viernes, 18 de mayo de 2018

EL TORAL- LOS 10000 DEL SOPLAO

Hoy, víspera de la celebración de Los 10000 del Soplao, el evento deportivo más multitudinario de mi comunidad, Cantabria, aprovecho para publicar este post con fotos de la ruta que hicimos hace un par de semanas y que forma parte de la modalidad de Marcha a Pie: la subida a El Toral, la cumbre más alta que los valientes que hagan esta ruta de 50 km (o el recorrido plata de 40 km) tendrán que superar.
Así que, el sábado por la mañana, nos pusimos en marcha 4 mozas, dos de ellas con la intención de acompañar a las otras dos que van a formar parte de ese grupo de 2500 personas que hay inscritas en esta modalidad de marcha a pie. Yo ya he hecho otros 2 tramos de esta ruta: la que va desde Cabezón de la Sal, donde comienza la ruta de los 10000, hasta la Campa de Ucieda (como os conté aquí) y la que llaman la ruta de los Puentes, a continuación de la anterior, y que os relaté en esta otra entrada, (o sea, que yo necesito 3 días, por lo menos, para hacer lo que ellos van a hacer en un día, ¿son o no son valientes?, que por algo lo llaman el Infierno Cántabro señores...😱😰). En esta ocasión llegamos en coche hasta el Área Recreativa de Ucieda (la Campa) y comenzamos el ascenso hasta el Toral.
Al principio fuimos por una pista, concretamente por donde bajamos la vez que hicimos la ruta de los Puentes:
El verdor y el sonido del agua fueron nuestros compañeros de excepción en esta primera parte de la ruta, pudiendo ver algunas cascadas, prueba del invierno y primavera tan lluviosos que estamos teniendo :
Fuimos ascendiendo comodamente entre árboles:
Llegamos a un punto con carteles de señalización donde se sale de la ruta de los Puentes. Aquí dejamos la pista. Por encima del bosque de robles y hayas que nos rodeaba, nuestros Picos de Europa, cargaditos de nieve todavía:
Empezaba la primera subida dura:
Una bonita pradería:
Esto parecía un dedo mágico señalando el maravilloso paisaje del fondo, por si se nos hubiera pasado por alto:
Por delante mis 3 chicas (y un señor) perdiéndose en la lejanía:
Veníamos desde allí abajo, llegando a lo que yo pensaba que, a lo mejor, ya era el Toral. ¡Qué inocente!:
Pues no. Llegamos a aquella cima y había que seguir hacia la izquierda, atravesando un pequeño y claro bosque:
Ya íbamos tomando altura y el paisaje a nuestro alrededor tenía todos los tonos posibles del verde, amortiguado a veces por el marrón o iluminado por el blanco de lontananza:
Al mirar hacia atrás nos damos cuenta de que estamos subiendo y bajando suaves lomas, por caminos rasgados entre brezos y escajos:
Una alambrada nos va marcando el camino. Estamos en un ambiente tan puro, tan oxigenado, que hasta en las estacas crece vegetación. Nunca había visto algo así, parecía puesto allí a posta, algo así como si fueran extensiones, un postizo:
Y ya nos íbamos acercando al famoso Toral, de 899 m. de altura. La foto no hace justicia. Como referencia, fijaros en la flecha que señala a un hombre que iba delante de nosotras (si podéis ver las fotos en pantalla grande apenas le podréis distinguir); pues haceros una idea de como es la subidita!!!! Menos mal que parecía haber 3 descansos, unas manchas verdes en puntos estratégicos:
Desde arriba somos más conscientes de cómo hemos ido cresteando por suaves lomas, rodeadas de inmensos bosques: estamos ante uno de los mayores y mejor conservados "pulmones" verdes del norte peninsular, el Parque Natural Saja-Besaya:
En el alto estuvimos un rato descansando y decidiendo si volvíamos a bajar el último tramo que acabábamos de subir, como era nuestra primera idea, o pensábamos en un plan B. Nos daba miedo la bajada (bueno, a unas más que a otras, jajaja). Coincidimos con otros 4 chicos que tenían claro que no bajaban por allí, así que decidimos seguir, como ellos, en dirección a Mazcuerras, con la intención de desviarnos en algún momento hacia Ucieda.
Por el camino no podían faltar las vacas tudancas, tan habituales en esta zona (no en vano el símbolo de los 10000 del Soplao es una vaca tudanca con un muchachote encima):
Por esta parte la bajada era mucho más suave, al principio por verdes y húmedas praderías:
Llegando a un cruce que nosotras cogimos hacia abajo:
Al fondo Ucieda y Ruente, con el temible cortafuegos en la ladera del fondo, que nos miraba desde cualquier perspectiva (también a unas más que a otras, ¿eh Angelines?):
Y como nada es eterno, ni hay dicha que cien años dure, llegó el momento barro, senderos que la lluvia ha dejado casi impracticables, pero como somos unas chicas del norte, pues no nos importó, lo superamos:
Desde muy lejos nos llamó la atención una finca que estaba en medio de la nada, un verde prado  rodeado de monte bajo, bordeado de pinos y con una casa dentro. Yo pensaba en la poca gracia que me haría el vivir allí. Poco me podía imaginar que el camino nos iba a llevar hasta ella. Cada vez más cerca:
En todo momento está presente la señalización para el evento:
Ya no había duda, íbamos en dirección a la finca:
Allí tuvimos dudas porque  había 2 posibles caminos y no queríamos seguir lo señalizado que nos alejaba mucho del coche. Llegaron unos chicos corriendo pero tenían nuestra misma duda. Al final, nos decidimos todos por bordear los pinos de la finca y bajar lo más recto que pudiéramos hacia Ucieda que veíamos abajo, olvidándonos de las 2 pistas más claras. Una buena cuesta (pindia, que soy de Cantabria), cómoda de bajar:
Y así llegamos al arroyo de Gargantera, un afluente del río Bayones:
Ya cogimos otra pista que nos fue sacando hasta el Barrio de Abajo, en Ucieda, y a la carretera que sube a la campa, por donde habíamos subido en coche por la mañana. En el restaurante Casa Fito tomamos una cervecita y unas tapitas y ya con otro ánimo seguimos en busca de un sitio para comer. Al poco rato, frente a las escuelas de Ucieda, comimos nuestros riquísimos bocatas y continuamos nuestra ruta rumbo a la campa, que nos faltaban casi 5 km. (de los más de 20 que anduvimos en total). Pasamos por el Barrio de Arriba y llegamos al Área Recreativa, donde habíamos dejado el coche, al borde del río Bayones, con sus muchos puentes y cristalinas y, a veces, verdes aguas: 
Sin duda, un entorno maravilloso, listo para recibir el sábado a miles de personas que estarán luchando por cumplir un reto, su reto. Mi reconocimiento para todos ellos, los que le cumplan completamente y los que lo intentan (con mención especial a mi marido que lo va a intentar en BTT y a Ángelines, Cristina y Ana, que lo harán andando, Joaquín en BTT, sin olvidarme de Sara, Jose Angel, Paco, Rocio, Rafa, Jesu, Óscar...). Seguro que conoceré a más gente que lo haga en una u otra modalidad y desde luego, si los veo, todos tendrán mi aplauso y mis gritos de ¡¡¡ÁNIMO!!! porque aunque ya viví esto el pasado año como espectadora (os lo conté en este post), este año voy a repetir y mi aplauso no os va a faltar:

