Hoy os voy a contar nuestra última escapada de fin de semana largo. Desde hace unos años celebramos el cumple de mi marido de esta forma (el año pasado estuvimos por Galicia, viendo la Ribeira Sacra, como os conté aquí, aquí, aquí y también en este post), otro año viendo los faros del País Vasco,...) Hasta última hora no teníamos muy claro a dónde iríamos, así que no me ha dado tiempo a prepararlo como a mí me gusta, pero bueno, como tenía varias cosas en esa carpeta en la que siempre cuento que tengo sitios guardados que me gustaría ver... hice una recopilación rápida, y al final me salieron más cosas de las que nos daría tiempo a ver. Sobre la marcha y en función de la hora, el tiempo,... fui estableciendo prioridades y esto pudimos ver...
Salimos el jueves por la tarde, después de comer, y fuimos por Selaya a la Vega de Pas y subimos el puerto de la Braguía y el puerto de las Estacas de Trueba. Hacía mucho que no pasaba por este último y me sorprendió (cuanta curva 😱), no lo recordaba así, la verdad. En mi familia se dice que da gusto llevarnos a mi hermana y a mí a cualquier sitio: siempre es como si fuera nuestra primera vez y allí lo vi clarísimo.
Bueno, he de decir que en este viaje quería hacer fotos de cascadas (he visto que por Burgos hay muchísimas) y las quería hacer con efecto seda. Nuestra primera cascada fue esta, la del Pardo, muy cerquita de la carretera, de la BU-570
Poco más adelante está la de Guarguero, uno de mis apuntes en esa carpeta de cosas pendientes desde hace años:
Pasamos por Espinosa de los Monteros y llegamos a Puentedey, un bonito pueblo donde quise reservar hotel pero no encontramos nada, así que lo reservé en Brizuela, a 2 km, y después de un corto paseo, ya de noche, nos fuimos para allá. El hotelito era muy sencillo, pero con mucho encanto. Llegamos sobre las 9, pensando que allí podríamos cenar, pero no, ni allí ni en Puentedey, que nos dijeron en el hotel que estaría todo cerrado (temporada baja), así que la única opción era Villarcayo, la capital de la comarca de las Merindades, en la que nos encontramos, donde cenamos muuuuy bien. Al día siguiente, viernes, después de un desayuno espectacular en el hotel (todo casero) nos fuimos a Puentedey para ver lo que no nos dio tiempo el día anterior.
Lo primero nos acercamos a esta ventana, por si era la principal vista del pueblo, aunque ya intuíamos que había árboles que habían crecido demasiado, como así era, pero bueno, buscando el ángulo... pude capturar y enmarcar el puente, la iglesia y la Casa Torre de los Brizuela:
Nos acercamos al famoso puente natural bajo el que fluyen las aguas del río Nela:
En esta zona, este no es el único ejemplo de complejo kárstico. Muy cerca está Ojo Guareña, que como ya hemos estado muchas veces, esta vez no fuimos, pero es uno de mis lugares favoritos del mundo y me trae uno de los mejores recuerdos de mi adolescencia 😌 (Foto rescatada de hace años):
Después subimos a la parte alta del pueblo, justo encima del puente, donde está la zona medieval, con sus construcciones típicas de las Merindades: la iglesia de San Pelayo, el palacio de Fernández de Brizuela, el museo de los Bolos, el Potro, el Molino, un conjunto histórico que han hecho que Puentedey esté incluido en la lista de 'Pueblos más bonitos de España':
Subimos al Mirador de San Andrés para una vista más general del pueblo y su entorno y de la Vía Verde Santander-Mediterráneo que justo pasa al lado de Puentedey:
Desde allí nos fuimos a ver la cascada de La Mea, muy famosa. Ya nos habían dicho en el hotel que estaba seca porque recoge el agua de lluvia y de nieve del barranco del mismo nombre, o sea, que lleva agua en invierno y primavera. Pero como nos comentaron que la zona era bonita y sabíamos que está cerca de la carretera (a 200 m andando), nos acercamos (está a 1,5 km de Puentedey) y esto encontramos. Ni gota de agua, pero pudimos imaginar la cortina que se formará en sus mejores momentos:
Y ya que estábamos allí seguimos en el coche unos 650 m hasta lo que llaman el Pozo del Infierno, en Quintanilla Baldebodres, una surgencia de agua que ese día estaba cubierta de hojas de los árboles de alrededor. Lo más bonito, el pequeño molino:
Para nuestro siguiente destino, el Monasterio de Rioseco, regresamos a Puentedey. Cuando estuvimos por la mañana no había nadie por el pueblo y una hora después, al pasar en el coche, vimos una multitud por debajo del puente (al que madruga...😉).
