El pasado 17 de julio, domingo, se celebró la Feria de la Cereza en un pueblo burgalés, Salas de Bureba, perteneciente al Valle de Caderechas, en la comarca de Bureba. La feria no siempre tiene lugar en la misma fecha, depende de cuando se recolecte, lo cual viene dado por el tiempo. La recolección se hace a mano, sin ningún medio mecánico y se caracteriza porque aquí siempre es más tardía que en el resto de España: si en otras regiones se comienzan a recoger en abril, en el Valle de Caderechas se comienza en junio hasta principios de agosto. Esto es debido al microclima de la zona, a la altitud de la misma y a las variedades de cerezos elegidos (una docena), que son de floración y maduración más tardía. En este valle también hay una feria de manzanas reinetas, su otro producto estelar.
Siempre que se habla de cerezos se aconseja verlos en la época de floración. Es una pasada, estoy de acuerdo. Nosotros estuvimos hace años en el Valle del Jerte y es muy bonito ver los árboles vestidos de blanco, pero siempre he tenido la espinita de verlos con sus complementos rojos. Mi sueño era pasarme un rato debajo de un cerezo con sus cerezas colgando. Y lo cumplí. Nada que ver. Me encantan los complementos!!!! Ya había leído sobre estas cerezas y sabía que había una feria en julio pero por circunstancias no había podido ir hasta este año. Queríamos ver la feria y de paso el valle.
Lo primero fuimos a Salas de Bureba. Ya llegando vimos que había coches aparcados pero nos fueron indicando para que aparcáramos en un prado justo al lado de la feria:
Esta se celebra en la plaza del ayuntamiento, alrededor de la iglesia, No hay muchos puestos, pero en todos había cuencos para probar las cerezas e íbamos comprando donde mejor nos sabían. Los precios eran los mismos en todos ellos. Eso sí, si nos descuidamos nos quedamos sin ellas, la gente se dio mucha prisa para comprar.
Todo estaba adornado con motivos alusivos a la cereza:
Incluso habían puesto una especie de photocall temático: cerezo en flor, tractor, ...:
Primero nos dimos una vuelta por toda la feria, nos comimos un tentempié en un puesto (de torreznos de los de antes, recién hechos, hmmmm, qué ricos, con su vinito en porrón!!!).
Compramos nuestras cerezas (abundantes, que quería hacer también esta tarta) y nuestra miel (mi marido es un adicto a la miel, en todas partes compramos), dimos una segunda vuelta (ya estaban cerrando algunos puestos porque ya habían acabado la mercancía) y nos fuimos al coche. Salimos por la parte de abajo de la iglesia:
En cuanto salimos del pueblo, en dirección a Aguas Cándidas, ya empezamos a ver tierras de cerezos, con sus cerezas. Paramos a verlas de cerca. La tentación grande, muy grande, irresistible.
Continuamos. A lo lejos Aguas Cándidas, un pueblo con mucho ambiente a la hora del aperitivo, por lo menos en el barito en el que estuvimos:
Con su iglesia parroquial del S. XVII:
En este pueblo brotan varios manantiales, de ahí su nombre, con abundante y constante caudal, cruzándole y dando sensación de frescor:
Desde allí nos acercamos a Padrones de Bureba, un tranquilo pueblo de 86 habitantes, con su iglesia parroquial de San Mamés:
Volvimos a Aguas Cándidas para tomar la carretera hacia Río Quintanilla, con su restaurado torreón de planta cuadrada, del S. XV, situado en un punto estratégico para la defensa de una de las principales entradas a la comarca y con una perfecta vista hacia la Peña de Castil Viejo, rocosa y escarpada, de 1081 m.:
Un poco más adelante, camino de Hozabejas y Rucandio, comimos a la sombra y junto al relajante sonido de unas pequeñas cascadas, a la orilla de la carretera:
Seguimos hacia Rucandio, un pueblo de estructura medieval, con casas altas, de dos o tres plantas, con grandes espacios donde poder almacenar la abundante fruta producida en el valle:
Por el camino, paredones donde los árboles apenas dejan ver los manchones de arcilla blanca o caolín, abundante en esta zona:
Ahora nos dirigimos a Madrid de las Caderechas, en la parte más alta del valle. Atravesamos bosques de pinos, muchos de ellos marcados con la señal inequívoca del sangrado de resina. Este tipo de pino, el pinaster, fue introducido en la zona por su alta producción de resina:
Seguimos hasta Huéspeda, digamos que el extremo noroeste del Valle de las Caderechas y con unas vistas panorámicas del valle:
Volvemos sobre nuestros pasos hacia Madrid de las Caderechas y continuamos hasta Herrera. Es zona de bonitas vistas.
Ahora nos vamos hasta Quintanaopio, con una montaña peculiar. Se trata de El Mazo, con su forma puntiaguda, triangular:
Y su iglesia parroquial:
Desde aquí, nos adentramos un rato por una carretera estrecha que va hacia Rio Quintanilla, con bonitos parajes:
Volvimos a Quintanaopio para dirigirnos a Cantabrana (con su raíz etimológica que a algunos eruditos les ha llevado a pensar en la posibilidad de que derive del término cántabro). Este parece un pueblo más importante, con casas más señoriales y mejor conservadas. Destacan los grandes aleros de madera de sus viviendas:
Como la iglesia parroquial está un poco en alto desde sus alrededores se pueden apreciar bonitas vistas:
Ya con intención de salir del valle por Terminón (como no podía ser de otra forma), dirección Burgos, pasamos por Bentretea, donde había leído que había una casa con un curioso escudo policromado. Nos salimos de la carretera para pasar por dentro del pueblo pero pensando que sería imposible ver el escudo así, sobre la marcha. Pues en un punto me volví a mirar una casa, desde el coche, con la sensación de que allí debería estar. Y en efecto, allí estaba, con sus dos leones, sosteniéndole:
Así terminamos un día en el que vimos cerezas hasta hartarnos. Y me reafirmo. Los cerezos en flor son muy bonitos, sin duda, pero con las cerezas colgando, son.... espectaculares!!!!
Por si alguien tiene curiosidad, dejo un mapa del Valle de las Caderechas en el que se ven los pueblos que fuimos recorriendo:
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