Finalmente y resumiendo, estos son los enlaces de otras rutas y vivencias relacionadas con esta prueba cántabra del Soplao que hemos ido realizando a  lo largo del tiempo (sí, lo que otros más valientes que yo hacen en un día):

lunes, 7 de mayo de 2018

BIZCOCHO DE MANDARINA

Ultimamente me gusta hacer bizcochos con fruta, me parece que quedan muy jugosos y con rico sabor. En esta ocasión os propongo este de mandarina que probamos en nuestro último viaje por Francia (que os conté aquí: PUEBLOS CON ENCANTO I y aquí: PUEBLOS CON ENCANTO II) y que nos gustó mucho. En aquella ocasión le hice más grande pero este de las fotos es más pequeño. Por si os interesa hacerle más grande, en los ingredientes, pongo entre paréntesis y en rojo las cantidades que puse entonces (las proporcionales, claro), usando entonces un molde de 28 cm, no quedando muy alto. En este de las fotos usé un molde de 23 cm.
Ingredientes:
  •     3 huevos (4)
  • 250 gr. de azúcar (333gr.)
  •     1 mandarina (1)
  • 100 gr. de nata de montar (133 gr.)
  • 100 gr. de aceite de oliva (133 gr.)
  • 250 gr. de harina (333gr.)
  •   10 gr. de levadura de repostería  (13gr.)   
  • La ralladura de la mandarina.
1. Precalentamos el horno arriba y abajo a 180º C.
2. Ponemos los huevos y el azúcar en un bol y lo batimos con las varillas de la batidora durante 5 minutos, veremos que blanquean:
3. Lavamos la mandarina muy bien y rallamos la piel (sin pasar a la parte blanca) y lo reservamos. Ahora quitamos bien lo blanco y partimos los gajos en trozos muy pequeños:
4. Incorporamos los trozos de mandarina a la mezcla de huevos y azúcar, batiendo otros 5 minutos. 
5. Añadimos la parte grasa: la nata (sin montar) y el aceite. Batimos otro minuto (yo ya con la mano, 😅): 
6. Ahora introducimos en la mezcla la harina y la levadura, tamizando con un colador y mezclando hasta incorporar:
7. Seguidamente, añadimos la ralladura de la mandarina y mezclamos.
8. Engrasamos el molde con un poco de mantequilla (o aceite) y lo enharinamos. Yo, en este caso, como mi molde desmontable de 23 cm. no cierra perfectamente, le puse un papel de horno en la base, cerré el molde (que el papel sobresalga por fuera), lo engrasé con mantequilla (el papel y las paredes del molde) pero no le puse harina y se desmoldó perfectamente:
9. Finalmente, vertemos la mezcla en el molde y lo ponemos en la rejilla del horno precalentado, a media altura, durante unos 60 minutos (esto es orientativo, depende del horno, comprobar pinchando con un palillo o con un cuchillo, que salga limpio). Si vemos que se nos dora demasiado por encima, lo tapamos con papel de aluminio. Lo dejamos 5 minutos más con el horno apagado y ya podemos sacarlo, que se enfríe durante unos 10 minutos y lo desmoldamos. 
Tendremos un bizcocho como este:

Podremos disfrutarlo en el desayuno, como en nuestro caso, o para merendar, ¿no os parece?