jueves, 21 de mayo de 2015

FERRERÍA DE CADES

Bueno, pues este fin de semana pasado cambiamos de tercio. Como el pronóstico del tiempo no era muy halagüeño que digamos para el sábado, pues pensé que había que ver algo a cubierto y en la zona de Cantabria que mejor hiciera. Porque eso sí, nuestra comunidad es pequeñita en extensión, pero da para mucho, incluso meteorológicamente hablando, que por algo es infinita!!! Así que miré el mapa y por la zona occidental daban nubes y claros. El siguiente paso fue buscar qué había en esa zona para ver. Y cual fue mi sorpresa al encontrar la ferrería de Cades, de la cual había leído algo últimamente en relación con las cuevas del Soplao (ya sabéis que ultimamente me había dado por las cuevas, la de Pozalagua, la Cueva del Valle en Rasines, la Cuevona  en Ribadesella). La del Soplao ya la conocía y me pareció una buena opción lo de ver la ferrería, de la cual también había leído comentarios muy positivos. Así que ni cortos ni perezosos, siempre contando con la inmensa paciencia del hombre de mi casa (que ideas no me da y buscar no busca, pero me acompaña), pusimos GPS rumbo a Herrerías. Como ya he dicho está en Cades, Herrerías, próximo a las cuevas del Soplao, en la comarca Saja-Nansa. Está al lado de la carretera, así que, una vez que estás en Cades, no tiene perdida. Las visitas guiadas son a las 12:00, a las 13:00, a las 17:00 y a las 18:00. Llegamos justo a la una y como había más de cuatro personas (el mínimo), pues entramos. 
La construcción de la ferrería concluyó en 1752. Formaba parte de un conjunto rural formado por, además de la ferrería, una casona blasonada con su capilla, una panera (especie de horreo) y dos molinos harineros. Uno de estos molinos, el que está anexo a la ferrería, ha sido recientemente rehabilitado para poder ser visitado junto con la ferrería.

Como decía, hicimos una visita guiada completa, de una hora de duración, que comienza con un audiovisual y después incluye el recorrido por la ferrería, donde Rebeca y Mariana te explican y ponen en funcionamiento la maquinaria de la ferrería y después del molino.
En su momento, el dueño de la finca, realizó una importante obra, un canal que conducía el agua desde el río Nansa, que discurre paralelo, que permitía el funcionamiento de los dos molinos y de la ferrería. El lugar era el ideal: tenía cerca el agua, indispensable para el funcionamiento de toda la maquinaria, y estaba rodeado de bosques, cuya madera también era necesaria para calentar el horno. La otra materia prima, el hierro, lo traían, sobre todo, desde el País Vasco. Y como esta era la región que más experiencia tenía en estos trabajos, los obreros (llamados ferrones), también venían desde allí. Trabajaban 9 meses al año, y los otros 3 se cerraba la ferrería para su puesta a punto y ellos se iban para casa a descansar.
Con las explicaciones que nos dan, nos damos cuenta de lo durísima que tenía que ser la vida de estos trabajadores, de hecho su esperanza de vida era muy corta, acumulaban problemas respiratorios, auditivos,..., eso sí, comían muy bien, para estar fuertes. Se puede ver lo que ellas llaman la suite, la habitación del jefe de la cuadrilla de operarios, situada dentro de la misma ferrería, donde se hace difícil pensar que fueran capaces de descansar rodeados del humo, del ruido,... porque la ferrería no paraba ni de noche ni de día:

Justo al lado están los almacenes donde iban acumulando la materia prima, que dejaban caer desde las ventanas que se ven en lo alto:

Durante el recorrido nos explican como funciona el tema del agua, como, con unos simples tapones que cuelgan de unas cadenas, abren y cierran el paso del agua desde un depósito exterior:
Al abrirlos, la fuerza del agua mueve una rueda hidráulica:
que a su vez mueve dos grandes fuelles que de forma alterna van dando aire para mantener vivo el fuego:

Ese fuego, alimentado con la madera de los bosques cercanos, calienta el horno bajo a la otra parte del muro:


En ese horno echaban el mineral 

que con el calor y tras un proceso de varios días formaba una especie de "torta" (en la foto, apoyada contra la pared, detrás del mazo) :

El mazo, también movido por una rueda hidráulica, golpeaba constantemente sobre el yunque y los ferrones tenían que ir moviendo el material que sacaban incandescente del horno, ayudados por grandes tenazas para conseguir eliminar toda la escoria o impurezas y darle forma de lingote.
Todo esto, contado un poco por encima y a mi manera; Rebeca y Mariana te explican con todo detalle y exactitud el proceso completo, cómo era la vida de esa gente, la "protección" que usaban, la época en que paraban y por qué, el trabajo y riqueza que daban a la zona, el impacto medio-ambiental que supuso, lo que hacían con los deshechos, la trampa que hacen con el agua (jajaja), cómo, cuándo y por qué dejaron de funcionar... todo ello hace de esta visita algo, como mínimo, muy interesante y que yo recomiendo, incluso para niños. A mí, desde luego, me sorprendió.
Desde allí pasamos a ver el molino anexo. No pudimos resistir la tentación de asomarnos para ver la casona, también contigua a la ferrería, y que hoy, no saben si pertenece a la misma familia:

