Bilbao. Tan cerca y tan lejos. Porque aunque las cosas han mejorado mucho en estos últimos años, no siempre fue así. Y la consecuencia a la situación que vivíamos entonces, me ha llevado a un desconocimiento casi total de esta ciudad. Y había que remediarlo. Sí que había estado en el Corte Inglés cuando aquí no le había, pero poco más. Así que un día hablamos esto mismo Angelines y yo y decidimos que ya era hora. Ella se encargó de organizar el viaje. Nos cogimos un autobús y en hora y media estábamos allí. Bilbao y el Guggenheim nos esperaba. Cuando llegamos el color del cielo amenazaba agua y, en efecto, al cabo de un rato nos llovió un poco.
La estación de autobuses a la que llegamos está cerca del estadio de San Mamés, que además de campo de fútbol, alberga un módulo subterráneo de atletismo, un centro de innovación deportiva, un centro de medicina deportiva y un polideportivo municipal, todo ello con un impresionante y moderno aspecto:
La estación de autobuses a la que llegamos está cerca del estadio de San Mamés, que además de campo de fútbol, alberga un módulo subterráneo de atletismo, un centro de innovación deportiva, un centro de medicina deportiva y un polideportivo municipal, todo ello con un impresionante y moderno aspecto:
Desde ahí, y por el borde de los jardines adjuntos a la Casa de la Misericordia, llegamos a la Avenida Sabino Arana y tomamos hacia nuestra izquierda, llegando a la plaza del Sagrado Corazón:
Cruzamos la plaza en dirección al Palacio de Congresos y de la Música (Palacio Euskalduna), junto a la ría, en el terreno que ocupaban los Astilleros Euskalduna, donde se celebran espectáculos escénicos y culturales y convenciones del mundo empresarial, con su Bosque de Árboles, farolas en forma de árbol, colocadas en grupo:
Desde aquí nos dirigimos al Parque de Doña Casilda, de estilo inglés y romántico, construido sobre terreno cedido por Casilda Iturrizar, cuya imagen podemos ver sobre una columna blanca muy decorada en forma de busto de bronce (en la foto, al fondo a la derecha):
Durante mucho tiempo este parque fue el único pulmón verde de la ciudad. Contiene unos 1500 árboles de 71 especies diferentes procedentes de los 5 continentes. Una pérgola ovalada rodea una fuente cibernética:
Estando aquí fue cuando empezó a llover y aprovechamos para pasar un rato observando muchos detalles del jardín, bajo el tejadillo que formaban las plantas por encima de la pérgola:
Enseguida dejó de llover y continuamos nuestra ruta. Pasamos por el estanque de los patos y subimos hasta la zona de la cafetería del Museo de Bellas Artes que a esa hora estaba todavía cerrado. Lo bordeamos en dirección a la ría pasando por delante de la fachada principal:
Seguimos en dirección a la ría por un costado del Parque República de Abando, pasando, primero, junto a la Torre Iberdrola con sus 165 m. de altura y 41 plantas (en 10 de las cuales se instala la sede central de Iberdrola, dedicando el resto a oficinas en régimen de alquiler). Tiene forma de triángulo isósceles con los lados curvos y en la azotea hay un helipuerto que sólo se usa en casos de emergencia o sanitarios:
Y continuamos hacia el Guggenheim, por la orilla de la ría, con la Universidad de Deusto al otro lado:
Pudimos contemplar algunas de las muchas muestras de arte al aire libre que hay en esta ciudad, como esta escultura de bronce, llamada Judith, de más de 3 m. de altura y casi 1500 kg. de peso y que representa a una heroína bíblica:
Proseguimos nuestro paseo pasando por el puente Pedro Arrupe, peatonal, un tanto extraño con sus 6 entradas y un revestimiento de madera diseñado y tratado para evitar deslizamientos y vibraciones:
Y caminando, caminando, llegamos hasta el Guggenheim, justo enfrente del Instituto Siervas de la Caridad, hoy Residencia de Ancianos, donde nació esta congregación dedicada al cuidado de enfermos y ancianos:
El Guggenheim. Museo de Arte Contemporáneo, perteneciente a la Fundación Solomon R. Guggenheim, emplazado en un edificio, cuando menos, singular. Construido en formas curvas, retorcidas, recubiertas de láminas de titanio a modo de escamas, piedra caliza y cristal, que va tomando distintos tonos de color según la luz que lo acaricie. Aunque todos hemos visto mil y una imágenes del museo, a mí verlo en vivo y en directo, con aquel aparente desorden perfectamente ordenado, me impresionó, la verdad. Entiendo el impacto económico que ha supuesto para el País Vasco, impulsando el turismo, revitalizando y mejorando la imagen de la región. Esa fue mi impresión viéndolo primero por fuera. Por la parte de la ría, la parte de atrás, está rodeado por un estanque y, sin duda, para mí es la mejor vista del ¿edificio?. Y en ese estanque se eleva hasta casi 13 m. de altura, la figura llamada El Gran Árbol y El Ojo, con 73 esferas de acero inoxidable y acero al carbono, sobre 3 ejes, que se reflejan y refractan entre sí, y que nos hablan de la inestabilidad y del carácter efímero de nuestro mundo y de nosotros mismos. Deslumbrante:
En la terraza del museo llama la atención, por su colorido, un ramo de Tulipanes de colores, como si de globos se tratara, de acero inoxidable alto en cromo, con laca de color translúcida, formando una escultura minimalista de más de 2 m. de alto, con un aspecto alegre y positivo:
Y ¿cómo no? la famosa araña, Mamá, figura de más de 9 m. de alto, de bronce, acero inoxidable y mármol, creada por Louise Bourgeois como homenaje a su madre, tejedora, a la que ve protectora y depredadora al mismo tiempo, como las arañas, que utilizan la seda tanto para fabricar el capullo como para cazar a su presa (no puedo estar más en desacuerdo con su idea de la maternidad). Pese a ser tan enorme, con una gran bola de huevos colgando de su vientre, y ser una araña, que me resulta repulsiva, me dio sensación de fragilidad, de vulnerabilidad....:
Y así, sin hartarnos de mirarlo todo con detalle, fuimos testigos de otra obra de arte, la Escultura de Niebla, efímera, formada por 1000 toberas y un motor de bombeo de alta presión, creada por Fujiko Nakaya, artista japonesa fascinada por los fenómenos naturales que se forman y se disuelven de forma incesante. Dura unos 4 minutos y creo haber leído que se produce a las horas en punto:
Desde allí mismo podemos ver el llamado Puente de la Salve (por las muchas salves rezadas por los marineros al pasar por allí y divisar la Basílica de Begoña), aunque en realidad se llama Príncipes de España. Llama la atención por la pieza roja que le adorna. Se trata de otra obra de arte relacionada con el museo: Arcos Rojos, creada para conmemorar el Décimo Aniversario del Museo, siguiendo el espíritu del mismo en cuanto a formas y colores y jugando con el entorno al reflejarse en las aguas de la ría del Nervión o creando juegos de luces con el tráfico que circula por el puente:
Ya entramos en el museo. Nos costó 10 € a cada una, más barato de lo normal porque había una planta cerrada (son 3) por cambio de exposición. Si querías audioguía estaba incluida en el precio.
