jueves, 19 de julio de 2018

A CORUÑA 2

Este año también se me presentó la oportunidad de ir a la Coruña con mi hija en la segunda semana de julio, y... ¿cómo lo voy a desaprovechar?. Nos fuimos el domingo por la tarde y esta vez no encontramos atascos por Asturias como el año pasado, pero tampoco pudimos pasar por el tramo de autovía que pasa por Mondoñedo, por la niebla (cosa que me parecía muy curiosa porque sólo había niebla allí, el resto del viaje estuvo totalmente despejado; pero ya me he enterado de que, efectivamente, sólo pasa allí y sobre todo en esta época de primavera-verano), pero bueno, como era todavía de día, el desvío se me hizo más corto.
En 4 horas estábamos en el hotel, deshicimos la maleta y a dormir, que mi hija trabajaba al día siguiente, lunes.
Yo pasé el día entre paseos, playa y lecturas, o sea, de lo más relajado, con una experiencia un poco surrealista en la playa😔😕. Por la tarde, cuando ella salió de trabajar nos fuimos a dar un paseo por la zona de la Torre de Hércules, para ver una parte que nos quedó pendiente el año pasado (os lo conté aquí). Rodeamos la torre por su lado izquierdo, por la parte de la playa de las Lapas y del Acuario Finisterre, encontrando varios bancos situados en puntos estratégicos, como este, con vistas al acuario, a la bahia de la Coruña, con el Monte de San Pedro de frente:


O este otro que invita al descanso, incluso a echar una siesta:

Llegamos a Punta Herminia en busca de la Caracola, pero no estaba 😖. Todo esto forma parte del llamado Parque Escultórico de A Coruña, donde hay 3 casetas de observación de aves, que aprovechamos para hacer otro descanso y jugar un poco con las perspectivas. El año pasado mi hija se esforzó en aguantar la Torre un día de mucho viento (lo podéis ver aquí), este año, en cambio, nos pareció como de juguete:
Este parque, en realidad es un museo al aire libre (47 Ha) donde se pueden contemplar varias obras con las temáticas del mar y la mitología, como esta Copa del Sol: 
O este "Hércules sobre la nave de los Argonautas"
Y así llegamos a la zona de los Menhires en el Campo de la Rata. Esta obra, también llamada Familia de Menhires, está formada por 12 piezas, que representan al padre, la madre y 10 hijos, todos con ventanas para poder ver el mar, la torre,...:
Seguido está el Monumento a los Fusilados en la guerra civil, obra curiosa, sin duda. Tiene unas manchas rojas que simbolizan la sangre que queda en un paredón de fusilamiento (en la foto, en las rocas del centro). Hay también varias inscripciones talladas en las rocas de granito, como una que dice (más o menos, que está en gallego): "Inmolados en este campo, frente al oscuro mar, por defender causas justas":

