viernes, 8 de junio de 2018

SALTO DEL NERVIÓN, SALINAS DE AÑANA, FRÍAS, TOBERA


Hacía mucho que teníamos prevista esta excursión. Surgió a partir de esa carpeta mía famosa, en la que tenía guardada una alusión al Salto del Nervión: había visto fotos y me gustaron, así que fueron directamente a mi archivo preferido, el de los sitios que me gustaría visitar. Ahí estaba hasta que pensamos que era un buen sitio para visitar en la autocaravana de mi hermana. Se lo propusimos y... solo faltaba planificar el finde. Busqué algún otro sitio para ver por la zona y así organizamos un fin de semana perfecto. Además, este año era apropiado puesto que ha llovido en abundancia, cosa importante para ver el salto en todo su esplendor. 
Pero vamos por orden. Marchamos el viernes último de mayo, con un pronóstico del tiempo no demasiado halagüeño; de hecho, valoramos la opción de cambiar de rumbo e ir a hacer la ruta de los castillos de Valladolid (que también tenemos pendiente). Pero la previsión meteorológica por allí no era mejor, así que al final nos decidimos por hacer esto y... acertamos!!!!
Como ya marchamos por la tarde, pensamos ir primero a las Salinas de Añana, otro destino apuntado. Añana es un municipio de la provincia de Álava. En sus salinas se ha producido sal desde hace más de 6500 años y aunque pasó por una época en que se temió por su supervivencia por problemas de sostenibilidad, a principios de este siglo se apostó por su recuperación y en ello está la Fundación que se encarga actualmente de su gestión, intentando poner en valor la producción de sales de calidad.
Aparcamos en la parte alta del pueblo, donde hay un parking para AC. Dando un paseo bajamos hacia las salinas, pasando por la plaza del ayuntamiento donde estaban montando una carpa para una fiesta (no sé cómo les iría....☔⛈☔):

 Así, pasando junto al Palacio de Añana, hoy restaurante, llegamos a la calle real:
Nuestra primera vista de las salinas, cruzando la carretera, nos produjo una sensación de dejadez, rozando el abandono. Hacia nuestra derecha estaba la iglesia Santa María de Villacones y allí estuvimos hablando con unos señores del pueblo que nos contaron el funcionamiento de las salinas. En su sencillez, nos explicaron que el agua de un río que hay en este Valle Salado pasa por  una roca salada, arrastrando sus sales. El proceso es más complejo, tiene que ver con un fenómeno geológico llamado diapiro. Simplificando, hay una especie de rocas o sedimentos salados que se han formado a lo largo de millones de años, que van subiendo hacia la superficie por su menor densidad y que, el agua de lluvia atraviesa, aflorando más tarde en varios manantiales, 4 creo que son, de agua muy salada (7 veces más que el agua del Atlántico, aunque no llega a la salinidad del Mar Muerto). Esos manantiales se van conduciendo por numerosos conductos llamados "rollos" (pequeños canales hechos con madera y sujetos con postes de madera, como el que se ve a la izquierda de la foto). Por detrás de la iglesia se puede bajar a un sendero que rodea a las salinas, un bonito paseo desde el que  se puede ver todo muy bien:

Esos conductos dejan el agua en pozos y después se reparte cogiendo el agua salada con un caldero colgando de una cuerda unida a un tronco que gira, y repartiéndose en las llamadas eras o plataformas que tienen un pequeño borde. Después, con el sol y el calor, se evapora el agua y queda la sal, que se ha de mover de vez en cuando para que no se formen bloques grandes. En la foto, varias de esas plataformas con su pozo, su tronco y su cuerda:
La sal sólo se produce de forma artesanal en los meses de primavera y verano pero este año, supongo que por el clima que tenemos en toda España, va retrasado. De ahí nuestra primera impresión de abandono.
Vista del Valle Salado donde se ubican las salinas:
Otra vista de las salinas y del pueblo de Añana con su iglesia, desde un mirador que hay cerca del convento, al otro extremo de las salinas:
Y así, volvimos a salir al camino real, pasando junto al Centro de Interpretación de las salinas, donde parten las visitas guiadas que se pueden contratar previamente en la web:
Además de la producción de sal, se está apostando por un proyecto cultural, para la divulgación y la investigación de nuevos y diferentes tipos de sal, pudiéndose también completar la visita con catas, spa al aire libre, talleres.... También hay un escenario para eventos:
Es, sin duda, un espectáculo único verlo y pensar en su historia (si tienes curiosidad por saber más, puedes pinchar en este enlace).
Después de tomar unas cañas (con su pote) en un bar del pueblo,  regresamos a la AC, viendo que el cielo se estaba poniendo muy oscuro. No hicimos más que entrar y empezó a llover como si no hubiera un mañana. Pero nosotros ya teníamos nuestra cena así que ...
Al día siguiente, después de desayunar, nos pusimos en marcha hacia el Salto del Nervión. El GPS nos indicó una ruta (por Zuazo de Cuartango) que atraviesa un valle de ese verde que tanto apreciamos los que somos del norte:
Pero cuando llegamos a un parking, el punto en que se acababa la carretera (ojo, que el GPS nos decía que podíamos continuar), nos dijeron que aún nos faltaban unos 5 km de andar. El entorno que nos rodeaba era muy bonito, una planicie rocosa por la que circulaba un riachuelo:
El caso es que sopesamos la situación y decidimos volvernos  e ir por Berberana. Las últimas gotas de lluvia en el cristal nos recordaban que había llovido, pero el cielo estaba tornando a un azul espectacular:
Como ya íbamos a llegar a mediodia, pensamos ir primero a comer a Orduña y así veíamos ese puerto con una carretera en zig-zag y con estas vistas:
Tomamos el aperitivo en la AC mientras nos preparaban la mesa en un restaurante en Delika, junto a Orduña, y, después de comer, volvimos a subir el puerto hasta llegar al desvío  para entrar al Salto. Justo a la entrada hay un amplio aparcamiento pero nosotros entramos por la pista hasta el tercer y último parking, enfrente de la Casa del Parque de Monte Santiago. Desde allí comenzamos a andar en dirección al Mirador de Rubén (está indicado) atravesando un bosque. Desde el mirador amplias vistas sobre el Valle del Délika, con Orduña al fondo y el puerto a la izquierda de la foto:
Desde allí continuamos el paseo por otro bosque que me recordó mucho a la ruta de los Puentes, en Ucieda, aquí en Cantabria (lo podéis comprobar aquí):
Aunque el camino siempre va cerca del borde del cañón, a veces el sendero te lleva justo al filo del barranco, desde donde podías oir, que no ver (por la vegetación), el sonido alegre de las aguas de un río, el Nervión:

La vegetación en esta época, exuberante:
En general, el paseo es bastante llano, pero hay una pequeña bajada de losas, que, al haber llovido por la noche, estaban un poco resbaladizas, pero contando con hombros en que apoyarte, ¿quién dijo miedo? ¿eh Fina?:
Esta pequeña ruta, inmersa en la Sierra de Sálvada (o Salvada, no sé...), rodeada de bosques de hayas, te permite ver a tu misma altura, buitres leonados:
Y así, caminando por tierras castellano-leonesas, llegamos al mirador del Nervión, en territorio vasco, ya que está situado justo en el límite entre las provincias de Burgos y de Álava. Y tenía agua, cosa que no siempre ocurre. De hecho dicen que sólo lleva agua un par de meses al año, en época de lluvias y de deshielo. Nosotros tuvimos suerte de ver no sólo la cascada principal, sino también varios afloramientos más (en la foto se ve otro a la izquierda del principal). Esto es debido a la naturaleza kárstica de la zona, de rocas calizas (si quieres saber si lleva o no agua, la mejor manera es consultarlo en redes sociales, tipo instagram; de hecho, yo lo estuve mirando los días previos y vi que 3 días antes no tenía agua, pero volvió a llover y... 👌👌):
Es un salto de 222 m de altura (en algunas partes he leído 270 m), el mayor de la Península Ibérica y es el resultado de la unión de 3 riachuelos que forman el río Délika y que a partir del salto se le llama Nervión, el que más tarde desembocará en la ría de Bilbao:
En este entorno pasamos un rato. Yo pensaba en el tiempo que hacía que tenía guardada esta referencia para ver si algún día podía verlo. Y estaba allí, viéndolo. Gracias a mi gente por hacerlo posible 😘😍😘😍.
Ya tomamos de nuevo la pista que nos llevaría  directamente al parking donde dejamos la AC, porque nosotros hicimos la ruta circular, de unos 7 km en total, pero se puede ir directamente desde el aparcamiento hasta el salto sin pasar por el mirador de Rubén, y serían unos 4 km ida y vuelta.
Al poco nos encontramos con la Lobera, al borde de la pista, donde las enormes figuras de 2 pastores y un lobo recrean una batida al lobo, recordando la lucha del hombre contra el animal que mataba a sus ovejas, obligándole a que se metiera entre unos muros en forma de embudo, cayendo a un hoyo donde después le mataba:
Ya de vuelta, pasamos por la Casa del Parque de Monte Santiago, junto al parking. A su lado está la Fuente Santiago donde, en un bonito entorno, podemos ver cómo el agua aflora en un manantial (foto de la izquierda), para pocos metros más adelante volver a desaparecer en un sumidero (foto de la derecha):
Y así terminamos esta excursión en un precioso día que no podíamos imaginar ni en nuestros mejores sueños, por los pronósticos que había. Nos instalamos de nuevo en nuestro medio de locomoción y ... a nuestro próximo destino: Frías, considerado uno de los pueblos más bonitos de España, aunque en realidad es una ciudad, la más pequeña de España, eso sí, título otorgado por Juan II, allá por el 1435. El camino bordeando, a veces, el río Ebro:
Llegamos a Frías, en el Valle de Tobalina, comarca de las Merindades, y buscamos el área de pernocta de AC. Situado a los pies del pueblo, nos encontramos con esta vista. Allí en lo alto del cerro de la Muela estaba Frías, con un sol que apenas lamía los tejados de las casas, del castillo, de la iglesia, ..., resistiéndose a desaparecer:
Allí mismo nos tomamos unas cervezas disfrutando de aquella paz infinita, apenas interrumpida por el sonido del río Molinar, unas pocas amapolas más abajo. Cenamos en la AC y al día siguiente, domingo, después de duchas y desayunos nos pusimos en marcha.
Subimos por unas escaleras, un acceso directo desde el aparcamiento, hasta empezar a callejear por el pueblo en zig-zag. Las calles principales están muy cuidadas. Fuimos ascendiendo por la calle del Mercado:
Mirando hacia atrás ya podíamos ver la famosa torre del castillo allí cerquita, encima de las casas que estábamos bordeando:
Llegamos a la parte más alta del pueblo, una explanada en cuyos extremos se asientan el castillo y la iglesia de San Vicente. Lo primero entramos en la iglesia (previo pago) e hicimos una visita guiada. Contiene la mayor variedad de estilos y de objetos religiosos que he visto en mi vida: desde una imagen articulada de Cristo, hasta una enorme talla de madera hecha de unas sola pieza, una capilla fundada por un matrimonio judeoconverso, con sus escudos inclinados, sepulcros, cuadros,...
El retablo mayor es de madera sin dorar con San Sebastián y San José a los lados de San Vicente Mártir:
La iglesia no es la original ya que en 1906 se desplomó la torre con un rosetón dañando la portada románica que fue vendida a un museo de Nueva York para poder financiar su reconstrucción. Pero su situación al borde de un cortado rocoso y su robusto aspecto, nos habla de su función defensiva, complemento del castillo. En la plaza de la iglesia llamada Plaza del Grano se celebraban los mercados y bajo la cubierta de la nave de la foto se guardaban los granos de cereal para resguardarlos de las inclemencias del tiempo:
Una muralla rodea parte de la explanada:
Compramos las entradas y entramos al castillo por el puente levadizo:
Fuimos recorriendo todo el recinto que por su situación en lo alto del cerro, Peñasco de la Muela, te permite unas vistas perfectas sobre el Valle, el Ebro y el puente romano y medieval, una maravilla por su belleza y construcción. Por él pasaba una calzada romana, que unía la parte cántabra y vasca con la castellana. En el centro tiene una torre desde la que se controlaba el paso y se cobraban los impuestos o pontazgos:
El entramado de las casas en la parte alta del pueblo:
También pudimos ver la parte baja y la carretera por donde habíamos cruzado el día anterior. Y echar un vistazo a nuestra AC, allí abajo:
La vista del cerro, con la iglesia de San Vicente al fondo, desde la Torre del Homenaje:
Y mis 3 mosqueteros, los que hicieron posible que yo estuviera allí en aquel momento, sin dar abasto a tantas sensaciones:
En el centro del castillo el patio de armas, con distintas estancias donde se desarrollaba la vida de sus habitantes:
A un costado de ese patio de armas (en la foto de arriba, a la izquierda) estaba la zona residencial noble, con sus 3 ventanales, cada uno de los cuales con 2 arcos separados por columnas en cuyos capiteles se pueden ver personajes mitológicos como  la centaura hembra amamantando a un niño (la 1ª foto de la izda.), parejas de grifos, harpías, todas esculpidas con gran precisión y bastante bien conservadas:

Desde cualquier ángulo, la vista del castillo con sus torres del Homenaje y del Reloj, perfectamente integrado con el resto de construcciones del pueblo, es... tremendo (en esta foto se ven los ventanales dobles o ajimezados :
Incluso me permití la osadía de jugar un poco con las formas:
Otra parte curiosa del pueblo son sus casas colgantes (ya no sé si son colgantes o colgadas como las de Cuenca, lo he visto escrito de las dos formas):
Realmente Frías es un lugar impresionante, donde el tiempo no parece haber transcurrido, donde no puedes dejar de admirar esa Torre del Homenaje y su indescriptible e irregular forma, que nos habla de cómo aprovechar y sacar benficio de las circunstancias que te rodean, sin poder evitar hacerme una pregunta: hoy, ¿se hubiera hecho así o se hubiera desmochado la peña? Pues ahí está, soportando el paso de los años y proporcionando a la ciudad un emblema inequívoco:
Ya de vuelta al área de AC, pasamos por la iglesia de San Vitores, con su espadaña de 2 pisos, con hueco para 4 campanas, y sobrios contrafuertes apuntalando sus muros, como destinados a soportar, en caso de necesidad, el peso de todos los edificios por encima de ella (fijaros en las casas colgantes y la iglesia de San Vicente por detrás de ella):
Desde aquí nos fuimos a Tobera, pedanía de Frías, a sólo 2 km de distancia. Subimos hasta un aparcamiento al final del pueblo, justo al lado de la ermita de Santa María de la Hoz y del santuario del Cristo de los Remedios, bueno, y del puente medieval (no tengo foto sin gente). La estampa no requiere más explicación, ¿no os parece?:
A un costado de esto, a la izda. de la foto, empieza un sendero que baja a lo largo del curso del río Molinar, que va saltando mientras cruza el pueblo:
Formando escenarios como este:
Siguiendo el sendero se pasa por miradores o te acerca hasta la misma cascada:
Es, sin duda, un espectáculo para los sentidos y en apenas 1 km se da un paseo de lo más gratificante (aunque tengo que reconocer que a mí me decepcionó un poco y no puedo explicar el motivo, porque realmente es bonito, pero quizás mis expectativas eran demasiado altas).
Y nos fuimos de allí, camino de casa. Comimos por el camino y sobre la marcha se nos ocurrió pasar por Ojo Guareña, ya que volvíamos por esa parte. La primera vez que estuve allí (la que recuerdo) fue hace 40 años, con mis padres, mi hermana y mi cuñado. Tengo un hermoso recuerdo de aquel día. He buscado fotos de entonces y pese a que el púlpito no le recordaba en el mismo sitio, está todo tal cual, más arreglado, pero igual de bonito:
 Y así terminó un precioso fin de semana, con objetivos cumplidos, con imágenes maravillosas grabadas en mi memoria espero que para siempre, pero sobre todo, con la alegría de haberla vivido y compartido con ellos tres, pero en especial con mi hermana, que sé que para ella ha supuesto un punto de inflexión importante. Si tenéis ocasión y no conocéis la zona, no lo dudéis, os encantará.
Comparto también un mapa aproximado del recorrido que hicimos:


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