Esta vez nos adentramos en el Parque Natural Saja-Besaya. Hermosa zona en el corazón de Cantabria, siendo el parque natural más extenso de la comunidad, más de 24000 Ha. El día empezó con malas perspectivas climatológicas. Aquí llovía. Pero, aunque ninguna página del tiempo daba buenos pronósticos, nosotros, que somos del norte, nos pusimos en camino, con la fe puesta en una posible confusión (que a veces pasa, ¿no?). Pues allá que nos dirigimos: mi marido, Angelines, Manuel y yo. Y Joy, por supuesto. Por el camino, se veía oscuro, como de ir a llover abundantemente, nuestra fe se iba al garete por momentos, pero... Dejamos los coches en la campa de Ucieda. Al llegar llovía un poco pero como ya estábamos allí y, además, provistos de chubasqueros y paraguas, pues nada, a caminar. Buena idea. Enseguida dejó de llover. La ruta que hicimos, llamada así, de los puentes, está bien señalizada desde el principio. La campa es una importante extensión con un edificio, la Casa del Monte, además de una zona de parque infantil y mesas con bancos, junto al río Bayones, ideal para pasar el día rodeados de naturaleza. :
Enfrente el río y un primer puente. La de puentes que nos faltaban por ver...:
Comenzamos a andar por una pista, por la que pueden circular vehículos, y esta vez sí, cruzamos nuestro primer puente:
Enseguida la pista se divide. Nosotros nos fuimos a la derecha. Allí había un cartel indicador de un sendero adaptado, de 2 km. de longitud, ideal para hacer con niños o para quien le cueste más andar. El entorno, alrededor del río Bayones, merece la pena.
Nosotros seguimos, por la pista de la derecha y cuesta arriba. No llovía pero el ambiente rebosaba humedad, con nubes bajas, con montes de múltiples tonos de verde...:
4 Km. más arriba llegamos a otro cartel que nos indica que hemos de dejar la pista para adentrarnos en el bosque. Estos son los primeros escalones en esa dirección, comienza la aventura:
Los puentes se iban sucediendo. De todos los tamaños y formas, siempre atendiendo a las necesidades del terreno:
En esta ruta podemos ver otros 2 árboles clasificados como singulares (en este post os enseñé otra ruta, la de Ruente-Monte Aá, con árboles singulares también). Para ver el primero, el llamado "roble tumbao" hay que dejar el sendero y bajar un poco a la izquierda, está señalizado perfectamente:
La verdad es que impresiona, hace pensar un poco. El tiempo le ha dado una extraña peculiaridad...:
Este quizás sea de los más bonitos, desde luego, creo que el más alto:
Allí me hubiera pasado horas. Escuchando el leve rumor del agua deslizándose entre las piedras:
Salimos de este bosque para atravesar otra ladera, esta vez desprovista de árboles, camino de la Tierra Media:
Aquí el bosque tomaba colores rojizos y verdes, en completa armonía:
Una delicia para los sentidos:
Hasta las raíces de algún árbol arrancado por el viento, sin contemplaciones, mantenían el aspecto de figura misteriosa:
Otro puente para atravesar un pequeño regato, este con "barandilla" en un solo lado:
Más adelante nos encontramos con el segundo árbol singular que se ve en esta ruta. Se trata del Haya nº 20, con su cartelito identificativo:
La ruta continúa por preciosos parajes, cortando la ladera:
Otro puente, precioso en su simpleza:
Y de repente llegamos a una especie de micro-valle, con su micro-clima. Aquello parecía otro mundo: diferente vegetación, diferente luz, diferente temperatura..., un oasis de helechos en medio de un desierto de árboles. Y no era más que lo que se ve en la foto, micro, micro:
Nosotros bajamos por la pista hacia la izquierda, bordeando de nuevo el río Bayones, con más puentes, estos ya más elaborados:
Continuamos por la pista hasta encontrarnos con otro panel informativo del sendero adaptado, el que vimos al principio, pero esta vez en la otra punta. Decidimos continuar por él. Sólo una parte del mismo está acondicionado como se ve en la foto:
Enfrente el río y un primer puente. La de puentes que nos faltaban por ver...:
Comenzamos a andar por una pista, por la que pueden circular vehículos, y esta vez sí, cruzamos nuestro primer puente:
Enseguida la pista se divide. Nosotros nos fuimos a la derecha. Allí había un cartel indicador de un sendero adaptado, de 2 km. de longitud, ideal para hacer con niños o para quien le cueste más andar. El entorno, alrededor del río Bayones, merece la pena.
