miércoles, 18 de enero de 2017

GANTE, BÉLGICA.

Noviembre. Mi sobrina Ángela en Gante, de Erasmus. Suficiente. No hacía falta más para que nos pusiéramos en marcha. No parecía fácil ponernos de acuerdo ya que por una parte estaba mi sobrina Raquel, por otra mi hija, Elia, que vive en Madrid y por otra mi marido y yo (bueno, yo no tengo ningún problema, me adapto a cualquier circunstancia). Al final fue Ángela la que nos dio fecha para la visita, que tenía la agenda a tope, y todos nos arreglamos. Raquel, mi marido y yo fuimos desde aquí, desde Santander, ya que tenemos vuelo directo a Charleroi, el viernes a mediodía, y Elia voló desde Madrid, eso sí, llegó a otro aeropuerto, al de Zaventem. Fue un viaje relámpago, de apenas el fin de semana, por lo que había que aprovechar el tiempo.
Llegamos a Charleroi y en el mismo aeropuerto cogimos un autobús (de la compañía Flibco.com) que ya teníamos reservado y que nos llevaba directamente a Gante en apenas 1 hora y media. En Gante, el autobús nos dejó en la Estación Sint-Pieters y allí nos salió a buscar Ángela. Lo primero  fuimos a dejar las maletas en nuestro lugar de alojamiento. En esta ocasión, también tuvimos una nueva experiencia en este aspecto. Ya hace tiempo que mi hija quería probar esta forma de hospedaje pero no nos habíamos decidido aún. Pero esta vez se juntaron varias cosas (escasez de hoteles para esas fechas, los que había eran muy caros,...) así que nos liamos la manta a la cabeza y probamos. Se trata de Airbnb, que muchos ya conoceréis. Es una especie de "plataforma" donde se pueden anunciar y reservar viviendas privadas, con total garantía por ambas partes. Nosotros reservamos un piso para los cuatro con cocina, baño, dos habitaciones con camas grandes y dos salitas en una de las cuales había un sofá-cama, con lo cual, Ángela también se quedó con nosotros y dormimos los cinco divinamente. Debajo de ese piso vivía la dueña con sus hijas pero nosotros sólo la vimos cuando llegamos.
Después ya nos fuimos a ver la zona del campus universitario de Ángela y su residencia. En Gante se respira, sobre todo, ambiente estudiantil (la cuarta parte de su población es estudiante) y se amalgaman diferentes culturas dando como resultado una ciudad muy animada. Si a eso le unimos las joyas arquitectónicas que le adornan tenemos la que dicen que es la ciudad más bonita de Flandes. 
Después nos fuimos al centro histórico para hacernos con una primera impresión, de noche, claro, que en Gante es un valor añadido. Y esta fue la primera imagen del casco antiguo sobre el río Lys, con las primeras luces de navidad sobrevolando las oscuras aguas:
 Más de frente el puente de San Miguel, que aunque es el punto perfecto desde donde ver la ciudad, también es, en si mismo, una imagen preciosa:
Paseando por la orilla de uno de los dos ríos (el Lys y el Escalda) en cuya convergencia se levanta la ciudad, pudimos ir viendo los espectaculares edificios que de noche, con la premiada iluminación de la ciudad, toma colores diferentes. No en vano es la ciudad belga con más edificios históricos. 
La iglesia de San Miguel, católica romana de estilo gótico tardío, fue construida en sustitución de otra anterior que sufrió varios incendios y, aunque en principio fue diseñada para tener una torre de 134 m. de altura, al final, por razones económicas, se quedó en apenas 24 m.: 
Paseando por el borde del canal, por los antiguos muelles del puerto medieval de Gante, no sabes si mirar el original o el reflejo:
 Caminando hacia el interior, enseguida nos encontramos con la iglesia de San Nicolás, una de las más antiguas y que también se construyó sobre los restos de otro templo más antiguo que se incendió en 1176. Es de estilo gótico del Escalda, que se caracteriza por la utilización de una piedra azul-grisácea que era traída por el río Escalda. Llama la atención por la verticalidad de su fachada y el gran ventanal:
 La plaza Korenmarkt, una de las más animadas de Gante, con su antiguo edificio de Correos, hoy reconvertido en centro comercial, y su torre del reloj:

Tras ese primer vistazo, volvimos a la zona de la estación en tranvía. Elia llegaba en tren desde Bruselas. Ya nos juntamos y buscamos donde cenar. Al final lo hicimos en un restaurante hindú:
Después nos fuimos a la zona de marcha de Gante (Ángela se había informado, jajaja) y nos tomamos unos "refrescos". Dimos otra vuelta por allí y nos fuimos a dormir, que para los que trabajaron por la mañana era buena hora.
Al día siguiente amaneció un precioso día (el día anterior había caído la mundial según palabras de Ángela y algún gantés más). Lo primero que hice fue mirar por la ventana de nuestro apartamento. Se veían las torres del casco antiguo entre más tejados pero con un bonito cielo azul :
Aunque teníamos cocina no la utilizamos, la verdad. Salimos a desayunar por la zona de la biblioteca situada en Wilsonplein, ejemplo de arquitectura moderna, construida en hierro y cristal:
Tras coger fuerzas con unos gofres y un buen chocolate gantés, la ciudad de día nos esperaba. Mi sobrina nos había reservado una ruta turística guiada con un jienense creo recordar, afincado en Gante por amor. Fue muy entretenido y siempre te cuentan detalles que, por mucho que hayas leído y lleves información, seguramente te sorprenderán. 
De camino y mientras esperábamos a la hora con el guía, fuimos paseando y haciendo fotos, claro. En esta, mis cuatro amores junto a la estatua de los hermanos Van Eyck detrás de la catedral de Bavón. Esta obra se realizó con motivo de la Exposición Universal de 1913, como reconocimiento a Jan y Hubert Van Eyck, autores de la Adoración del Cordero Místico, la obra de arte más importante de Gante:
Ya nos acercamos a la plaza donde habíamos quedado con el guía, la Sint-Baafsplein, y seguimos alucinando con todo aquello. A cualquier parte que miraras, veías edificios majestuosos: 

Detalle de la fachada principal de la catedral de San Bavón, con la torre de más de 90 m. de altura:
Tan majestuosa por fuera como por dentro, es la sede de la diócesis de Gante y en ella bautizaron a Carlos V:
En su interior hay múltiples obras de arte, pero, sin lugar a dudas, la más importante es el llamado Políptico de Gante: la Adoración del Cordero Místico, de los hermanos Van Eyck. Nosotros no pudimos entrar a ver el original, nos conformamos con esta copia expuesta en una de las capillas. Está formada por 12 tablas y llama la atención por el colorido y el detalle de sus imágenes. Ha sufrido muchas agresiones y por lo menos 6 robos, es la obra de arte más robada. Después de mucho ir y venir por Europa, actualmente están aquí, en la catedral, 11 de sus doce tablas. La verdad es que tiene una historia muy curiosa y creo que merece la pena leerla. Por no extenderme más y para quien tenga curiosidad, aquí, en la wikipedia, puede leerlo con detalle:
La Iglesia de San Nicolás de día y desde otra perspectiva:
Otra de las 3 torres medievales de Gante, la de Belfort o Campanario, de 91 m. de altura. Simboliza el poder de los gremios medievales. Ha servido para anunciar la hora, dar avisos, de vigilancia y como depósito de los tesoros de la ciudad (las cartas con sus privilegios y libertades). Tiene un carillón de 45 (o 52, no lo tengo claro) campanas (se obtuvieron de la fundición de la campana Roland, la más querida por los Ganteses) que se toca a las horas en punto. En lo alto del campanario se puso también un dragón dorado, de 400 kg., simbolizando al guardián del tesoro, para asustar al enemigo:
La campana principal de esta torre, llamada Roland, fue mandada destruir por Carlos V al reconquistar Gante, porque avisaba a los vecinos si se acercaba el enemigo y fue sustituida por otra de nombre Triomphante, que actualmente ocupa un pedestal en la plaza a sus pies (esta también fue sustituida por una tercera):
En esta misma plaza está también el Teatro Nacional Flamenco:
Muy cerca, frente a la iglesia de San Nicolás, está la Casa Gremial de los Albañiles (la original), con su pintoresca fachada escalonada y rematada con 6 bufones o diablos bailarines y llena de curiosos símbolos:

Hacia el otro lado y subiendo unas escaleras, nos dirigimos al Ayuntamiento o Stadhuis de Gante, edificio singular, con dos fachadas perfectamente diferenciadas, una de estilo renacentista, sobrio:



La otra de estilo gótico flamígero, florido, con gran profusión de esculturas ornamentales:
La unión de ambas fachadas da lugar a este extraño conjunto:

Callejeando por Gante:
Un poco más alejado del centro, está la iglesia de Santiago o Saint-Jacobskerk, de la época románica, muy reformada y restaurada, es el centro de las fiestas de verano en Gante:
Cerca, la plaza Vrijdagmarkt (la del mercado de los viernes), muy concurrida y animada, con su estatua de "el Cervecero de Flandes", Jacob Van Artevelde, con su mano señalando hacia Inglaterra:
Dando a esa misma plaza está la cervecería más curiosa de la ciudad, la llamada Dulle Griet (como el cañón), que el guía nos recomendó si nos gustaba la cerveza: 
Por la noche volvimos, claro. Ofrece 350 clases de cerveza, es un sitio muy agradable.Ofrecen un tipo de cerveza que te sirven en una especie de probeta de laboratorio de 1,2 l. metida en un soporte de madera que probamos, por supuesto. La verdad es que lo pasamos muy bien, había muy buen ambiente:
Si quieres tomar eso tienes que dejar en prenda un zapato que meten en una cesta y la suben al techo con una polea (en el centro de la foto), tocando una campana. Cuando devuelves el aparato, te devuelven el zapato:

Seguimos nuestra ruta turística entre calles con rincones como este, con 2 casas del S. XVII: la de "las 6 obras de misericordia" a la izquierda, y la de "los 5 sentidos ( y las 3 virtudes divinas)" a la derecha:
 Pasamos junto al Castillo de los Condes de Flandes, construido en el S. XII, con una importante misión defensiva y de vigilancia. Actualmente, conserva el foso medieval con agua como en sus orígenes. Por la tarde lo visitamos por dentro:
 Desde aquí bajamos a los muelles, en la proximidad del puente de San Miguel, donde ahora están los embarcaderos para hacer excursiones por los canales. Nosotros no lo hicimos porque no es la mejor época. Aquí, en poco espacio, podemos repasar los diferentes estilos arquitectónicos (gótico, barroco, renacentista,...):
A un lado, el muelle de Graslei, el de las hierbas, con sus casas gremiales. Destaca una muy chiquitina,  y otra un poco inclinada hacia delante:
 En la otra orilla del canal está el muelle de Korenlei, el de los graneros, con el hotel Marriott ubicado en uno de sus edificios y la Casa de los Barqueros Extranjeros con un velero en lo alto:


 Hasta aquí llegó la visita guiada. Como ya era hora de comer, nos fuimos a un bar, bueno, chiringuito, donde Ángela (el guía también nos lo recomendó) quería que probásemos las famosas patatas fritas de Gante. Se fríen dos veces, por lo que están muy crujientes, y se acompañan de salsas. Nos las sacaron en cajitas de cartón con las salsas por encima. Estaban realmente ricas, sobre todo con una salsa de carne que nos dijo el guía. Pero el local era..., bueno, sin lujos.
Por la tarde, mis sobrinas y yo nos fuimos a ver el Castillo de los Condes de Flandes o de Gravensteen:
 Llama la atención por su robustez y aspecto guerrero, quizás un poco fuera de lugar en el centro de la ciudad. De hecho a los ganteses nunca les gustó demasiado por considerarlo un símbolo de opresión y abuso feudal. Está restaurado en casi su totalidad y permite hacerte una idea de cómo era la vida entre aquellas paredes fortificadas. 
En una de sus salas hay expuesta una colección de armas:
En otra zona se expone, una selección de elementos de tortura. Esto me desilusionó un poco, la verdad:
 Esta sala, justo encima de la puerta de entrada, fácilmente reconocible desde fuera por la ventana en forma de cruz, fue primero una capilla y después prisión. La imaginación y las películas históricas me transportaron a otra época: 
Una maravilla la vista que se tiene de la ciudad desde la torre y las almenas. Por un lado la zona de los muelles:

Por otro, las torres de los edificios más emblemáticos de la ciudad: La iglesia de San Nicolás, la torre Belfort, la catedral de San Bavón, la iglesia de Santiago,...:
Casi debajo está la plaza Sint-Veerleplein, que tiene una historia graciosa: Cuando nace un bebé en el hospital de maternidad, se encienden las luces de la plaza, como indica una baldosa inscrita que hay a un lado de la plaza. Aquí está también la antigua lonja del pescado, con una enorme figura de Neptuno (el edificio de la derecha). Hoy alberga la oficina de turismo, dotada con las últimas novedades tecnológicas que nos permiten interactuar:
Y después de deleitarnos con las vistas y de muuuuchas fotos, nos salimos. La entrada (o salida) del castillo se hace a través de un pasadizo fortificado:
Paseando por allí vimos este escaparate, con cientos de botellines de cerveza, deleite de los amantes de la cerveza:
Cruzando el río, en la plaza Groentenmarkt está el bar más pequeño de Gante, el Café Galgenhuis (Café Casa de la Horca), donde los que iban a ser ejecutados en la plaza tomaban su último trago de cerveza:
 Apenas caben 20 personas y eso que tiene dos plantas:
La iglesia de San Miguel, de día:
Mi marido y mi hija habían optado por subir a la torre Belfort (en lugar del Castillo, que a los dos sitios no nos daba tiempo), que también tiene vistas maravillosas, y ya después nos juntamos. Aquí, la family, en el Puente de San Miguel, en un momento "Mannequin Challenge":

Desde ese puente, sin duda, se obtienen las mejores fotos de Gante:
Hora de reponer fuerzas. Ángela nos llevó a merendar a una pastelería que conocía, Julie´s House, creo que se llamaba. Tuvimos que esperar un buen rato a que hubiera mesa pero mereció la pena. Unas tartas muy ricas y un local con personalidad:
Enseguida se hizo de noche y volvimos a pasear por las orillas del canal, disfrutando de unas luces especiales. No en vano la ciudad de Gante tiene un premio a su proyecto de luz:
Para mí, que soy una enamorada de los reflejos, aquello era el paraíso:

Pasamos por la calle de los graffitis, conocida como Graffitistraatje, en la que, de forma astuta, el ayuntamiento permite dar rienda suelta a todos los artistas de este arte urbano, evitando así la tentación de "mezclar" diferentes estilos en sus edificios más representativos. Es un callejón que no se ve si no vas expresamente, muy colorido, sin duda:

No faltaron momentos de ...:
Y llegó la hora de cenar. Mi sobrina había hecho una reserva en un Amadeus. Son varios los restaurantes Amadeus que hay en Bélgica, 2 de ellos en Gante (que yo sepa), cuyo  menú estrella son las costillas de cerdo a la barbacoa acompañadas de patata asada, con una salsa muy rica, y un poco de ensalada. Y puedes repetirte todas las veces que quieras (y puedas). Estaba muy rico: 
De ahí creo recordar que ya nos retiramos a nuestros aposentos, que algunos estaban reventados y al día siguiente, domingo, había que madrugar para coger el autobús que nos llevaría de vuelta a Charleroi.
En Gante todo el mundo se mueve en bicicleta, así que hay aparcamientos de bicis enormes. Pero nunca pensé que me impactarían tanto. Alrededor de la estación de Sint-Pieters hay cientos de ellas, en descampados e incluso en zonas con tejadillo. No sé como lo harán para encontrar cada uno la suya, la verdad...:

Yo ya conocía Bruselas, pero Gante es otra historia, nada que ver. En resumen, ha sido un viaje que he disfrutado mucho porque le he podido compartir con mis sobrinas del alma (también con mi marido y mi hija, por supuesto, pero con ellos viajo más veces), que me ha encantado ver como la peque se maneja (sí, ya sé que ya no es tan peeeque...) y que me ha dejado la sensación de que, aunque hemos visto muchas cosas, nos quedan muchas por ver. Así que volveré, eso sí, en primavera o en verano, que aunque nos hizo bueno (no llovió), hacía frío y supongo que en primavera estará aún más bonito.


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