lunes, 1 de abril de 2019

A CORUÑA 3

Hoy os cuento un viajecito de fin de semana que hicimos a principios de marzo. Mi hija, como ya he dicho más veces, trabaja unos meses del año en a Coruña. Yo ya he estado varias veces allí con ella (podéis recordarlo pulsando en este enlace y en este otro), pero su padre no había tenido todavía la oportunidad. Así que este fue el momento. En realidad ya habíamos estado hace años en Galicia, pero bueno, nos faltaba en este plan.
Mi hija trabajaba ese viernes por la mañana y la idea era llegar para comer con ella. Como teníamos tiempo, paramos en la playa de las Catedrales, que mi marido no lo conocía:
Nuestra suerte fue relativa: estar allí es una maravilla, pero si la marea está alta como aquel día, no se puede acceder a la playa y no se puede caminar bajo las formas que dan lugar al nombre:
Pero si no se puede ver desde abajo, pues... lo vemos desde arriba:
Nos dimos un paseo por el borde del litoral viendo los arcos que la erosión ha ido formando:
Una preciosidad, sin duda. Allí pasamos un buen rato, tomamos un tentempie y ya nos fuimos hacia a Coruña. Llegamos justo a la hora, el tiempo justo para que mi hija fuera hasta el hotel y allí nos esperó. Fuimos a comer a un sitio muy chulo que ella conocía y había reservado, donde degustamos platos como este:
 O como este de rabo de toro sobre una especie de torrijas (que no solo de marisco vive el hombre...😄😄). Exquisiteces, la verdad, (el restaurante se llama Peculiar, digno nombre de lo que comimos):
Por la tarde estuvimos de paseo por la ciudad, Torre de Hércules, la Marina, la plaza María Pita,..., cenamos pulpo y no recuerdo qué más y nos fuimos al hotel. 
Al día siguiente sábado, después de desayunar nos fuimos a la playa de la Lanzada, en el municipio de O Grove, cerca de Sanxenxo, en la provincia de Pontevedra, que no conocíamos ninguno y es una de las más visitadas de Galicia. Con más de 2 km de largo, es un arenal con dunas, protegida, perteneciente a la Red Natura 2000, para la conservación de la biodiversidad en la Comunidad Europea,  y me recordó al Puntal y Somo, aquí en Cantabria:
Tiene fuerte oleaje y es muy ventosa, muy apreciado por los surfistas, y ese día presentaba un amplio abanico de tonalidades de azules, grises y verdes:
A un extremo de la playa, en una pequeña península, está la ermita de Nuestra Señora de la Lanzada, románica, del s. XII:
En su interior, la imagen de la Virgen en el altar mayor, tras el cual hay un paso que según la tradición, se debe barrer varias veces alrededor para quitar todo mal de ojo:
Las vistas hacia la playa de la Lanzada y hacia la Punta de las Lapas es espectacular:
La ermita formaba parte de una fortaleza medieval de defensa costera (a la entrada hay un castro que están excavando y estudiando y restos de una torre). 
Junto a la ermita hay unas escaleras que bajan hacia el agua. Esto tiene una historia mágica: El último fin de semana de agosto se celebra la romería de la Virgen de la Lanzada. En la madrugada del sábado al domingo, las parejas que tengan dificultad para concebir deben bajar y meterse al agua por ahí, accediendo a la Cuna da Santa. La mujer se debe dar un baño de 9 olas:
También hay un bonito mirador:
Es una campa muy agradable y tranquila donde la fuerza del agua, tan próxima, no parece intimidarla:
A la otra parte de la pequeña península está la playa de Foxos:
Allí pasamos un buen rato, se estaba muy a gusto, pero ya nos fuimos en busca de un paseo que habían recomendado a mi hija, el Paseo de Piedras Negras. Pasamos por un pequeño istmo, con la playa de la Lanzada a un lado y la ría de Arosa al otro:
Por el borde costero entramos a San Vicente do Grove, bajamos al puerto deportivo de San Vicente do Mar donde comienza el paseo, junto a la escultura "Esperando al Marinero":
Cerca, ya por el paseo, hay otra escultura, el "Monumento a los voluntarios por la catástrofe del Prestige", que representa a varios hombres y mujeres con mascarillas puestas limpiando el chapapote en las costas gallegas. Son obra de varios escultores gallegos:

Al principio, el paseo, que se realiza por una pasarela de madera, no me llamó mucho la atención, la verdad. Pensaba, bueno, para alguien de otra comunidad que no sea del norte a lo mejor le parece espectacular, que lo es, pero para nosotros..., aquí también tenemos paseos costeros así:
Pero a medida que íbamos avanzando me iba impresionando más y más:
En varios puntos estratégicos hay bancos para recrearte con lo que te rodea. Cualquiera de ellos cumple con los requisitos que mi hermana y yo estamos buscando en la vida (hacemos apuestas a ver cual nos gusta más. Estos tienen muchos puntos, pero el de los Tranquilos también...):
Y mi marido buscando su PIEDRA. En esta foto se puede apreciar el color de las rocas, el que da nombre al paseo:
Se pasa por varias playitas, por un cementerio de mejillones, por bosques, y se acaba en una valla que rodea a un campo militar (creo que allí se hacía la mili hace años). La vuelta tampoco cansa, siempre descubres cosas que te pasaron desapercibidas a la ida. Desde luego, si estás por la zona no debes dejar de recorrerlo, es precioso, a mí me recordaba a la Ciudad Encantada de Cuenca, pero con mar, una pasada:
Desde allí nos fuimos a O Grove. Aparcamos junto a la lonja, al lado del "Monumento a la Familia Mariscadora", en alusión a una de las principales actividades de este pueblo pesquero:
La flota pesquera ya recogida, amarrada en el puerto:
En una "playa" junto al puerto, con aguas de un color un tanto extraño, se acumulaban algas y otros restos que estaban tomando formas de esculturas vivas. Curioso de ver pero un poco asquerosillo, la verdad:
Pero un poco más adentro numerosas bateas nos hablan de la calidad y riqueza de sus aguas:
Aprovechando las últimas luces del día subimos al mirador Siradella. Se llega en coche hasta un punto donde hay un aparcamiento y zona de ocio y el último tramo (poco más de 100 m.) se hace a pie. Es el punto más alto de la península de O Grove, desde donde se tienen unas vistas preciosas de la ría de Arosa (en la foto, a la izquierda) y del Atlántico (a la derecha, con la playa de la Lanzada  a ese lado), separados por el tómbolo o lengua por la que habíamos entrado a O Grove: 
Y ya que estábamos allí, nos acercamos a la isla de la Toja. Es pequeña, rodeada, claro, de agua salada por todas partes, pero de su interior emanan aguas dulces de gran valor curativo, medicinales y termales.
Ya habíamos estado hace años pero yo apenas recordaba el puente y el paseo marítimo y sus maceteros. Mi hija, que era bien pequeña, recordaba perfectamente la ermita o capilla de las Conchas (donde se casó Mariano Rajoy, por cierto), forrada toda ella de conchas de vieira:
Detalle de las conchas que revisten el edificio. Pese a que hay un cartel que prohibe pintar las conchas, no encontré ni una que no estuviera escrita:

Cuando salimos de allí estaba cayendo la tarde y entonces recordé haber leído que desde el entorno de la Lanzada se pueden observar bonitas puestas de sol. No sé en qué tono lo diría en el coche 😔, que me acercaron de nuevo a la playa (apenas había que desviarse ...) y este fue el espectáculo (mucho más bonito en vivo, por supuesto):
Y así retomamos el camino de vuelta, unos 150 km hasta nuestro hotel en la Coruña. Esa noche Elia había reservado para cenar en la taberna-pulpería Riazor, junto al estadio del Depor. Ya hemos estado ella y yo más veces y es una apuesta segura (y un postre, la cúpula, que ..., uhmmm😋).
Al día siguiente, domingo, después de desayunar, intentamos hacer una mini-ruta hasta el Monte de San Pedro (ya os conté aquí otra vez que subí). Subimos andando, con mucho viento y al llegar arriba resulta que estaba cerrado por el temporal. Nos bajamos hacia el otro lado, hasta la Ventana al Atlántico (el viento tampoco era para tanto. De hecho, la ventana en ningún momento se cerró... 😆):
Nos bajamos a comer al centro, pasando por el colorido pulpo:

Después nos acercamos a los jardines de Mendez Nuñez por ver qué hora era:

Y ya nos fuimos al hotel para recoger nuestras maletas y venirnos a casa. El cielo se estaba poniendo de color de "caldo de haba" y al llegar ya estaban cayendo las primeras gotas. Eso sí, al Atlántico no parecía que le gustara mucho, estaba bravo, precioso. Una última mirada a la playa de Orzán y Riazor: 
Cuando ya salimos en el coche del hotel estaba cayendo la mundial. Duró hasta que dejamos la comunidad. Después nos encontramos con altas temperaturas y con una Asturias y una Cantabria que estaban ardiendo. Una pena ese final para un fin de semana que.... Bueno, creo que esta foto lo explica mejor que cualquier frase que yo pueda decir:


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