Nosotros seguimos, por la pista de la derecha y cuesta arriba. No llovía pero el ambiente rebosaba humedad, con nubes bajas, con montes de múltiples tonos de verde...:
4 Km. más arriba llegamos a otro cartel que nos indica que hemos de dejar la pista para adentrarnos en el bosque. Estos son los primeros escalones en esa dirección, comienza la aventura:
En efecto, enseguida parece que nos vayamos a meter en el Mundo de Mordor. La lluvia amenazaba, pero salvo algún momento de ligera llovizna (sí, el calabobos de toda la vida), que afrontamos con los chubasqueros, ni siquiera tuvimos que abrir los paraguas:
Eso sí, en algún tramo, el suelo estaba un poco embarrado:
El sendero, siempre claro, nos indicaba por donde cruzar los múltiples arroyos que descienden por el monte:Los puentes se iban sucediendo. De todos los tamaños y formas, siempre atendiendo a las necesidades del terreno:
En esta ruta podemos ver otros 2 árboles clasificados como singulares (en este post os enseñé otra ruta, la de Ruente-Monte Aá, con árboles singulares también). Para ver el primero, el llamado "roble tumbao" hay que dejar el sendero y bajar un poco a la izquierda, está señalizado perfectamente:
La verdad es que impresiona, hace pensar un poco. El tiempo le ha dado una extraña peculiaridad...:
El entorno del Tumbao daba sensación de otoño, por tantas hojas caídas como había. También encontré esto, un tronco cubierto de un musgo precioso, el star moss o musgo estrellado (el tortula ruralis), que me encanta. Había bastante por la zona:
Otro puente. Alguno supuso un reto de superación para la chica de verde (vale, este no):Este quizás sea de los más bonitos, desde luego, creo que el más alto:
Allí me hubiera pasado horas. Escuchando el leve rumor del agua deslizándose entre las piedras:
Salimos de este bosque para atravesar otra ladera, esta vez desprovista de árboles, camino de la Tierra Media:
Al otro lado nos esperaba otro bosque:
Y más puentes, algunos tan... como este, uno de mis preferidos, por su sencillez, por su manera de demostrarnos lo fácil que a veces puede resultar superar una dificultad en el camino:Aquí el bosque tomaba colores rojizos y verdes, en completa armonía:
Una delicia para los sentidos:
Hasta las raíces de algún árbol arrancado por el viento, sin contemplaciones, mantenían el aspecto de figura misteriosa:
Otro puente para atravesar un pequeño regato, este con "barandilla" en un solo lado:
Este otro, a un poco más de altura, ya tenía por los dos lados:
Este más básico:Más adelante nos encontramos con el segundo árbol singular que se ve en esta ruta. Se trata del Haya nº 20, con su cartelito identificativo:
La ruta continúa por preciosos parajes, cortando la ladera:
Otro puente, precioso en su simpleza:
Y de repente llegamos a una especie de micro-valle, con su micro-clima. Aquello parecía otro mundo: diferente vegetación, diferente luz, diferente temperatura..., un oasis de helechos en medio de un desierto de árboles. Y no era más que lo que se ve en la foto, micro, micro:
Salimos de nuevo a la superficie. Al fondo, tras el acebo, hubiéramos visto los Picos de Europa, si hubiera estado despejado:
Y así continuamos hasta llegar a una pista que subía hacia el Toral Era el final del sendero:Nosotros bajamos por la pista hacia la izquierda, bordeando de nuevo el río Bayones, con más puentes, estos ya más elaborados:
Continuamos por la pista hasta encontrarnos con otro panel informativo del sendero adaptado, el que vimos al principio, pero esta vez en la otra punta. Decidimos continuar por él. Sólo una parte del mismo está acondicionado como se ve en la foto:
Tiene 10 paneles táctiles informativos sobre la fauna y la flora de este espacio natural:
Y así volvimos a enlazar con el principio de la ruta, donde estaba el otro cartel informativo, donde ya sólo quedaba una pista que seguimos hasta llegar al coche. Hicimos unos 17 km., es una ruta fácil, con una subida importante al principio, pero después es bastante llana, con pequeñas subidas y bajadas. Y es preciosa. He leído que es aun más bonita en otoño, por el color ocre, pero así también merece la pena disfrutarla. Por lo menos a nosotros, nos encantó, y Joy lo pasó en grande, eso sí, acabó irreconocible, pero el río estaba a mano. No pongo la ruta en el mapa porque al ser tan boscoso, no se ve bien el camino en el Google Earth, pero este enlace es una buena referencia. No dejéis de daros una vuelta por allí (si no lo conocéis) aunque no sea para andar, porque el entorno os gustará!!! Ah, y me lo contáis!!!
En esta ruta se recorre un tramo del Soplao. Si queréis ver otros tramos y experiencias con esta prueba cántabra, podéis pinchar en los siguientes enlaces:
⇛ EL TORAL
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