Como he dicho, nuestra próxima visita era el Monasterio de Santa María de Rioseco. Me encantó, mi visita preferida en este viaje. Volvimos a pasar por Villarcayo, y a unos 20 km está el Monasterio, bueno, lo que queda de él. Aparcamos cerca, en una zona señalizada, un poco antes de llegar al comienzo de la subida al Monasterio. Hay otro parking arriba, junto a las ruinas, pero la cuesta para llegar está un poco deteriorada.
Lo primero que se ve son auténticas ruinas del edificio, con una torre que parece que están reconstruyendo, y un aspecto de total deterioro:
Yo había visto fotos así que no me desanimé ante semejante desastre, continuamos hacia arriba y pegado encontramos esta otra parte del edificio que parece estar en mejores condiciones:
Entramos y, dejando a la izquierda una tienda de recuerdos y colaboración, se accede a las distintas estancias. A partir de ahí se hizo la magia. Aquel día, a aquella hora, la luz era tan especial...:
Daba igual para dónde miraras, te podías imaginar la vida entre aquellos muros, podías ver a los 'monjes blancos' paseando, rezando, meditando, bajo aquellos arcos:
Pero no todo ha sido paz y amor a lo largo de la historia... El altar de la iglesia, por ejemplo, nos habla del esfuerzo por parte del colectivo 'Salvemos Rioseco' para restaurar y recuperar el monasterio, para evitar el expolio y terrible deterioro sufrido hasta ahora:
También vimos la cilla o almacén de los monjes, tan importante para su supervivencia.
Llegamos a ver el claustro de los monjes desde este ángulo. No pude evitar hacer esta foto (no me gusta mucho salir en ellas, pero esto lo merecía, así que busqué dónde posar la cámara 📸 y... 😏)
También pudimos ver los jardines de estilo renacentista que Jesús Calleja y su programa 'Volando voy' ayudó a construir. Paseé entre las plantas y arbustos, viendo cómo se llamaba cada especie allí cultivada, que siempre me surgen dudas... Me gustó mucho:
En cada dependencia había carteles informativos con curiosidades que nos hicieron pasar un rato muy entretenido, la verdad. Hay visitas guiadas en la temporada estival, a nosotros no se nos arregló 😥, pero seguro que serán muy interesantes.
Contar aquí la historia del Monasterio sería muy largo y seguramente no lo haría con la exactitud que se merece, por lo que si os interesa podéis iniciaros a través de este enlace, y si tenéis ocasión, no dudéis en visitarlo, está abierto todos los días:
Cuando salimos de allí era la hora de comer, así que sobre la marcha busqué un sitio para comer cercano a nuestro siguiente destino y eso hicimos. Comimos en Valdenoceda, muy bien, y rápidamente volvimos al inicio de nuestra pequeña ruta del día, las Pasarelas de los Hocinos, 1 km más atrás, a unos 7 km del Monasterio.
Anduvimos unos 8 km, ida y vuelta, por la orilla del río Ebro:
Se atraviesa un bosque, que, como todos en esta época, tenía un color ocre espectacular, en todos sus tonos. Era ese momento en el que los árboles todavía no han tirado todas su hojas, parte de ellas verdes y parte amarillas, naranjas, marrones,..., el suelo cubierto de una bonita alfombra,... En fin, todo eso que tanto me gusta:
Y, claro, cuando el relieve del entorno no deja sitio para sendero, se salva con pasarelas metálicas (de ahí su nombre 😉😊😄):El puente donde se empieza esta ruta, el Puente del Aire, también ofrecía una imagen preciosa, su reflejo en las aguas del Ebro cerraban el círculo:
Esta ruta forma parte de otra mucho más larga, el Camino Natural del Ebro, GR 99, que va desde su nacimiento en Fontibre hasta su desembocadura en el Delta del Ebro, 610 km después. A nosotros nos sirvió para estirar un poco las piernas, pero tampoco nos llamó demasiado la atención, salvo por el color.
Desde allí nos fuimos a ver la ermita de San Pedro de Tejada, considerada como la obra de arte románico más importante de Burgos, construida con sillería de gran calidad, detalle que se aprecia cuando lo ves. Es de propiedad privada, por lo que no se puede visitar sin acordarlo con los dueños. Formaba parte de un monasterio desaparecido. Para llegar tuvimos que subir andando una cuesta, atravesar un prado y bajar por un callejo para encontrarnos que estaba vallado:
Para regresar, apostamos por otro camino que nos llevó mucho más rápido hasta el coche.
Otro sitio que queríamos ver, y al poder ser de día (quería hacer la foto de la cascada) era la de la Poza del Peñón de Tobalina, a poco más de 30 km, y que está muy cerca de la carretera. Nosotros ya lo vimos hace años con mucho agua, pero ese día apenas caía... Aún así, hice algunas fotos chulas:
Nuestro último objetivo, antes de ir a Poza de la Sal, donde teníamos reservado el hotel, era el Castillo de las Cuevas. Es muy curioso. Lo comenzó a hacer en los '70 un señor de 42 años que vivía en Vizcaya, utilizando cantos rodados del río Nela. Lo hacía en fines de semana y vacaciones. Murió 20 años después, sin acabarlo, pero su hija y su yerno continuaron con el proyecto. Emula a un castillo medieval con sus 4 torres almenadas. Es visitable, pero hay que consultar horarios:
Cerca de esta zona está otro pueblo, Frías, que también merece la pena visitar. Nosotros no lo hicimos esta vez porque ya estuvimos hace años, esta foto es de entonces:
Ese día, desde el Castillo de las Cuevas nos fuimos ya para el hotel en Poza de la Sal, a unos 34 km. Llegamos de noche, tomamos posesión de nuestro aposento, cenamos en el restaurante del hotel y nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo. No había nada, así que nos volvimos al hotel para descansar y al día siguiente, sábado, después de desayunar allí mismo, salimos a ver el pueblo. Lo primero la Plaza Nueva, con su templete y sus vistas sobre la Bureba:
De esta plaza salimos cruzando el Arco del Conjuradero o la Puerta de la Concepción (por debajo del reloj) a la Plaza Vieja:
Y junto a esta plaza (hoy llamada de Alejandro Rodríguez), está la iglesia de San Cosme y San Damián:
Dando la vuelta a la iglesia encontramos la Plaza de la Villa, con el ayuntamiento y la oficina de Turismo, emplazados en edificios singulares:
Poza de la Sal es el pueblo natal de Félix Rodríguez de la Fuente, un carismático naturalista, polifacético, estudioso y amante de los lobos y autor de documentales como la serie El Hombre y la Tierra, emitida en muchos países y totalmente vigente hoy en día. No pudimos evitar buscar (y encontrar) la casa donde nació:
Después de callejear un rato entre las casas del pueblo, salimos a la zona de las salinas. El cese de la explotación tuvo lugar en los años 70, pero todavía se pueden apreciar los pozos, las piscinas, las galerías, las terrazas,..., aunque han hecho algunas obras de restauración y mantenimiento para su correcto entendimiento:
Salimos de nuevo por la zona de los lavaderos, donde está la Fuente Vieja o Fuente Buena:
Y desde allí, un poco en alto, alcanzamos a ver el Monumento a Félix Rodríguez de la Fuente acariciando a su gran amigo el lobo ibérico, donado por Iker Casillas de Cuarto Milenio. Una estatua parecida hay en la campa del Palacio de la Magdalena en Santander, supongo que por la relación que siempre tuvo con la ciudad (su padre, notario, trabajó aquí, en Cantabria):
Regresamos al hotel para recoger el coche pasando por la Plaza Nueva. Un último vistazo a este pueblo medieval:
Más tarde, ya en el coche, subimos hasta el Castillo de los Rojas, a 2 km del pueblo, con un buen aparcamiento (al seleccionar fotos para este reportaje me he dado cuenta de que no hice fotos del Castillo, y como me parece que faltaría una parte importante de la historia, me he tomado la licencia de publicar esta del Portal de Turismo de Castilla y León). Encaramado en un peñasco, se entiende muy bien su función de protección del pueblo ante cualquier incursión, sobre todo en los tiempos en los que las salinas eran un bien muy preciado:
Esta foto ya es mía, bueno, de mi marido, que siempre aprovecha mis momentos más bajos (las escaleritas de piedra se las traía, menos mal que el tramo era corto y bien protegido😅):
Una vez que llegamos arriba, las vistas sobre el pueblo en forma de triángulo y sobre la comarca de la Bureba son espectaculares (con la flecha blanca señalo el hotel en el que pernoctamos esa noche del viernes):
Hacia el otro lado las vistas son bien distintas, tierras rojas, muchos barrancos, no toda la Bureba es llana:
Desde el Castillo de los Rojas, seguimos adelante otros 30 km hasta nuestro siguiente objetivo, Sedano, pero eso va a ser mi siguiente historia...
En resumen, estos son los sitios que vimos en estos 2 días:
- Cascada del Pardo
- Cascada Guarguero
- Puentedey
- Brizuela (hotel)
- Villarcayo (cena)
- Mirador de San Andrés
- Cascada La Mea (sin cascada)
- Pozo del Infierno
- Monasterio de Santa María de Rioseco
- Valdenoceda (comida)
- Pasarela de los Hocinos
- Ermita de San Pedro de Tejada
- Cascada de la Poza del Peñón de Tobalina
- Castillo de las Cuevas
- Poza de la Sal (hotel y cena)
- Salinas
- Castillo de los Rojas
Y este es el mapa del recorrido que hicimos entre el jueves por la tarde, viernes y sábado por la mañana, a modo orientativo:

No hay comentarios:
Publicar un comentario