Justo al lado está el Cementerio Moro, un poco descuidado, donde enterraron a los marroquíes que murieron en la guerra española, aunque después los trasladaron a otro cementerio y más tarde los repatriaron.
Mientras paseábamos por la zona veíamos cómo entraban muchísimos barcos de pesca hacia la ría de la Coruña, rodeados de gaviotas. No pude evitar pensar en algo que he leído sobre el anisakis y lo perjudicial que es tirar los restos de tripas, que ya están contaminadas, al mar, donde es ingerido por otros peces y aves, haciéndose así imposible el control de la contaminación por el anisakis: 
Continuando por el borde costero, pasamos por la playita de los Moros y llegamos a la de Adormideras, una estrecha cala, a esas horas ya con sombra:
Más adelante, vimos la playa de San Amaro, con su club marítimo y con la singular y reconocible torre de control de la Capitanía Marítima al fondo:
Desde allí nos fuimos al centro a cenar, de hecho íbamos a una pulpería pero estaba cerrada así que... cenamos en otro restaurante en la calle Estrella, rico pulpito, zamburiñas y raxo (lo típico es de cerdo, pero nosotras lo pedimos de pollo y estaba muy rico y jugoso):
Y así acabó el lunes.
El martes estuve paseando por las calles del centro histórico y, como no, pasé por la plaza de María Pita, donde está ubicado el ayuntamiento, que ya visité el año pasado:
Entre playa, paseos y lectura se me pasó el día hasta que volvió mi niña del trabajo. Ropa cómoda y a caminar. Esta vez hacia la otra punta de la ciudad, hacia el Monte de San Pedro. Yo estuve en lo alto del monte, pero vi una foto de mi sobrina en un sitio que no conocía. Al preguntarle me dijo que estaba bordeando el monte, así que allá nos fuimos. La Ventana al Atlántico lo llaman. No me importaría pasar allí unos buenos ratos. Jugando con la luz hicimos unas fotos bien chulas, ¿no os parece?:
Ciertamente tiene forma de ventana, con sus contraventanas dispuestas a ser cerradas en cuanto se haga de noche o se ponga a llover 😜, un poco asimétrica, eso sí:
Dimos la vuelta completa al monte, pasando por alguna zona un poco comprometida 😅🙈. Pero llegamos sanas y salvas otra vez al centro. Y con hambre. Esta vez sí que estaba abierta la pulpería que buscamos la noche anterior y allí cenamos. Era la Pulpería Riazor, en la zona del estadio de Riazor. Muy bien. Todo muy rico y la gente muy maja. Esa primera noche nos quedamos con las ganas de su postre estrella, la cúpula, que no les quedaba, así que volvimos al día siguiente. Por cierto, allí confundieron a mi hija con una actriz. Fue muy gracioso 😃😃:
 Así terminó el martes, caminando por el maravilloso paseo marítimo, disfrutando de un espectacular ocaso, con un agua en calma bajo un cielo que ardía (o quizás alucinaba en colorines, jajaja) y un paseante de excepción:
Al día siguiente, miércoles, el pronóstico del tiempo era de cielos nublados, así que aproveché para irme a Santiago de Compostela, pero esa es otra historia... esta!!!
El jueves dediqué la mañana al Aquarium Finisterre o Casa de los Peces, muy cerca del hotel. Es un edificio que queda un poco en bajo con respecto a la carretera por lo que puede pasar desapercibido. La entrada cuesta 10 € y yo los desempeñé. No sé las horas que estuve allí dentro, me lo pasé en grande, la verdad. 
A la entrada hay una exposición de "Fotógrafos de la Naturaleza 2018" con las fotos finalistas y ganadoras del concurso European Wildlife Photographer of the Year. Fotos muy curiosas, me encantaron.
Después bajé a la sala Nautilus, decorada como el camarote del capitán Nemo en el Nautilus y rodeado de una enorme piscina de 4,4 millones de litros de agua, la mayor de Europa. Aquí habita, entre otras muchas especies, Gastón, un tiburón toro macho de 120 kg y casi 3 m. de largo: 
Después de observarlos a todos con detenimiento y hacer muuuuchas fotos, me salí un rato a la calle, a la piscina de las focas: 

Están como en dos zonas diferentes (con agua del mar, que sube y baja con las mareas) y se ve que están en la gloria, porque parecía que hacían monadas para divertirnos. Yo sola me reía con ellas. Nadaban con la barriga para arriba, si no les hacías caso daban con las aletas en el agua y emitían un sonido como para llamarte, enseñaban los dientes, parecía que se reían, ...:
Se daban la vuelta, jugaban entre ellas, se quedaban quietas en el fondo como si estuvieran muertas: 
De repente se paraban, hacían un bucle y asomaban el hocico:
Ciertamente me lo pasé genial con ellas y me pareció que estaban muy felices en ese habitat, la verdad:

En otra parte de la piscina había una zona donde apenas se distinguían unos pececillos que brillaban, conviviendo con las focas:
Desde ese entorno se ve de frente el Monte de San Pedro, al otro lado de la ensenada (a cierta distancia aunque con mi super zoom parezca que está cerca) con el ascensor panorámico y la cúpula-mirador:
Volví a entrar para ver la Sala Maremagnum, enorme, interactiva, con preguntas curiosas (y sus repuestas, claro) y con más de 600 especies atlánticas repartidas en diferentes módulos, algunas de ellas en grandes acuarios, representando cada uno a un ecosistema de la costa gallega. Como ya no recuerdo el nombre de todos los peces de las fotos y no quiero equivocarme, pongo estas, que me parecen bonitas:










Cuando me quise dar cuenta (me llamó mi marido) eran las 3 y pico y estaba sin comer, pero feliz. Salí otra vez a la parte de fuera, donde está el ancla del petrolero Mar Egeo que en 1992 encalló frente a la Torre de Hércules, provocando una marea negra, con la Torre de Hércules como telón de fondo:
Ya me bajé al centro para comer y después bajé un rato a la playa. Cuando vino Elia del trabajo también bajó a la playa. Dimos paseito por la orilla y subimos a ducharnos y arreglarnos para salir a cenar. Desde la ventana esta vista, con el sol en su último tramo antes de caer en los brazos de un sereno océano:

Mi hija había reservado para cenar en un restaurante muy chulo, "El de Alberto", uno de los mejor considerados de la ciudad. Con razón. Dispone de una cocina moderna, llena de sabor, con productos de calidad. una maravillosa presentación y en cantidad adecuada. Y los camareros no pudieron ser más agradables. Nosotras cenamos canelón de aguacate relleno de atún rojo con salsa de jengibre y pasta de wasabi y unas croquetas melosas de lubrigante (bogabante) gallego, especialidad de la casa. Y de postre tomamos donetes rellenos de chocolate líquido sobre galleta y semiesfera de chocolate rellena con fruta de la pasión. Todo ello regado con albariño, por supuesto. Hasta el pan estaba riquísimo. Una pasada, la verdad, y el precio me pareció muy justo, no excesivo. Para volver, sin duda, totalmente recomendable:
De regreso al hotel, que estaba muy cerca, todavía pudimos asistir a una preciosa puesta de sol, en todos los tonos cálidos imaginables: 
El viernes amaneció también precioso. Ese día quería ir a la Casa de las Ciencias, pero antes pase por los Jardines de Méndez Núñez, para comprobar que el calendario floral estaba al día y el reloj en hora. Estaban:

Pasé por la plaza Galicia, donde se ubica el Palacio de Justicia, con bonitos edificios:
Calles elegantes:
Y llegué a la Glorieta América, con el Palacio de la Ópera (antes Palacio de Congresos), impresionante, sede de la orquesta sinfónica de Galicia y, por lo visto, con unas pésimas condiciones técnicas y acústicas en su auditorio principal:

Justo al lado está ya el Parque de Santa Margarita, donde se sitúa la Casa de las Ciencias, uno de los tres museos científicos coruñeses (junto con el Aquarium y el Domus). Inaugurado en 1985, el museo está situado en un antiguo palacete de planta octogonal:

Se me hizo tarde para entrar así que me queda pendiente para la próxima vez. Eso sí, me dediqué a buscar las cosas curiosas que hay en el recinto del parque, como este manzano, ejemplar clónico del que hay en la casa de Isaac Newton, descendiente a su vez de aquel cuya manzana le cayó en la cabeza a Newton llevándole a preguntarse aquello de "¿por qué se cae la manzana y no la luna?
O este hórreo del siglo XVI: 
O la Fuente de la Bola, que aunque pesa más que un coche se puede girar sin esfuerzo sobre la base en que se apoya por los principios básicos de la presión:

Y ya me volví al hotel para recoger mi maleta. Recogimos un coche de alquiler y para casa, no sin antes ir a sentarnos en el Banco más bonito del mundo, o por lo menos así está escrito en inglés en la parte de atrás de este banco situado en la costa de Loiba, Ortigueira, al norte de la provincia de la Coruña:
No sé si será el más bonito (aquí en Cantabria tenemos varios que podrían hacerle la competencia, en especial uno que hay en la costa de Loredo, en la playa de los Tranquilos, medalla de oro para toda  mi familia), pero sí que ocupa un lugar privilegiado, en medio de un paisaje que no necesita más que tiempo para disfrutarlo. En esta foto se puede ver, en el extremo más alejado, el cabo de Estaca de Bares, el punto más septentrional de España, que marca la divisoria entre el mar Cantábrico y el océano Atlántico:
Como ya he dicho, estuve también el año pasado en este mismo plan (si queréis verlo, pinchad aquí) y ya había estado hace años, pero ya tengo ganas de volver, que me han quedado cosas pendientes por ver. Próximamente os contaré mi turisteo por Santiago de Compostela.


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