferroviarias de la Cantolla, concurso que se celebra también ese día.
Llegamos a Mirones a las 8:45 de esa preciosa mañana del sábado 17 de junio y aparcamos cerca de la iglesia  de San Román en cuya plaza nos reuníamos todos para iniciar la marcha. En efecto, a las 9 comenzamos. Primero subimos hasta el barrio de la Cantolla, por una buena pendiente, el llamado camino del Carro, para ir tomando contacto con la realidad que nos esperaba. Alrededor de su plaza ya estaban montados los chiringuitos de las ollas y las carpas y mesas donde después íbamos a comer. Pero primero había que andar, o más bien subir, hasta el pico de las Enguinzas.
Comenzamos por caminos perfectamente señalados por la organización, cada uno a su ritmo:
Enseguida, y mirando hacia atrás, teníamos una vista perfecta sobre el barrio que acabábamos de dejar y del llamado hotel París o la Torre (no porque haya sido un hotel sino porque, en aquella época, principios del S.XX, se llamaban así a las viviendas unifamiliares construidas en un lugar apartado y solitario), construido sobre una roca, en medio de hayedos:
Al principio anduvimos por una pista asfaltada, cómoda, los chicos muy animados:
Continuamos por senderos a la sombra, entre avellanos, para salir a otra zona rocosa:
Enseguida y tras varias vueltas pudimos ver el objeto de nuestra marcha:
 Pero todavía había que dar muchas vueltas y revueltas,  por un sendero perfectamente empedrado, la Calzada de las Peñas. Aquí tuve que esperar a esta gente que se me entretenía mucho por el camino:
Estábamos llegando al cruce desde donde se podía, o bien seguir hacia el pico de las Enguinzas, o bien ir a la fresquera  de Fiñumiga, acortando la ruta, para quien no se sintiera con fuerzas. Nosotros continuamos hacia la derecha, hacia las Enguinzas, como los valientes:
Esta ruta no sólo está marcada para ese día con abundantes banderines rojos, también hay señales permanentes, verticales y pintadas:
Seguimos por la ruta señalada, librando numerosos hoyos y viendo paisajes rocosos entre altas hierbas: 
Así llegamos a un punto desde donde se veía Peña Cabarga (para mí, terreno conocido, importante punto de referencia) y, al fondo, la costa de Santander y Somo:
Después de hacerle a un señor unas fotos (me dijo que ya que estaba haciendo yo fotos que si me importaba hacerle alguna a él, que se viera Santander, que en su casa no se lo iban a creer, se las hice, claro), seguimos por un entorno espectacular, rodeados de lapiaces:
Pero aún no habíamos llegado a lo más duro. Lo marco en la foto, era una subida herbosa con una gran pendiente, por donde menos mal que corría un poco de aire, porque apenas alcanzábamos respiración:
Pues nada, para arriba, en algunos momentos, con hierbas tan altas que apenas veías por donde debías caminar, pese a que ya había subido gente delante:



Y al llegar arriba, dejando a un lado el hoyo Castrejón, nos asomamos a un collado desde el que se podían ver los llamados pozos de Noja, dos pequeños embalses artificiales creados, en su momento, por la Electra Pasiega para suministrar de electricidad a Liérganes y comarca, alimentando a 2 turbinas. Aunque actualmente ya tienen mucha menos agua que en su origen, puesto que las presas de contención están muy deterioradas, ese día me pareció que tenían especialmente poco agua. No sé, a lo mejor cuando he estado junto a ellos era en otra época, con más lluvias...:
Y un poco más al oeste, los Picos de Europa y Alto Campoo se intuían al fondo. Sólo nos quedaba subir a la cima de las Enguinzas, a 964 m. de altitud. El macizo de las Enguinzas es una prolongación de la Sierra del Escudo de Cabuérniga (de la que hablaba aquí), formando parte de la sierra prelitoral cántabra. Su composición es de piedra caliza, por lo cual, debido a su carácter poroso, presenta multitud de formas, desde agujas de diferente tamaño, a grandes o pequeños hoyos y agujeros, conviviendo con un terreno agreste:
En lo alto hay una cruz de hierro, que yo no vi entre la gente, un buzón alpino con forma de cabaña y un vértice, punto o pilar geodésico. ¿Vistas? todas las del mundo: Además de la bahía de Santander, se puede ver el Buciero en Santoña, Castro Valnera, el Picón del Fraile, Porracolina, Mortillano y Peñas Rocías, el Valle de Cayón...Y piedras que parecían decirnos: "sentaos, sentaos". Y nos sentamos, por supuesto, bueno, los que coincidimos, que algún miembro del grupo nos faltaba. Y tan ricamente nos tomamos el avituallamiento que nos dieron al empezar la marcha:
Y como todo lo que sube, baja, pues también nosotros tuvimos que bajar. Por el mismo sitio y librando a algún rezagado que todavía subía. Yo casi arrastrando el culo, la verdad, porque entre que era muy pendiente, todo lleno de rocas puntiagudas y que no se veía nada bien donde ponías los pies por la altura de las hierbas, pues me parecía bastante dificultoso:
Ese era el tramo más comprometido de la ruta, justo la subida (y bajada) a la cima, porque lo demás, aunque era costoso, todo el tiempo ascendiendo, no tenía mucha dificultad:
Bajamos por el mismo camino hasta la desviación que dejamos al subir hacia la fresquera de Fiñumiga. Ahora veíamos claramente la Calzada de las Peñas por la que habíamos subido. Se trata de un camino "carbonero" perfectamente empedrado y estructurado, creado y utilizado para bajar los troncos de árboles de los bosques de la zona hasta las Reales Fábricas de artillería de la Cavada y de Liérganes, donde se convertían en carbón vegetal: 
Ahora nos dirigimos hacia la fresquera por la parte sur del pico de las Enguinzas, junto al que se ve lo que no sé si es la Peña de los Lobos y la Peña Herrera más a la izquierda (si alguien me lo puede confirmar, se lo agradezco):
Enseguida nos encontramos con una cabaña en este estado de abandono. Pensar que hasta aquí arriba tenían que venir con el ganado....:
Continuamos la ruta hasta encontrar una bajada a la nevera, situada en el fondo de una gran hondonada en medio de un frondoso bosque de hayas. Su construcción es circular y se utilizaba para almacenar nieve, que se convertía en hielo, y se usaba para curar las quemaduras de los obreros de las fábricas de cañones. Es una de las fresqueras más grandes de Cantabria con cabida para 20 toneladas de hielo:
Subimos de nuevo al sendero que rodeaba al hoyo a media altura, hasta que salimos del hayedo, teniendo que, a veces, buscar caminos alternativos entre la cerrada vegetación, tan exuberante en esta época, pese a las buenas intenciones de Juanjo, intentando abrir el camino cerrado (que no es lo que parece):
Así veíamos el pico de las Enguinzas desde el otro lado del bosque, en cuyo punto más profundo está la fresquera de Fiñumiga: 
Desde aquí, siguiendo por la ruta señalada para la ocasión, pudimos ver varias  típicas cabañas merachas, muy compactas, sin apenas vanos que permitan la entrada de luz, con puertas muy bajas y estrechas, sobre todo en las cuadras:
Pero también vi una en la que no faltaba la alegría, a juzgar por la pila de latas de cerveza (Elia, pila, pila, jajaja) que colgaban junto a la puerta. Estuve un rato pensando en su significado, que alguno tendrá. ¿Colgarán cada una que beben?, ¿las tendrán ahí y cuando les apetece cogen una (no muy probable, porque estaban al sol)?, ¿las usarán a modo de carillones y disfrutan del sonido?, ¿o a modo de timbre?, ¿o, será que las han recogido por aquellos caminos y las ponen allí para recordarnos lo sucios, maleducados e inconscientes que podemos llegar a ser?. Es verdad que cada vez se ve menos basura por la montaña, pero todavía hay algún envoltorio que siempre me lleva a pensar lo mismo: ¿qué  nos cuesta volverlos a meter en la mochila si ahora ya no pesan, que están vacíos?:
Y así continuamos por callejos, junto a paredes de piedra que cierran los prados, bajo la sombra de cagigas, avellanos,...: 
Hasta volver a contactar con la senda por la que subimos, para, finalmente, casi 5 horas y 12 km después, llegar a la plaza de la Cantolla, donde, después de unas cervecitas que tan buenas propiedades tienen, nos dieron de comer unas alubias muy, muy ricas. Pasé un día muy bueno con toda esta gente, disfrutando de algo que a todos nos gusta: la montaña.

