viernes, 3 de noviembre de 2017

CÁDIZ I: PLAYAS

Aquí comienza la historia de otra aventura vivida de una forma diferente, que nunca hubiera pensado, y que, de nuevo, tengo que agradecérselo a mi hermana, a mi cuñado y a mi sobrina, que me propusieron compartirla con ellos. Se trataba de visitar la provincia de Cádiz utilizando una autocaravana (en lo sucesivo AC, que es muy largo) como medio de locomoción. A ellos le encanta esta forma de viajar y a mí, como ya conté aquí, no es que me entusiasme (lo veo un poco incómodo), pero ese no es motivo suficiente (ni mucho menos) para decir que no a semejante viaje, ya no sólo por lo que fuéramos a ver, sino, sobre todo, por poder pasar unos días con ellos.
Bien, pues lo primero que quiero decir es que aunque, básicamente, sigo teniendo la misma idea de lo que supone viajar en AC, si que es verdad que con buen tiempo no tiene nada que ver (el otro viaje por Francia le hicimos en febrero) y además, éramos una persona menos y aunque la AC era grande, se nota mucho el tráfico de personas. 
También tengo que decir que no ha habido ningún sitio al que hayamos querido ir que no hayamos llegado, gracias, sin duda, a la pericia de mi cuñado (manejar 7 m. de vehículo no siempre parece fácil) y a la, a veces complicada, ayuda de las nuevas tecnologías, con las que a veces no nos entendíamos del todo bien, jajaja.
Salimos el domingo 1 de octubre rumbo a la ruta de la Plata, con idea de llegar hasta Plasencia para hacer noche. El tiempo muy bueno. El color del otoño se presentaba ante nuestros ojos en todo su esplendor. Bosques que nos acompañan vestidos de todos los colores imaginables: verdes, marrones, amarillos, ocres, ... se mezclaban componiendo tonos irrepetibles, indescriptibles. ¡¡¡Un lujo para la vista!!! Comimos unos 30 km antes de llegar a Cáceres y la casualidad quiso que allí nos encontráramos con una pareja de moteros sevillanos que habían salido también de Hoznayo por la mañana, del mismo sitio que nosotros. Bueno, después de comer seguimos hasta Plasencia, que ya conocíamos pero no nos importó repetir. Aparcamos en un parking grande que hay junto al río y nos subimos al pueblo, a su plaza Mayor, porticada, con el ayuntamiento y su torre:
En esa torre-campanario, con el reloj debajo, llama la atención el autómata de verde, el conocido por sus vecinos como el Abuelo Mayorga, que ayuda a dar las horas: 
Plasencia es una ciudad monumental, declarada Bien de Interés Cultural. Su catedral, en realidad, está compuesta por dos edificios contiguos: la llamada Catedral Antigua, en la parte derecha de la foto:
La visitamos por dentro (previo pago, claro) y con audioguías, pudimos hacernos una idea de la evolución y construcción de todo este entramado histórico. Es un claro ejemplo de la transición del estilo románico al gótico. El claustro, punto de unión entre las dos catedrales, tiene en su centro una fuente del S. XV:
Desde el claustro (allí se podían hacer fotos) se puede ver la cúpula de la sala capitular conocida como la Torre del Melón por la bola estriada que la remata en lo más alto, con la especie de escamas que la recubren:
Una vez fuera, impresiona ver la Catedral Nueva, construida por considerar el cabildo que la Vieja se quedaba pequeña y que tras varias vicisitudes, al final se quedó sin acabar, con una pared común con la Catedral Vieja.
Una de sus fachadas principales, renacentista, de estilo plateresco, de gran belleza, sin estatuas:
En la misma plaza de la Catedral se encuentra, entre otros edificios monumentales, la Casa del Deán, con su curioso escudo y el balcón en ángulo, de estilo neoclásico-corintio:
Después de descansar un rato tomando una cerveza en la plaza Mayor nos bajamos hasta el río, por donde dimos otro paseo. Llegamos hasta el Puente de la Isla o Puente Nuevo (se acabó de construir en 1512, así que nuevo, nuevo...) hasta la hora de cenar. Nos volvimos a subir hasta la plaza, que era donde más ambiente había. Cenamos en La Pitarra del Gordo carne braseada y vino de pitarra, al principio un tanto extraño, pero al final, bueno, me fue gustando...
Ya nos bajamos a la AC y nos dispusimos a pasar nuestra primera noche, en un sitio muy tranquilo, junto a otras AC.