Como era a primera hora de la mañana, pudimos verlo todo con tiempo y sin que la gente nos agobiara, cuando salimos la cosa era bien distinta. He de decir que no me quedó claro si se podía o no hacer fotos, yo no vi carteles de prohibición, la verdad. En una sala nos dijeron que fotos no, pero no sé si era sólo en aquella porque seguí viendo a la gente haciendo fotos. Yo hice alguna, pocas. Esta es una de las muchas salas; en ella se expone la obra de Andy Warhol titulada Sombras, compuesta de 102 pinturas:
En La materia del Tiempo, podemos observar 8 obras escultóricas de diferentes formas y tamaños, en acero patinable. Como mínimo, sorprendente (el que lo haya visto me entenderá, jajaja):
Otra de las obras curiosas es esta de Jenny Holzer: Instalación para Bilbao. Se trata de nueve paneles verticales de diodos luminosos que van del suelo al techo, más de 12 m. de altura, dividiendo en dos una de las enormes e irregulares galerías del museo. Forman una barrera de doble cara con aforismos en varios idiomas y que demuestran el espíritu reivindicativo de la autora:
Pero a mí, lo que me dejo estupefacta fue esta otra obra, Suspiro. Alucinante. No quiero anticipar nada, para mí, el factor sorpresa fue muy importante. Sólo decir que nunca antes me había dado cuenta de la fuerza que los movimientos corporales pueden llegar a tener, que a veces el bosque no nos deja ver los árboles y que las cosas más sencillas requieren una gran minuciosidad. En fin, supongo que la obra, que dura 8 minutos 37 segundos, no ejercerá la misma impresión a todo el mundo. A mí, me encantó, la vería mil veces, fijándome cada vez en una sola pantalla, porque son 8 y lo quería ver todo al tiempo...., quien lo haya visto que, por favor, me cuente su opinión:
Por lo demás, hay obras importantísimas de escultores como Chillida u Oteiza, pinturas de Tàpies, interesantes exposiciones como la de la Escuela de París con obras de Picasso o de Miró, como esta llamada Paisaje (La Liebre), donde el artista reinterpreta un paisaje desde el punto de vista del surrealismo, tan en boga en aquel momento:
Al salir, nos quedaba por ver el famoso Puppy, una gran obra de acero inoxidable y plantas en floración (con su sustrato, claro). ¿Qué decir de ella? pues que irradia optimismo. Está situado en la otra parte del museo, en la plaza orientada a la ciudad y está como esperando a que le acaricien. O cuidando de las puertas del museo. No sé muy bien. En definitiva, un jardín vertical. Aquí, cuando estábamos haciendo las fotos, un señor nos indicó el ángulo exacto para que saliéramos con una buena proporción (el perro y nosotras). Le falló el tema de las luces y las sombras, jajaja.
Desde aquí, bajamos, de nuevo, por las escaleras laterales del museo, hacia la ría, para continuar por el Muelle de los Ingleses para ver el Puente de Zubizuri, más conocido por el Puente de Calatrava por el arquitecto que lo construyó. Pese a ser un puente muy polémico, por ser muy resbaladizo (hoy eso está solucionado porque cubrieron la superficie acristalada de su suelo por un felpudo antideslizante), es también uno de los símbolos de la ciudad. Representa un barco de vela:
Continuamos por el paseo Uribitarte, en dirección al próximo puente, el del Ayuntamiento. Como ya hacía sol, daba gusto pasear por aquí. A la altura del ayuntamiento, la escultura Conmemoración del Día del Mar:
Un poco más adelante cruzamos por otro puente, el del Arenal, a la margen derecha de la ría, para llegar al Teatro Arriaga, de estilo neobarroco, inspirado en la Ópera de París, inaugurado en 1890 y dedicado a un compositor bilbaíno considerado el Mozart español. Sufrió las graves inundaciones de 1983. Un hermoso edificio:
Justo enfrente, con la ría por el medio, una bonita perspectiva de la Estación de la Concordia o Estación de Santander, de estilo modernista, considerado un importante patrimonio de la Belle Époque. En la foto, el edificio verde y a la derecha, el Edificio La Bilbaína, también emblemático:
Siguiendo ahora por la Ribera, entre los puentes de La Ribera y el de San Antón, nos encontramos con el Mercado de la Ribera que en 1990 batió el récord Guinnes como el Mercado Municipal de Abastos más completo, considerado, además, como el mercado cubierto más grande de Europa. A mí, me desilusionó. Esperaba ver un espectáculo de pescado y marisco y no, no me llamó la atención. Eso sí, el edificio es precioso, con grandes vidrieras:
Allí nos permitimos el primer descanso de la mañana, que ya era hora, y nos tomamos nuestro vermouth (preparados, eso sí, que al camarero le caímos en gracia) y nuestros pinchos, nada, por ir abriendo boca (no olvidemos que estábamos en Bilbao, en el mismo centro, y que "allá donde fueres, haz lo que vieres"). El problema era decidirse por uno, porque tenían todos una pinta...., a la misma gloria nos supieron:
Y hasta aquí, la primera mitad del día (la segunda parte la cuento aquí). Estábamos cansadas, pero encantadas de lo que habíamos visto. Pues nada, nos quedamos recuperando fuerzas. Continuaré....
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