miércoles, 17 de julio de 2019

A CORUÑA 4

Mi escapada anual a Coruña. Ya he contado en este post y en este otro mis otras vacaciones en esta ciudad acompañando a mi hija que pasa varios meses al año trabajando allí. También estuvimos mi marido y yo en marzo pasando un fin de semana con ella (os lo conté aquí). 
El lunes, como no hacía para la playa aunque la temperatura era ideal, me dediqué a pasear por la ciudad, intentado verla desde otra perspectiva, puesto que, más o menos la conozco bien (al menos sus principales puntos turísticos).
La Terraza, sede de TVE y RNE en a Coruña, vista desde la parte del puerto:
 
El Puerto de Pesqueros Históricos con la Marina y sus casas acristaladas detrás:
Plaza de María Pita, con el Palacio Municipal (ayuntamiento), desde los arcos de los soportales:
La Torre de Hércules, que aunque sea a través del hueco entre dos troncos, siempre es especial:
Parte de la familia de Menhires:
Monumento a los Fusilados, con sus manchas de sangre:
El Club del Mar en la playa de San Amaro, con su bonita decoración de motivos marinos:
Castillo de San Antón desde una pasarela cercana:
Así terminó mi primer día de estancia en a Coruña: había recorrido todo el paseo marítimo, de unos 16 km de longitud, alrededor de la península que geográficamente alberga parte de la ciudad, pudiendo contemplar las dos fachadas marítimas, acabando, eso sí, en esta parte, con un juego de luces y de sombras que solo el astro rey sabe hacer:
El martes, que tampoco hizo para la playa, le dediqué a visitar el  Museo del Hombre, más conocido como Domus, que aunque está muy cerca del hotel en el que nos quedamos siempre, todavía no lo había visitado. Es interactivo y tiene diferentes juegos y actividades con las que pasé un buen rato, bueno, hasta qué punto estaría entretenida que me habían explicado al llegar que en 15 minutos ponían un documental en la sala de cine y que lo anunciaban por megafonía. Pues no me enteré🙉🙉. Cuando me di cuenta por la hora ya había empezado. Tiene cosas muy curiosas que te hacen pensar:
Rincón donde poder hacernos una foto acompañados de familiares quizás no tan lejanos como nos creemos:
En otra zona se oía constantemente un latido del corazón. Se pasaba como por dentro de un corazón:
En una sala había una cabina en el que ponía que no se debía entrar sin informarse antes. Por supuesto pregunté: había unos fetos de siamesas de hace más de un siglo metidas en formol:
Y, claro, imprescindible la foto del "Soldado Romano" o el Guerrero de Botero, en la escalinata exterior del Museo:
Sobre las 3 salí de allí para ir a comer. Al pasar por la Fuente de los Surfistas no pude evitar hacer esta foto. Por cierto, en estos días me ha parecido que había una super-población de estas aves en la Coruña. El suelo de las calles estaban blancas de las "caquitas" de gaviota y volando había a cientos. Bueno, aquí se estaban dando un chapuzón...:
Después de comer me fui a ver otro museo, La Casa de las Ciencias, uno de los 3 museos científicos de la Coruña (además del Acuario y el Domus). Por el paseo me fijé en las flores que tenían los árboles, que no había visto nunca. Las flores se parecen a las que aquí llamamos plumeros o limpiatubos, pero el árbol es diferente, mucho mas grande, suponía que serían de la misma familia. Vi a un operario en un jardín y pregunté: se llama metrosidero y me pareció que no era la primera que le preguntaba:
Subí hasta el Parque de Santa Margarita, por detrás de la Ópera, donde está la Casa de las Ciencias, ubicada en un antiguo palacete:
También es para ver y tocar. Hay exposiciones fotográficas, información astronómica a través de los medios de comunicación, diferentes juegos de física, una planta dedicada a los péndulos, bueno, hasta una incubadora de pollos 😀, que me recordó tiempos pasados... En el hueco de la escalera hay un péndulo de Foucault, que se utiliza para demostrar la rotación de la Tierra:
En la última planta y bajo la cúpula, está el planetario, con un proyector analógico y otro digital. Vimos el cielo de una noche cualquiera de verano sobre la ciudad gallega y nos enseñaron las principales estrellas y constelaciones y la forma de encontrarlas.
Desde allí me bajé al centro para encontrarme con mi hija. Cenamos en un restaurante que nos gusta mucho, que siempre visitamos y que, por cierto, han ampliado. Una apuesta segura, bueno, en realidad todavía no hemos encontrado uno que no nos haya gustado, la verdad. Pero claro, tenemos información privilegiada, ya que mi hija trabaja con gente de allí...
Al día siguiente, miércoles, sí que hizo muy bueno, así que me fui a la playa. Bueno, antes me di una vuelta por la ciudad, nunca me cansa. Esta estampa de las torres del ayuntamiento desde la parte posterior tiene su encanto:
Esa noche cené sola porque mi hija tuvo que volar a Madrid y no volvió hasta el día siguiente. Me fui a una taberna recomendada y como no había sitio en la terraza me sentaron en la barra y allí me cené una ración de pulpo (además de un cuenco de lentejas bien ricas que me sacaron de tapa, unas patatas, una salchicha,...🙊). Después me fui a la Marina a comer un helado y cuando me di cuenta tuve que darme prisa en volver al paseo de la parte del hotel para ver esto. Sin comentarios:
Al día siguiente, jueves, como la previsión metereológica  era de cielos nublados otra vez, aproveché para hacer una excursion en tren y, tras muchas dudas y vicisitudes, al final me decidí por Pontevedra, pero esto será otra historia...
Esa noche ya cené con Elia y al día siguiente, viernes, ella trabajó por la mañana. Yo estuve en la playa un rato, hasta que una niebla densa vino "al galope" desde el mar. Enseguida recogimos las maletas del hotel, un taxi y al aeropuerto a recoger un coche y ponernos en marcha. Cada año, a la vuelta, pasamos por algún sitio con encanto: un año paramos en la playa de las Catedrales, otro nos fuimos hasta el banco "más bonito del mundo", en Ortigueira. Este año, una chica que me hizo una encuesta en la Torre de Hércules me recomendó el Castillo de Santa Cruz, a unos 10 km de a Coruña. Pues ni cortas ni perezosas allá que nos dirigimos. Cuando llegamos había niebla, lo cual restó mucha visibilidad, pero me pareció espectacular:

El castillo fue construido en el S. XVI en un pequeño islote para completar la defensa de la ría de A Coruña. Después fue la residencia de la hija de Emilia Pardo Bazán. Más tarde fue donado al ejercito convirtiéndose en residencia de verano de huérfanos del ejército. Posteriormente el ayuntamiento de Oleiros lo compró para dedicarlo a la educación ambiental y está declarado Bien de Interés Cultural:
El recinto se puede visitar por la mañana. Como nosotras no llegamos a tiempo, dimos un paseo por alrededor de la muralla por un sendero habilitado para tal fin:
Sin duda un lugar de gran valor paisajístico e histórico, desde el que se podrá ver la Coruña en días despejados:  
Comimos con estas vistas sobre la bahía de Sada, lugar muy nombrado en mi familia porque mi hermana estuvo allí en un albergue cuando era una chavala:
En resumen, un viaje perfecto, con tiempo de pensar, de callar, de buscar, de encontrar, de ver, de mirar, de aprender, de esperar, de andar, de descansar,..., pero sobre todo de compartir algunos ratos  (no muchos, pero menos es nada) con mi hija, que siempre es un placer:

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