miércoles, 21 de junio de 2017

ENSALADAS VARIAS IV

¿Estais de acuerdo conmigo en que con este calor, hay pocas cosas que apetezcan comer más que las ensaladas? Pues a mí me pasa eso y, por cambiar, siempre estoy mirando e inventando nuevas opciones. Aquíaquíaquí y aquí podéis ver otras. Hoy os propongo estas, esta vez con un denominador común, o mejor dicho, varios: la lechuga, los langostinos y la piña, que son 3 ingredientes que casan muy bien y están muy ricos. A ver que os parecen.
Esta primera lleva lechuga (pueden ser brotes o cualquier mezcla, pero es que a mí me gusta mucho la lechuga normal, y si es de la huerta de mi cuñado, más), piña, pimiento rojo (en tiras y pasados por el microondas), piña en conserva, nueces, jamón de pavo y langostinos cocidos, todo ello aliñado con una vinagreta normal: en un frasco pongo una parte de vinagre, un poco de sal y 3 partes de AOVE, lo tapo y lo muevo hasta emulsionarlo: 
 Mi segunda propuesta: alrededor de un lecho de lechuga pongo medias rodajas de piña, y encima, palitos de surimi y langostinos cocidos, espolvoreo con perejil fresco picado y aliño al gusto:
Esta tercera opción lleva lechuga, piña, langostinos y una selección de semillas: pipas de girasol, chia, sésamo y lino, todas incorporadas en una vinagreta echa con aceite, vinagre, sal y miel y presentado de forma individual en cuencos de cristal (por no repetir, jajaja), aunque en este caso, me equivoqué, debería haber puesto los langostinos partidos, porque en el cuenco no es fácil de manejar el cuchillo, por lo que creo que debe estar todo del tamaño de bocado:

Finalmente, esta otra propuesta lleva cogollos de Tutela abiertos por la mitad (vale, no es lechuga), encima piña, kiwi, langostinos cocidos (y pelados, claro) y aguacate, todo ello regado con un aliño hecho a base de aceite (siempre AOVE), vinagre balsámico de Modena y sal:
¿Qué os parecen mis propuestas? ¿le ponéis imaginación o sois  del mismo tipo de ensalada siempre? Por favor, contadme vuestras ideas, que las mías se acaban!!!!

sábado, 17 de junio de 2017

HUESCA- ORDESA

Esta es la segunda parte de nuestra escapada de Semana Santa a Huesca. Como os conté aquí, visitar esta provincia era una tarea pendiente (tengo muchas, muchísimas..., en esa carpeta de la que os hablo a veces), pues es de las pocas provincias que no habíamos tocado todavía. Y ver su zona pirenaica era para mí, un sueño. En la primera parte me quedé en el Viernes Santo, cuando, una vez visitada la zona de Canfranc, Astún, Jaca, Panticosa,..., y de cruzar la frontera con Francia por Somport en uno de los valles, el del Aragón, y por Formigal en el Valle de Tena, regresamos a  la ciudad de Huesca donde todavía llegamos a tiempo de ver procesionar, porque ¿qué es Semana Santa sin alguna procesión?:

Este recorrido nos quedaba justo al lado de nuestro hotel, cerca también de la iglesia de San Lorenzo, templo barroco construido entre los S. XVII - XVIII sobre otro románico y cuya fachada tiene forma de parrilla invertida en alusión al martirio que sufrió el santo (la torre sería el mango):
Después de refrescarnos, salimos a tomar unas cañas hasta la hora de la cena. Creo que siempre cenamos en el mismo sitio. Nos encantó la primera noche y tuvimos la suerte de encontrar sitio las demás, cosa no demasiado fácil porque aquello se ponía hasta la bandera. Tras la cena y la sobremesa posterior, recordando todo lo visto durante el día, nos acercamos hasta la Catedral de Santa María, de estilo gótico, construida entre los siglos XIII y principios del XVI. Se encuentra en la zona más elevada de la ciudad. Como dato curioso se puede contar que originalmente la torre principal (en la foto, la de la izquierda), estaba rematada con un chapitel o pieza pentagonal (en este caso), que remata la parte superior de una torre y que en 1937 desapareció accidentalmente. Debido al ambiente bélico de la época (guerra civil y 2ª guerra mundial) no se pudo reponer. Actualmente existe el proyecto de su reconstrucción:
En cuanto a la portada principal, está formado por un gran arco apuntado con 4 arquivoltas (o 7) o molduras decorativas con figuras de 16 mártires, 14 vírgenes, 10 ángeles y 8 profetas:
En el centro, sobre la puerta, detalle de la Virgen María con el Niño Jesus entre 2 ángeles y los Reyes Magos a su derecha y María Magdalena con Cristo resucitado a su izquierda (mirando la foto, al revés):
En frente de la catedral, en la misma plaza, está el Ayuntamiento, palacio renacentista del S. XVI, con sus 2 torres y la galería protegida por un amplio alero de madera:

Al pasar por la plaza Mayor, la de Luis López Allué, nos fijamos en uno de sus locales comerciales, el que alberga la tienda de ultramarinos en activo más antigua de España. Ya estaba cerrada, claro, pero coincidió que me quedé un poco atrás haciendo fotos y vi como entraban a la tienda, me acerqué y la pude ver por dentro. Como de película antigua. Y por cierto, solo dejan hacer fotos con ticket de compra:
También pasamos por el monasterio de San Pedro el Viejo, del S.  XII y que, junto al claustro, forma el conjunto románico más importante de Aragón, donde esperaban la llegada de una procesión:
Y así, con tañidos lejanos de campanas nos retiramos a descansar. Al día siguiente nos esperaba otra ruta, la que nos iba a llevar a uno de los pueblos más bonitos que yo he visto: Ainsa. Pero el recorrido hasta llegar, bordeando el embalse del Grado primero y el de Mediano después, también fue una pasada. No siempre podíamos parar a hacer fotos, pero hay paisajes preciosos:
Cuando llegamos ya era casi la hora de comer y lo primero buscamos un restaurante, que la experiencia nos dice que en estos casos, en los que hay mucho turista en movimiento, es mejor comer cuanto antes. Así que lo primero buscamos un restaurante y ya sentados en una terracita en la parte de abajo del pueblo, nos tomamos nuestro aperitivo y comimos con estas vistas del pueblo de Ainsa, perteneciente a la comarca de Sobrarbe:
Ya después de comer, con la calma, nos fuimos subiendo por unas escaleras hasta encontrar una especie de mirador, desde el que podíamos ver el restaurante donde habíamos comido:
Y este es el río Cinca camino del embalse:
Y comenzamos a callejear por el casco antiguo. Me recordó mucho a Mont Saint Michel, callejuelas con encanto, muy cuidadas, en ascenso:
Y al final de lo que parecía la calle principal, justo antes de llegar a la Plaza Mayor, nos encontramos con la iglesia parroquial de Santa María, de estilo románico, de gran sobriedad, declarada Bien de Interés Cultural:
El interior de la iglesia tiene también decoración austera, con un Cristo Crucificado más moderno:

Debajo del presbiterio está la cripta con sus 18 columnas , restaurado recientemente:
 El claustro está adosado a la nave de la iglesia:
Desde allí nos acercamos hasta la muralla que limita la Plaza Mayor desde donde se tienen unas maravillosas vistas de lo más alto de Aínsa, su plaza, y su entorno natural. Este pueblo considerado uno de los más bonitos de España (estoy de acuerdo), tiene, además, una situación privilegiada entre el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, el Parque Natural de los Cañones y la Sierra de Guara y el Parque Natural Posets-Maladeta, en la confluencia de los ríos Cinca y Ara y a una altitud de 589 m., lo que explica su dominio sobre el entorno:  
Desde aquí nos cogimos la carretera N-260 en dirección a Torla, siguiendo el Valle del Ara pasando por pueblos preciosos como Boltaña, ..., pero lo más impresionante fue pasar por el desfiladero de Jánovas. Pudimos parar en un mirador y desde allí hicimos unas fotos. Ya me di cuenta que por allí pasaba algo, pero no tenía información, no llevaba nada apuntado (ya sabéis que me preparo mis viajes, buscando información sobre los sitios que vamos a ver, pero de esto en concreto no tenía nada). Sabía que íbamos a recorrer junto a la cuenca de un río de los más vírgenes del Pirineo,  el Ara, con gran variedad de paisajes, de quebrada y peculiar topografía:
Pero cuando llegué a casa busqué y encontré información sobre el  puente colgante de la foto de abajo, símbolo de la resistencia de un pueblo ante el acoso sufrido, allá por los años 60, por parte de la actual Iberdrola para que abandonaran sus casas, ante el proyecto de construcción de un pantano que nunca llegó a existir. Detrás de este puente situado junto a la presa que se quería construir, hay una historia muy triste (casas dinamitadas, maestra y alumnos echados de la escuela arrastrada por los pelos y a patadas respectivamente, destrucción de acequias, árboles y sembrados,...) Actualmente, los descendientes de aquella gente que tanto luchó, están intentando reconstruir el pueblo. El puente, que está en trámite de declaración de Bien de Interés Cultural, es considerado un ejemplo único por conservar elementos originales (los cables) y se ha convertido en un símbolo de esperanza:
Seguimos en dirección a Ordesa. Pasamos por Fiscal con su Batán de Lacort, Sarvisé, el pueblo de esbelta iglesia y de excursiones a caballo. Pero justo antes, paramos en Broto, otro de los pueblos de la comarca del Sobrarbe. Muy cerca, a 3 minutos andando, hay una enorme  cascada, la llamada cascada de Sorrosal, con 60 m. de caída, procedente de un glaciar antiguo. Podemos observar, además de la belleza de la propia cascada, la forma en que se han asentado los estratos, con curiosas formas, como en redondo. También han habilitado una vía ferrata para ascender hasta una cueva junto al inicio de la cascada. En la foto he querido señalar el trayecto que seguía la gente que subía (si veis la foto en grande y os fijáis, se pueden ver algunos de rojo, junto a la linea, en la parte más a la izquierda), desapareciendo al final por aquella gruta:
Esto es una caída natural del río Sorrosal, el principal afluente del Ara, al que poco más abajo se incorpora: 
Paseamos por Broto, cruzando el río por varios puentes, uno de ellos, una pasarela blanca, de reciente construcción. Las vistas de la zona más antigua, con la torre fortificada y poderosa de la iglesia de San Pedro, en el valle, con los Pirineos detrás....conforman una preciosa estampa (y el de delante mejorando la estampa, por supuesto, jajaja): 
Por allí también se accede a otro típico y precioso pueblo pirenaico, Oto:
Continuamos nuestra marcha buscando el final de nuestra ruta Huesca-Ainsa-Ordesa. El pueblo de la iglesia que yo tantas veces había visto en foto y había pensado "ahí quiero ir yo", estaba ya cerca. El coche hay que dejarle en un aparcamiento a la entrada del pueblo y se puede, o bien visitarlo andando (como hicimos nosotros),  o coger un bus que te mete unos kilometros más adentro, para comenzar a hacer rutas por la zona. En efecto, es la entrada natural al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y a mí, no me importaría "perderme" en esta zona, me pareció precioso y hay muchísimas rutas posibles puesto que está rodeado por montañas de más de 2000 m. de altura (Torla-Ordesa, que así se llama ahora el pueblo, está a 1032 m.). La iglesia es del S. XVI y tengo que decir que es más bonita vista desde el mirador que hay en el aparcamiento, que vista de cerca. Los alrededores están un poco deteriorados, aunque el resto del pueblo está muy cuidado.:
Y ya tomamos el camino de regreso a Huesca, a casi 100 km. Pero en lugar de volver por el mismo sitio, tomamos la carretera del puerto de Cotefablo hacia Biescas (pueblo tristemente famoso por la riada de 1996 que se llevó por delante el camping Las Nieves dejando 87 muertos), carretera estrecha y llena de curvas pero con bonitas vistas de los bosques que cubren las laderas.
Y así llegamos a nuestro hotel de nuevo. Ducha, unas cervecitas y cena. Tras la sobremesa mi hermana y mi cuñado se retiraron a sus aposentos, que  ella estaba reventada y nosotros nos fuimos a dar una vuelta por  la noche oscense. Y nos llegamos hasta la Catedral donde, como suponíamos, el obispo estaba celebrando la Vigilia Pascual. Así que aprovechamos para entrar, nosotros y pocos más, la verdad.
Bueno,  pues sí que me llamó la atención, no había visto ninguna de este estilo: Tiene la nave central abovedada con crucería estrellada, muy bonita, y con el retablo del altar mayor hecho en alabastro, un poco triste, todo de un color:
Al día siguiente que volvimos con ellos y también estaba abierta, vimos el altar más de cerca y a la izquierda hay una capilla con este techo, me dejó muy sorprendida por la diferencia de color y sobre todo por las figuras de mujeres con el torso desnudo:
Esa noche del sábado santo también entramos en la iglesia de San Vicente construida en el solar donde estaba la casa en la que nació San Vicente Martir (patrón de mi pueblo):
Al día siguiente, domingo, último de nuestra escapada, decidimos pasar la mañana por la ciudad, así pudimos ver la catedral de día:
También recorrimos el parque Miguel Servet, el pulmón verde de la ciudad. Me dejó un poco así, la verdad. Destaco el curioso monumento de las Pajaritas, actual emblema de la ciudad.
Y también nos llamó mucho la atención este árbol, el llamado árbol del amor, que nunca antes habíamos visto. Sus flores salen antes que las hojas y brotan de las ramas y del mismo tronco, es muy curioso, parece que las han incrustado en el tronco:
También vimos el Casino o Circulo Oscense, modernista, de construcción simétrica, en la plaza Navarra:
Y nos teníamos que marchar, que queríamos volver por Zaragoza y hacerle otra visita a la Virgen del Pilar. Coincidimos con la procesión del encuentro de Jesús Resucitado con la Virgen, que siempre es una alegría:
Siempre es un placer poder fotografiar la Basílica del Pilar desde este puente sobre el río Ebro:
En resumen, fue un viaje maravilloso, con paisajes espectaculares y con la compañía perfecta. ¿Se puede pedir más? Sólo una cosa: poder volver para ver tanto como nos faltó o a pasar unos días en Panticosa o en Torla-Ordesa (pasear, leer, hacer rutas, leer, cerrar los ojos, escuchar el silencio, pasear, escribir, ver, leer,...). No pido yo ná.....
Y vosotros, ¿lo conocéis? ¿no pensáis como yo? Supongo que muchos, además, aprovecharéis para practicar deportes de nieve y entonces será todavía más maravilloso!!! En fin, espero volver.
También dejo un mapa con el recorrido que hicimos el sábado: