El pasado fin de semana mi marido y mi prima pensaron hacer una parte de la ruta de los 10000 del Soplao. Ella quiere hacerlo este año y mi marido lo hizo el pasado, así que a los dos les apetecía hacer esta parte que (según mi marido) es la más dura. Ya habíamos hecho otro sector de la ruta (os lo conté aquí, la Ruta de los Puentes), y con esta completábamos 2/3 partes del total. La idea era ir desde Cabezón de la Sal hasta Ucieda, hasta la campa donde empezamos la ruta de los Puentes, y como íbamos 4 (mi cuñado, mi prima, mi marido y yo), llevamos 2 coches. Subimos uno hasta la campa de Ucieda y después bajábamos hasta Cabezón. Pero ese día había mercado y aparcar era complicado por lo que decidimos empezar un poco más arriba, en la recta, antes de llegar a Carrejo. Anduvimos por la acera y un poco antes de llegar al puente de Santa Lucía, dejamos la carretera para comenzar a subir por una pista, junto a la ermita:
Enseguida tomamos altura y podíamos ver Santibañez al fondo:
Seguimos hacia arriba, en una mañana soleada aunque un poco brumosa. Los árboles nos ofrecían una buena sombra, a veces:
Estábamos empezando a recorrer el cordal de la sierra del Escudo de Cabuérniga, que se eleva paralela a la costa, sirviendo de separación natural entre la zona llamada la Marina y la Montaña. Ya podíamos ver el paisaje del otro lado:
También veíamos un pico que me pareció imposible de alcanzar. A esas alturas yo estaba un poco al límite de mis fuerzas, no habíamos dejado de subir, y subir, y ... (los demás, frescos como lechugas). Pregunté a mi marido si teníamos que subir allí y me dijo que no, pero con una sonrisilla que no me acabó de convencer...:
Y no, no subimos, lo rodeamos por la derecha:
La verdad es que fue una pena que la visibilidad no fuera demasiado buena por la bruma porque hubiéramos podido ver hasta la costa por la parte de San Vicente de la Barquera. Lo que si veíamos muy claro era la ruta que hacen los ciclistas de los 10000 del Soplao, por Santibañez, que desde allí parecía llano, y los Corrales al fondo, a la derecha:
Volviéndonos hacia la otra vertiente de la sierra, una vista perfecta del valle de Cabuérniga, el río Saja (casi seco, por cierto), Ruente y la nieve en los Picos de Europa. Sin poder evitar pensar en cuál sería el camino a seguir cuando bajáramos a Ruente, en las lomas de enfrente...:
Testigos de excepción pueden confirmar nuestro paso por allí. Bueno, ellas y yo, con mi camarita siempre dispuesta, jajaja:
En esta zona se ve muy claro su origen: es una gran falla inversa con arenisca del Paleozoico y rocas del Mesozoico (sí, sí, eran cabras, nada que ver con el parque Jurásico). Y ellos tan felices (todavía, jijiji):
Y ahora que ya había recuperado mi respiración, tras un paseo llaneando por la cumbre, llegamos a lo chungo. Mi marido no perdía oportunidad de explicarnos por dónde teníamos que ir, uuuuffff:
Y así comenzamos a patear la arenisca mesozoica, a pisarla y a tocar su fina textura, en algún momento incluso la blandura de su tacto. Comenzaba la gran bajada, esa que en las fotos no se aprecia en toda su crudeza:
Había un camino perfectamente marcado, pero yo me salí al prado porque era muy difícil no resbalar por la citada arenisca, seca y resbaladiza. Así que por el prado en zig-zag hasta abajo, eso sí, con el beneplácito de un experto que subía con pinta de haber recorrido aquello en todas direcciones:
Yo, en esta parte de la ruta, y sin que suene a falta de modestia, me desenvuelvo mucho mejor que subiendo; mi parte de "chica" de pueblo, acostumbrada a andar por "praos" en cuesta (los recordamos y enumeramos uno por uno en la bajada), aflora en esos momentos y bajo con facilidad, la verdad. Soy mucho más rápida que estos dos, aunque menos que mi cuñado que ya estaba abajo hacía un rato (también practicó en las mismas cuestas que yo):
Un momento de descanso...:
Y como no hay mal que cien años dure ni cuesta tampoco, pues llegamos abajo sin novedad. No pudimos evitar echar nuestra vista atrás. Parecía un tobogán, la jo....:
Lo siguiente fue coser y cantar, e, incluso, nos permitimos disfrutar de la tranquilidad, el color, el descanso, de aquellas vacas de larga cornamenta que se pusieron en guardia ante nuestra presencia pero que enseguida se dieron cuenta que éramos gente de paz (aunque después tuvimos que correr en pos de los hombres que nos habían dejado solas ante semejante peligro, bueno, confiarían en nuestros conocimientos de "chicas" de pueblo):
Y aquí la primi, superado lo peor, señalando su talón de Aquiles. Pero ella puede con eso y con más, su fuerza para superarse es infinita:
Y así continuamos bajando hasta llegar al puente que cruza el río Saja, y ver lo que ya nos pareció desde arriba: que llevaba muy poco agua, una pena para el tiempo que estamos, que debía bajar lleno:
Y mirando hacía el otro lado, desde el mismo puente, aún más penoso... Parece mentira que entre una foto y otra sólo haya un puente de distancia, y no es cuestión de luz:
Y así salimos a la carretera y nos dirigimos a Ruente, parando primero a recargar las botellas en una fuente. Ya en el pueblo nos sentamos en la primera terraza que encontramos para tomar un refrigerio, que bien nos le habíamos ganado.
Ya con otra cara continuamos la marcha y cruzamos, como no podía ser de otra forma, por el famoso puente de Ruente, el de los 9 ojos o arcos de medio punto rebajados, bien cerca de la Fuentona, cuya historia también os conté aquí, cuando hicimos la ruta de los Árboles Singulares, también en esta zona:
A partir de aquí, nuestro objetivo era encontrar un sitio para comer, ya fuera del pueblo. Y lo encontramos, claro. Sólo nos faltó el mantel, jajaja.
Ahora fuimos por pistas empedradas, en una suave ascensión, con pocos alicientes, la verdad. Unicamente, aquel bosquecillo de eucalipto, bueno una variedad de ese árbol, con el tronco muy, muy blanco y muy, muy recto. Nos llamó la atención:
En cuanto cogimos un poco de altura ya volvimos a tener a nuestra vista el camino seguido por la mañana y la bajadita:
Como el camino en esta parte era más bien aburrido, también jugamos un poco a ver quién ganaba, incluso tomando atajos, pero como bien se ve en esta foto yo siempre llegaba la última, y eso que era la que atajaba... Lo mío son las bajadas, sin duda (aquí me vendría muy bien un emoji con carita triste y alguna lágrima):
Por fin cambiamos de paisaje y llegamos a una zona boscosa, muy bonita:
Sólo tenía un problema: el sendero, perfectamente señalado, pasaba tan, tan cerca de una alambrada, que a la que te descuidabas un poco te arañabas el brazo:
Los distintos tonos de verdes, los musgos, los líquenes, los silencios,..., todo nos hablaba de Cantabria infinita:
Y lo que primero subimos, después se convirtió en bajada, suave casi siempre:
Aunque aún nos quedaba lo que pudiéramos denominar una buena cuesta con gran desnivel, muy corta, eso sí, donde mi prima tuvo que vencer de nuevo sus problemas con las pendientes. Y los venció, pues claro. Ella puede!!!
Pasado ese momento, ya empezamos a oír a gente, a niños, la campa de Ucieda estaba cerca. Cogimos el coche y para abajo:
Paramos en el pueblo de Ucieda a tomar unas cañas, que teníamos sed. Aprovecho estas cervezas para brindar por la gente que es capaz de luchar contra sus miedos y todo lo que suponga una limitación, enfrentándose a ellos con la fuerza que tú, mi primi del alma, lo haces. Y no dudes en realizar este reto, que tú puedes!!! Siento no poder acompañarte, pero es que yo no soy tan valiente como tú:
A modo de resumen, estos son los enlaces de otros tramos y vivencias del mundo Soplao:
➽ EL TORAL
Aquí os dejo un mapa del recorrido que hicimos este día, en rojo. Lo marcado en naranja es el recorrido completo de la ruta del Soplao, unos 50 km. en total. Nosotros hicimos unos 18 km. Sólo decir que la ruta está perfectamente señalizada con postes del Soplao y si no se tiene miedo a las bajadas fuertes, no tiene ningún problema, algo dura, pero nada imposible, lo he hecho yo. En el mapa, cuando hicimos la ruta de los Puentes, empezamos en la campa de Ucieda y recorrimos lo que en la foto parece una hoja, en la parte superior izquierda, la parte de más curvas, para cerrar el circulo y volver a la campa. Así que ya sólo nos queda seguir desde ahí hasta Cabezón, la última parte, la que pasa por el Toral. Amenazo con hacerlo (lo hice):
qué paisaje más bonnito y tambien me gusta vuestra filosofía de recompensa (Cervecita rica).
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