Y llegó el lunes. El aparcamiento, que el día anterior estaba casi vacío, se iba llenando de coches de gente que iba a su trabajo. Nosotros desayunamos en nuestra AC y nos dispusimos a continuar nuestro viaje. Cádiz nos esperaba. Comimos en un self-service en un área de servicio y ya por la tarde llegamos a Puerto de Santa María. Esta fue nuestra primera imagen de playa en la provincia de Cádiz:
Pero no era esa la playa que buscábamos, así que chicas, a continuar...:
Y, llegamos a la playa de la Puntilla, donde está el Camping Las Dunas, nuestro lugar de asentamiento para la noche del lunes. Un camping perfecto para pasar unos días a pie de playa (cruzar el paseo marítimo) y una playa muy tranquila aunque hacía algo de viento (el levante):
Después de instalarnos en el camping, al lado del poliderportivo municipal, nos fuimos a dar un paseo por la playa y más tarde  hasta el centro para cenar. Nos sorprendió la gran cantidad de chavales que había entrando o saliendo del poli, eso siempre es muy buena señal.
Caminamos junto a la desembocadura del río Guadalete, llegando a las calles de restauración. Cenamos en la plaza de la Herrería. Pescadito frito y un fino, que estábamos en Cádiz!!!
Nos volvimos paseando hasta Las Dunas y enseguida a dormir.
Yo había buscado playas y pueblos para ver en la provincia y al día siguiente empezamos por la costa. Por llevar un orden empezamos por la situada más al norte (de las que llevaba como aconsejadas): La Playa de Regla, en Chipiona.
Aparcamos justo delante del Santuario, de estilo gótico:
Seguramente a algunos os pasará como a mí, que me sonaba mucho lo de la Virgen de Regla en Chipiona, pero no me lo esperaba así, con su Santuario a pie de playa:
En el altar mayor, la Virgen de Regla, morenita, tan venerada por Rocío Jurado:
Con sus preciosas vidrieras policromadas en la parte alta, que daban un poco de alegría y color a los santos (que buena falta les hará):
Pero también tiene otra cosa muy interesante, el faro. Es el más alto de España, el 3º de Europa y el 5º del mundo, con 69 m. de altura. Está situado en la llamada Punta del Perro y su función es evitar que los barcos que quieran acceder al Guadalquivir no se choquen con la piedra Salmedina:
Después, nos dirigimos a la ciudad de Cádiz, por la costa. Yo no conocía nada de esta provincia andaluza. Curiosamente, es en la única en la que no había estado y no sé por qué, nunca la he tenido en esa carpeta  de "pendientes" de la que os hablo a veces. Gran error porque me ha encantado. 
Entrando a la ciudad pasamos por la Puerta de Tierra, de mármol, que separa el casco antiguo (Cádiz Cádiz) de la parte moderna (Extramuros):
Aparcamos junto al puerto, en el parking Muelle Reina Sofía, perfecto para visitar la ciudad.
Lo primero nos dirigimos hacia el Monumento a la Constitución de 1812 con sus alegorías de la Guerra, la Paz, la Agricultura y la Industria, además de multiples relieves alusivos a la resistencia gaditana en la guerra de la Independencia:
Y nos adentramos en la ciudad de Cádiz. Todo muy cuidado, muy blanco. Comimos en la plaza de San Francisco, junto al convento del mismo nombre, donde se formaban y, posteriormente, se enviaban frailes a América con su iglesia, que no pudimos ver, y la torre separada de la iglesia (en la foto, la iglesia a la derecha):
 Sus estrechas y largas calles, hablaban de historia, contaban relatos sin palabras, mostraban barrios burgueses, poderío económico. En la foto, al final de la calle, una de las torres de la parroquia de San Antonio de Padua:
Sólo vimos una zona verde, el Parque Genovés, junto al mar, con una avenida principal con cipreses podados al estilo inglés y palmeras. También tiene una zona con un lago y una cascada, con figuras de dinosaurios y una gran variedad de especies botánicas, algunas muy raras:
Ya en el paseo junto al mar, por encima del aparcamiento subterráneo de Santa Bárbara, pasamos junto al Parador la Tacita del Atlántico, por delante del Castillo de Santa Catalina hasta llegar a la playa de la Caleta, que me recordó a la playa de la Concha, en San Sebastián, aunque mucho más pequeña y amontonada. Esta playa, tan famosa, me desilusionó un poco, la verdad:
 Justo detrás de la playa están estos 2 enormes ficus de más de 100 años y más de 10 m. de perímetro. La historia cuenta que dos monjas llegaron en barco con 2 pequeños árboles en sendas macetas, rumbo al norte de España, pero una enfermó y se tuvieron que quedar en Cádiz. Los plantaron delante del hospital y se convirtieron en una seña de identidad de los gaditanos. Hoy aquel hospital de Mora es la facultad de ciencias empresariales y los ficus son conocidos como el Árbol del Mora:
Seguimos nuestra excursión por Cádiz, con un calor interesante, buscando la sombra, bajo un cielo de mil tonos de azul intenso. Nunca he visto ese color:
 Y así llegamos hasta la catedral, enorme, santa y apostólica, catedral de la Santa Cruz sobre el Mar (o sobre las Aguas), su construcción duró 116 años por lo que tiene varios estilos arquitectónicos: barroco, rococó, neoclásico. Sede de las diócesis de Cádiz y Ceuta. Por encontrarse al borde del mar, las piedras que conforman sus muros tienen una enfermedad que hacen que se estén desmoronando, lo cual obliga a tener unas redes protectoras que dan sensación de edificio inacabado. Tiene una cúpula amarilla (caso único en el mundo cristiano) y 2 torres, cosa extraña porque los borbones lo habían prohibido por motivos de seguridad:
En la misma plaza de la catedral, la iglesia de Santiago, con su peculiar torre y sus pilastras jónicas de piedra:
De vuelta al puerto, donde teníamos estacionada la AC, no pude dejar de sorprenderme con este monumento situado en una pequeña rotonda, junto a la plaza de España. Después me he enterado de su historia: Es un gran candado, con una pluma en la barra de cierre, en homenaje a la libertad de expresión y que en principio fue colocado en Chiclana pero al final se trasladó a Cádiz:
Y nos fuimos de la ciudad de Cádiz, con la promesa de volver, que hay mucho que ver con detalle.
Nuestro siguiente destino la zona de Sancti Petri y la playa de la Barrosa en Chiclana de la Frontera, separadas por unos acantilados:
Continuamos por la carretera de la costa. Pasamos por distintas urbanizaciones que conforman el complejo turístico de Novo Sancti Petri, con sus famosos campos de golf. Se respiraba lujo, pero el piso de la calzada dejaba mucho que desear. Y llegamos a un paraje precioso: El Cabo Roche, ya en el municipio de Conil de la Frontera.
Paramos junto al faro que se encuentra justo en la punta del cabo:
Desde allí las vistas son espectaculares. Hacia un lado y a lo lejos se puede ver hasta el estrecho, Trafalgar, la costa de Conil, las calas de Levante y justo a los pies del faro, el puerto pesquero y deportivo de Conil:
Y hacia el otro lado, de donde vinimos, dimos un paseo por un sendero que bordea las llamadas calas de Poniente o de Roche, por encima de acantilados que parecen espejos donde el sol se refleja con toda su intensidad:
A estas calas se puede acceder también por pasarelas de madera, sin necesidad de llegar al faro. Algunas de ellas parecían nudistas, un lugar donde disfrutar del mar, del silencio, sin duda, eso sí, con marea baja: 
Desde allí nos fuimos en busca del camping donde íbamos a pasar la noche del martes, la Rosaleda. Muy bien, allí estaba la AC más espectacular que yo he visto, era como un autobús, con todo lo que te puedas imaginar. Después de instalarnos nos fuimos al pueblo a cenar. Recuerdo las ricas gambitas y el jamón.
Al día siguiente, miércoles, después de desayunar en la AC, nos pusimos en marcha. Lo primero nos acercamos hasta la playa de La Fuente del Gallo, desde donde se podía ver a lo lejos el faro de Roche, donde estuvimos el día anterior:

Más tarde entramos en la playa del Palmar, en el municipio de Vejer de la Frontera (por cierto, lo de la Frontera que acompaña al nombre de varios pueblos de esta zona, se refiere a la otrora frontera de la Corona de Castilla con el Reino de Granada, a excepción de un par de ellos que hay en Huelva, Palos y Rosal de la Frontera, que se refieren a la frontera con Portugal). 
Bueno, el Palmar es una de las mejores playas de Cádiz, con más de 4 km. de largo  y 80 m de ancho, con la Q de Calidad Turística, sin grandes urbanizaciones por estar protegida:
Continuamos nuestro viaje rumbo al cabo Trafalgar, situado en los Caños de Meca, en Barbate. Queríamos ver el faro. No tiene fácil acceso y no se puede acceder hasta él en ningún vehículo y pensábamos que no podíamos aparcar, pero un buen señor muy enrollado nos permitió aparcar en el parking de un bar aunque el espacio reservado para AC ya estaba completo. Así que desde allí, muy cerca, nos fuimos andando hasta el faro. Tiene 34 m. de altura y es bastante imponente por estar un poco elevado:
 Bajando por unas escaleras se llega al agua, donde el océano lucha constantemente contra las rocas:
 El entorno del faro me gustó mucho, pero el camino hasta el faro es una maravilla, ese día hacía viento y había mucha gente practicando deportes de vela. Este es un paso entre dunas que permiten ver la costa hasta el estrecho:

Con encantadores accesos a la playa de Marisucia o las Dunas (esta es la playa que está a la izquierda del faro, mientras que la que está a la derecha se llama del Faro de Trafalgar):
 Después de disfrutar de aquel precioso y natural paraje, y tras tomarnos un aperitivo en el bar del señor, volvimos a la carretera, camino del sur. Atravesamos el Parque Natural de Breña y Marismas del Barbate. La carretera subía zigzagueando entre un precioso bosque de pinos que al moverse con el viento formaba un paisaje extraño, parecía que los redondos pinos se abrían y cerraban, precioso:

 Llegamos a Barbate y como no, su faro (algún día enseñaré la colección de fotos de faros que tengo), junto al muelle, en una plaza con un reloj solar en el suelo, cilíndrico, de franjas rojas y blancas, es considerado baliza por su corto alcance y su misión es señalar la entrada al puerto:
Próxima parada Zahara de los Atunes. A mi sobrina le habían recomendado un restaurante allí pero resultó estar cerrado. Buscamos otro y.... un éxito total. Comimos extraordinariamente bien. Todo estaba muy, muy bueno: la ensalada, las tostas de jamón y foie, el pulpo,... pero el atún a la plancha fue... espectacular!!!:
Después de comer nos acercamos a la playa, con pasarelas para proteger el entorno:
Otra vez en la carretera, pasamos por distintos tipos de paisajes. Eso sí, me llamó mucho la atención que pasamos junto a muchos parques eólicos. A Daisy no le importaba lo más mínimo:
Entramos en la playa de Bolonia, ya en el municipio de Tarifa. Una playa casi salvaje, perteneciente al Parque Natural del Estrecho (lo cual es sinónimo de preservación del entorno, muy codiciado por los promotores urbanísticos y turísticos, sin duda). El acceso es a través de un tramo de carretera bastante estrecho y sinuoso (nosotros, como llevábamos un conductor de primera, ningún problema). Está enfrente de Tánger. A destacar, además de las ruinas de la antigua ciudad romana Baelo Claudia, en muy buen estado de conservación, la famosa duna, declarada Monumento Natural. Es como una lengua de arena que cubre una parte del bosque de pinos que la rodea y que, con su continuo avance provoca la muerte de dichos pinos por enterramiento, hecho que, al ser natural, últimamente se aconseja no ser impedido:



Y fue en esta playa donde yo he visto una de esas cosas que cuando las ves piensas: "¡esto ya es lo que me faltaba a mí por ver!", pues sí, ¡vacas en la playa!. Alguien me podrá decir: pues no es tan raro, estarían bebiendo donde desemboque algún río. Efectivamente, lo he mirado y estaban donde desemboca el arroyo de la Churriana, pero es que aquí, en mi tierra, en Cantabria, también habrá algún arroyo que termine en una playa y mira tú si no hay vacas, muchas vacas, pero nunca antes lo había visto:
La última playa que yo tenía en mi lista de merecedoras de nuestra visita era la de Valdevaqueros, que está a continuación de la anterior, separadas por Punta Paloma. Esta también tiene una duna parecida pero fue creada en los años 40 por los militares para impedir que los movimientos naturales de la arena enterraran las instalaciones militares próximas y para fijarla se pobló la zona de pinos. Otra cosa curiosa de esta playa es que en ella desemboca el río del Valle que recorre la playa varios cientos de metros paralelo al océano. De hecho, en la foto parece agua que queda al bajar la marea:
Por donde accedimos a la playa, vimos que había un ambiente un tanto extraño, pasamos por una especie de bar, con mucha gente joven surfera y no surfera, digamos alternativa. Oímos una conversación entre dos que, refiriéndose a nuestra AC precisamente, uno decía que quién tuviera una como aquella y la chica decía que seguro que era de algún traficante. Eso ya explica un poco el ambiente, ¿no?. El Tumbao se llamaba el chiringuito. Hablándolo después con mi hija, me dijo que tenía mucha fama. ¡El Tumbao! Pues ni idea:
Pues nada, continuamos nuestra ruta, hasta Tarifa. Allí la gente volaba, no digo más!!!
Sí, hacía mucho viento y los kitesurfistas estaban en la gloria, volando literalmente:

En Tarifa está el punto más meridional de la península Ibérica, el cabo o Punta de Tarifa, situado en la isla de las Palomas, que es el punto donde se unen las aguas del Atlántico y del Mediterráneo, a 14 km. de la costa marroquí. Cruzamos por el puente que une el pueblo con el fuerte de la isla de las Palomas donde está el faro de Tarifa pero está en zona militar y de acceso prohibido, así que me tuve que conformar con esta foto:
Continuamos la marcha hacia Algeciras, por la N340 y paramos en el Mirador del Estrecho, desde donde se ve la costa africana, Ceuta y Tánger. Una pena que en la foto apenas se aprecia por las nubes, que por cierto, por allí también parecían volar, como los de Tarifa:
No paramos en Algeciras, seguimos dirección a La Linea de la Concepción. Se baja por un puerto con vistas sobre Gibraltar y le pillamos ¡con sombrero!. La verdad es que para cuando quise coger la cámara y hacer la foto ya se habían pasado las mejores vistas, pero era espectacular :
Entramos a la Linea, pero había mucho movimiento de camiones, por lo que decidimos continuar en busca del lugar donde pernoctar, que se estaba haciendo tarde. Nos dirigimos a un camping apto para AC que había en San Roque, pero estaba muy cerca de la carretera, en una zona que no nos gustó nada y buscamos otro cercano. Nos quedamos en el camping La Casita, en un entorno natural, separado del mundanal ruido y con un restaurante Thai, que nos ofreció un menú degustación perfectamente explicado y adaptado a nuestros gustos, que nos encantó:
Y así acabamos el miércoles, dando por terminada la ruta de las playas, sabiendo que habíamos visto muchas y muy bonitas pero conscientes de que aún nos faltaba mucho por ver, pero bueno, sumando información en nuestras cabecitas, colores, paisajes, olores,... 
Como esto se alarga voy a dividirlo en 2 post (y eso que resumo mucho, que por mí contaría muchas más cosas que vi, que aprendí, que sentí,...). En el próximo os contaré la ruta por pueblos de interior que hicimos en los siguientes días.
Ahora he querido resumir en este mapa nuestras andanzas costeras. No es muy fácil por el tamaño de las letras que hay que meter en poco espacio, pero bueno, es aproximado, orientativo, hecho desde el cariño, jajaja:

  • Rodeado con líneas rojas y escrito con letra roja: Pueblos y playas visitadas (de izquierda hacia abajo y a la derecha).
  • Rodeado con líneas azules: los Parques Naturales por los que pasamos.
  • Rodeado con líneas moradas: los campings en los que nos quedamos.



1 comentario:

  1. muy bonito, los paisajes una pasada y los faros preciosos.Gracias por el paseo.

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