En el barrio en que yo me he criado, la Tejera, había un molino pero no recuerdo haber visto nunca ni funcionando, que supongo que cuando era pequeña todavía funcionaría, ni siquiera la maquinaria, con lo cual también me sorprendió verlo funcionando en vivo y en directo. Es curioso ver cómo algo tan simple como es el agua cayendo con fuerza y de una determinada forma, sobre una rueda horizontal, inicia un proceso tan laborioso y tan minucioso y especializado:
La rueda, al girar, transmite ese movimiento a través del eje central hasta las muelas o piedras que a su vez giran (una de ellas) y por rozamiento, van aplastando los granos de maíz que previamente han puesto en una pequeña tolva y que poco a poco van cayendo. El resultado: harina. 

Mariana y Rebeca te cuentan con detalle cómo se puede regular la separación de  esas piedras para que la harina sea más o menos gruesa, y cómo se levantaba la muela móvil cada cierto tiempo para restaurar las estrías interiores que se iban desgastando:

También se exponen los recipientes (no recuerdo el nombre) que usaban los molineros para medir el maíz:


Detalle de las muelas y el artilugio para levantarlas, así como las "sofisticadas" herramientas que usaban para restaurarlas y el recipiente con el que medían la parte del maíz que se quedaban los molineros, que cobraban en especie:
También han recreado la "sala de espera" donde aguardaban los clientes hasta que les tocaba la vez:

Parece que todo esto es muy ingenioso, que las cosas más complicadas las habían llegado a realizar de forma bastante eficaz, con los pocos medios con que contaban. El trabajo era muy duro, sí, pero ya empezaron a darse cuenta de que podían aprovechar la fuerza del agua en su beneficio. No obstante, no debemos olvidar, y aquí te lo recuerdan, que esto ya es el resultado de una importante evolución, primero las cosas eran aún más elementales, utilizando aún más la fuerza bruta de las personas y de los animales. 
Al principio del recorrido nos dijeron que no se podía ni grabar ni tomar fotos. Cuando acabamos la visita le pregunté a Rebeca si podía tomar fotos de su página web para mi blog y me dijo que pasara a hacer las fotos yo misma, que ellas no tienen ningún problema por que se hagan, pero que complicaría mucho el avance de la visita si todo el mundo se pusiera a hacerlas. Así que volví a entrar y ... espero que os gusten!!!
Podéis consultar horarios, tarifas y cualquier otra observación de la ferrería aquí.
Cuando acabamos nos dimos un paseo hasta el final del bosque de ribera que hay seguido, por un sendero, río arriba, junto al canal que llega a la ferrería: 
Allí se siente la tranquilidad.
Después ya tomamos nuestro aperitivo y comimos. Nuestro siguiente destino era la costa. Si puedo, ya sabéis que me encanta asomarme al mar (para mí, el mar es vida, además de darme el nombre, a mí y a mi blog, jajaja) y estábamos cerca de un sitio que no conocíamos y este era un buen momento para solucionarlo. Se trata del cabo de Oyambre y de la ría de la Rabia, o sea, los extremos de la playa de Oyambre que sí que conocíamos. Para llegar al cabo tuvimos que dar otro paseo, pero mereció la pena: contemplar el mar desde allí no tiene precio.
 Desde lo alto también se puede contemplar toda la playa, y no pudimos evitar acordarnos del famoso "Pájaro Amarillo", el primer avión francés que en 1929 consiguió cruzar el Atlántico y que tuvo que aterrizar de emergencia en esta playa. Pusieron un monolito conmemorativo en mitad de la playa, pero creo que ya no está (era bastante feo, la verdad).
Después nos fuimos a la otra parte de la ría para ver la lengua de arena al final de la playa que, por cierto, el color me decepcionó un poco, estaba como reseco (dice mi marido que qué paciencia hay que tener conmigo, después de las callejuelas que hay que sortear para llegar a tener la vista que yo quería, me decepciona el color!!!). De todas formas no está mal ¿no os parece?.
 Y para casa.

4 comentarios:

  1. Perdona Mar...no veo la "torta" detrás del mazo en la foto...

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    1. La "torta" está a la izda. del ventano oscuro que hay en el la pared de detrás del mazo, subido encima de una piedra, y a su izda. hay un trozo de lingote, pero eso se aprecia menos en la foto. O sea, están las tenazas, el "agujero negro" la "torta" y el lingote, todo apoyado en la pared.No sé si me habré explicado. Gracias por preguntar tus dudas

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  2. que bonitas fotos, mar.

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