domingo, 16 de julio de 2017

PLAYA DE LUAÑA- COMILLAS


Pues esta vez, a finales del mes de mayo, en un día nublado, pero con muy buena temperatura, decidimos realizar esta ruta que nos permitía enlazar esta etapa que ya hicimos, con esta otra, dentro de la costa cántabra. Dejamos el coche en el aparcamiento de la playa de Luaña, en Cóbreces, en el municipio de Alfoz de Lloredo, aquí, en Cantabria. Lo primero, tomamos un aperitivo en el bar que hay al lado (que era la una del mediodía, y ¿qué otra cosa podíamos hacer?) pero enseguida, nos pusimos a andar:
Por detrás de la playa hay un parque con mesas y bancos, muy apropiadas para pasar un día de picnic, que atravesamos por un sendero de madera, hasta llegar a un puente que nos permite librar un riachuelo que baja hacia el mar:
Nada más pasar el puente, empieza una carretera, que es la que vamos a seguir, donde vimos un cartel informativo que dice que hasta Comillas hay 8,8 km. Allí comenzamos a ascender, al principio compartiendo senda con los andarines del Camino del Norte del Camino de Santiago, que enseguida nos permite esta vista sobre la playa de Luaña que acabamos de dejar atrás:
Continuamos por esa carretera hasta llegar a un cruce que nosotros tomamos hacia la derecha (el camino de Santiago sigue hacia la izquierda), bajando hacia el mar, siguiendo una pista asfaltada hasta que se acaba en una zona ensanchada, un mirador. Un poco antes de llegar hasta allí, y con los Bajos del Rastrillal allí debajo, nos metimos al prado, saltando una pared:
A partir de aquí, tengo que decir que nunca hemos hecho una ruta más poco clara que esta. Siempre suele haber senderos más o menos marcados, pero aquí no se veía nada, o sea, que es poco frecuentada. En algún momento íbamos andando por encima de escajos bien altos y muy tupidos, pero nuestro objetivo estaba claro, íbamos en busca de la Punta de Ruiloba. También encontramos otros tramos más tipo "paz y amor", más floridos: 
Así fuimos atravesando distintos prados, saltando paredes, librando alambradas,.... Como yo soy muy de pueblo, más que las amapolas, con más experiencia en estas lides de ir campo a través, pues a veces (sólo a veces, en realidad muy pocas veces, jajaja) me daba tiempo a sentarme y esperar, disfrutando de la calma y serenidad del mar, mi mar, que aquel día era un plato, de color gris, eso sí:
Otras veces esperaba al hombretón de mi casa subida en alguna pared para no perderme su atlética forma de pasar pared y alambrada al tiempo. Es broma, que él lo hace todo muy bien y muy rápido, tanto que no pude captar el momento del salto, y eso que lo intenté, y tampoco me vi con fuerza moral para pedirle que lo repitiera:
Nos encontramos con estas hermosuras, que parecía que no nos iban a dejar pasar por sus dominios. De hecho, yo me bajé a otro prado..., pero por no molestar...:
Y así, entre risas, llegamos a este punto, con la Punta de las Cornejas de frente, donde decidimos comer. Eran las dos y media y nos pareció que era un buen sitio para sentarnos y disfrutar de las vistas:
Después de dar buena cuenta de nuestros bocatas (que es parte muy importante de estas rutas que hacemos), seguimos siempre lo más cerca posible del mar. Así llegamos a otro puente de madera hecho sobre una pequeña barranquera:
Tampoco faltó el momento de tener que subir una cuesta bastante pindia (ya sabes Elia, pero que muy pindia!!), y cuando digo pindia (para los que no sean cántabros) me refiero a que tenía bastante desnivel, ascendente en este caso, por terreno recién desbrozado:
Y llegamos a la primera barrera en condiciones de toda la ruta. En efecto, esta ruta, como dije al principio, se ve que está poco frecuentada y los prados están completamente cerrados, con sus vallas y muros de piedra, sin dejar ningún espacio para un sendero costero como hemos visto siempre. Pues bien, este fue el primer cerramiento de este estilo, tipo laberinto, que nos permite pasar con facilidad y para los animales es imposible: 
Continuamos nuestra marcha. Al fondo y en una pequeña loma divisamos la ermita de Nuestra Señora  de los Remedios:
Junto a la ermita hay un restaurante y ese día, más tarde, había una boda. Aunque estaba cerrada pudimos ver que estaba muy adornada. Está en las afueras de Liandres, en el municipio de Ruiloba:
Antes de acercarnos hasta la ermita, nos fuimos hacia la derecha, en busca del motivo de esta excursión ese día precisamente. Y es que esa semana había visto un reportaje sobre bancos situados en puntos estratégicos con vistas al mar aquí, en Cantabria, y nombraban uno que estaba en esta zona, así que.... al sábado siguiente ya teníamos destino pensado, este banco:
Ante nuestros ojos, la inmensidad del mar y una muestra del relieve de la costa cántabra. Ante nuestro ánimo, serenidad.
Es verdad que la foto que yo había visto era de un banco normal así que este nos sorprendió: era un tronco de árbol esculpido: 
Allí estuvimos un buen rato. El entorno está bien cuidado, con amplia zona de esparcimiento, un área de recreo con mesas y bancos para pasar el día y con muy buen acceso en coche hasta allí mismo. La verdad es que me gustó mucho el sitio. Pero había que continuar. Ahora sí que nos llegamos a la ermita, que está muy cerca. Fue construida por un arquitecto de la zona en el S. XIX. En julio hay una celebración en honor a la Virgen, con procesión y danza de las lanzas incluidas, en la que se rememora la visita de la Virgen a su prima Isabel:
Después de darnos unas vueltas alrededor de la ermita, nos bajamos en dirección a la carretera general que va de Comillas a Cóbreces, la CA-131, anduvimos un poco por ella porque no encontramos otra forma de pasar el arroyo de Fonfria (después ya lo vimos), y enseguida nos desviamos por un camino a la derecha, otra vez en dirección al mar, hasta llegar a la playa de Fonfría, en realidad una ensenada, antiguamente utilizada como puerto natural de pequeños barcos de pesca por estar al abrigo del oleaje, con una gran nave a la entrada, una piscifactoría:
Desde allí mismo resquilamos por un terraplén y nos metimos en un pequeño bosque de pinos, fácil de atravesar, para salir enseguida a otro prado al borde del mar:
En algún momento por callejos empedrados, en otros rodeados de margaritas,  la primavera en plena ebullición (fue en mayo), camino de la Punta del Miradoiro:
Después volvimos un poco sobre nuestros pasos hasta retomar de nuevo el camino antes dejado para dirigirnos ahora a un pequeño mirador natural con Comillas y su playa en primera linea, y más al fondo la Punta de la Guerra y el cabo de Oyambre, que ya anduvimos en esta otra ruta por Comillas:
Ahora nos volvimos un poco hacia atrás buscando un camino que siguiera el borde litoral, pero no estaba tan fácil. De hecho, nos metimos entre las casas de una urbanización después de bajar por un prado. Bueno, salimos como pudimos a la carretera CA-131 de nuevo, pero 50 m. más adelante nos volvimos a meter hacia el mar, para ver una zona que desde el mirador veíamos desborregado, cerca de donde hay unas "gruas":
Volvimos a la carretera para llegar al puente sobre el arroyo Gandaria, que con marea baja deja una pequeña playa, ese día cubierta casi totalmente por el agua. Justo al otro lado está el camping Comillas con espacio para caravanas justo al borde del mar, sitio privilegiado sin duda:
Ese puente era el final de nuestra excursión, bueno, mejor dicho, el extremo, que había que volver a la playa de Luaña. Por no repetir trayecto nos metimos hacia el interior, por una pista, a la otra parte de la carretera, justo antes de pasar el puente. Callejeamos por varios pueblos, pasando por esta ermita del Carmen, en Concha:
Así continuamos por caminos agrícolas, siempre paralelos a la carretera CA-131, que vemos a nuestra izquierda, pasando por la Ganadería los Remedios, entre tierras sembradas de panojos, hasta llegar a un punto en que ya cruzamos la CA-131 en el alto del Tramalón, donde hay otra ermita, la de Santiago, y un restaurante en frente. Cruzamos y nos volvemos a meter por otra pista vecinal,  en dirección a Trasierra, aunque antes de llegar, nos vamos a la derecha. Creo que fue por ahí por donde pasamos junto a una cuadra que tenía un perro suelto y muy agresivo. Pasé miedo, la verdad. Menos mal que iba mi marido que tiene experiencia en asustar a perros con malas intenciones (qué completito el muchacho!!!), sino me hubiese c.... Ya llegamos a conectar con el camino por el que empezamos por la mañana (bueno, ni tan mañana, que era más de la una, jajaja). Bajamos ya el último tramo hasta la playa de Luaña. Eran casi las 7 de la tarde y habíamos caminado unos 18 km. (como dice mi marido, vaya media!!!). 
Ya lo dije al principio, creo que es la ruta mas engorrosa que hemos hecho y aunque dureza no tiene ninguna, creo que es algo complicada para realizar porque apenas tiene nada marcado, aunque también es cierto que no hay ningún peligro de perderse.
Os dejo el mapa de la ruta aproximada por si os sirve de referencia:

1 comentario:

  1. ¿Cuesta pindia? jejejejej. No será para tanto.... Has plasmado la ruta divinamente!!!!!

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