Este año, la Semana Santa volvía a replantearse en esta familia. Después de varios años en los que, por causas familiares, mi hermana y yo no habíamos podido compartir este tiempo vacacional, este año hemos retomado la costumbre de años atrás. No ha sido como en los mejores tiempos, en los que nos íbamos con nuestras hijas, pero teniendo en cuenta que eso ya no es muy fácil (cada una tiene sus cosas), pues nos hemos ido los cuatro, nosotras dos con nuestros respectivos mariditos. Cuando pensamos en el "dónde", mi marido y yo lo teníamos claro. Queríamos ir a Huesca, que no lo conocíamos, pero mi hermana sí que lo conocía, así que estábamos abiertos a otras opciones. Pero a ellos no les importaba repetir así que... decidido!!! Huesca y sus montañas nos esperaban.
Hace ya un par de meses que empezamos a buscar alojamiento en alguno de sus valles y no encontramos nada. Al final dimos con un hotelito en la ciudad de Huesca y, la verdad, creo que para nosotros ha sido un acierto: Se trataba de hacer rutas en coche porque mi hermana no está para andar, por lo que, tomando Huesca como campamento base, nos íbamos cada día a una zona. Así que os voy a contar y enseñar nuestro viaje a través de algunas de las muchas fotos que hicimos. Seleccionar no ha sido tarea fácil, pero sí quiero dejar claro que no tienen ningún tipo de retoque ni de filtro, lo único que hago con algunas es recortarlas para dejar sólo lo interesante o para quitar algo que las afee. Nada más. Así es lo que vimos.
Hace ya un par de meses que empezamos a buscar alojamiento en alguno de sus valles y no encontramos nada. Al final dimos con un hotelito en la ciudad de Huesca y, la verdad, creo que para nosotros ha sido un acierto: Se trataba de hacer rutas en coche porque mi hermana no está para andar, por lo que, tomando Huesca como campamento base, nos íbamos cada día a una zona. Así que os voy a contar y enseñar nuestro viaje a través de algunas de las muchas fotos que hicimos. Seleccionar no ha sido tarea fácil, pero sí quiero dejar claro que no tienen ningún tipo de retoque ni de filtro, lo único que hago con algunas es recortarlas para dejar sólo lo interesante o para quitar algo que las afee. Nada más. Así es lo que vimos.
Salimos el Jueves Santo. Ya llevábamos diseñada una ruta para ir viendo cosas por el camino (ya sabéis que a mí me gusta prepararme los viajes, jajaja). Fuimos por Pamplona y la primera parada la hicimos en Sangüesa, a orillas del río Aragón, donde tomamos un tentempié y paseamos por sus calles, junto a la iglesia de Santa María la Real, con su pórtico románico y su torre octogonal gótica:
Continuamos por la A21, la autovía del Pirineo, y una vez pasado el límite de Navarra, ya en Huesca, dejando atrás el Monasterio de Leyre (que ya conocemos), nos adentramos en una carretera nacional que serpentea junto al Embalse de Yesa, una preciosidad. Para mi album de espejos se queda esta foto, donde no sabías muy bien qué parte era real y cuál su reflejo:
Seguimos por la carretera nacional con la idea de parar a comer en la primera oportunidad que se nos presentara. Y allí estaba Berdun, encaramado en aquella loma:
Comimos en un restaurante junto a la carretera, sin entrar en el pueblo, desde donde pudimos ver las primeras nieves en un día donde la palabra primavera alcanzaba su más amplio sentido, ¿o no?:
Nuestro próximo destino era el Monasterio de San Juan de la Peña, cerca de Jaca. Se trata de un conjunto arquitectónico medieval construido aprovechando la roca que le sirve de protección, en una perfecta mimetización con el entorno, donde se mezcla la realidad con la leyenda: "Se habla de un joven zaragozano que se precipitó al vacio montado en su caballo mientras perseguía a un ciervo. Se encomendó a San Juan Bautista y él y su montura fueron cayendo suavemente sobre la gruta en la que había un cadaver incorrupto..."
En el S. XI fue muy bien considerado por la monarquía aragonesa, convirtiéndose en panteón de reyes, parada del Camino de Santiago y refugio del Santo Grial:
Su magnífico claustro románico nos hace entender perfectamente el buen gusto de aquellos reyes. :
Sentarse allí, rodeado de aquella tranquilidad, con los Pirineos de frente...:
Pero al final del S. XII y en los siguientes, comenzó su decadencia: Pérdida de donaciones, multiples pleitos, deterioro de la construcción, numerosos incendios pero, sobre todo, fue el último incendio en 1675, que lo dejó sin posibilidad de habitabilidad monacal, lo que obligó a construir el llamado Monasterio Nuevo. Está un poco más arriba, en una amplia campa, el Llano de San Indalecio, sitio perfecto para pasar un día de campo en familia. Desde aquí, donde se puede aparcar muy bien, te bajan en autobús hasta el Monasterio de abajo, donde no hay sitio para aparcar.
La fachada del Nuevo Monasterio es barroca, con exuberante vegetación y San Juan Bautista en la hornacina central:
Pero en el S. XIX las dependencias fueron abandonadas y acabaron completamente deterioradas hasta que el Gobierno de Aragón lo rehabilitó. Actualmente alberga el Centro de Interpretación del Reino de Aragón, el Centro de Interpretación del Monasterio de San Juan de la Peña y una Hospedería (con categoría de hotel de 4 estrellas). Un magnífico edificio monástico de la Edad Moderna:
Tras respirar un ambiente de recogimiento nos dirigimos a nuestro siguiente objetivo: los Mallos de Riglos. Mi marido lo tenía apuntado desde el momento en que decidimos ir a Huesca y la verdad es que conforman un paisaje espectacular. Ya antes de llegar íbamos alucinando por el color del río Gállego y su sinuoso cauce. Y de repente, en una de sus curvas, ante nuestros ojos los Mallos, que aunque no sepas qué son, enseguida te das cuenta, yo no había visto nada parecido: el mallo es una formación rocosa propia del valle del Ebro y de la zona prepirenaica, de grandes farallones y agujas, formados por cantos envueltos en arcilla y arena que lo cimentan y que fueron sedimentos depositados por los afluentes del río y que ahora vemos adosados a las laderas de la sierra, tras sufrir la erosión que ha redondeado sus partes altas. Pasamos un rato fijándonos en las diferentes figuras cuyos nombres ya nos sabíamos (mis deberes). Estos Mallos de Riglos son muy apreciados por los escaladores, pero alucinamos al pensar que escalan a uno de ellos, el Puro, en la foto, una "raya" más oscura en la roca de la derecha (he visto fotos y apenas se pueden poner dos personas de pie en la punta):
Toda esta zona es muy propicia para realizar deportes de aventura en agua: barranquismo, piragüismo en aguas bravas, rafting,... y puenting!! Al pasar por este puente, cerca de Riglos, vimos que se estaban preparando para algo y, efectivamente, una chica se tiró desde el borde. Uuuuufffff, yo quiero hacer parapente, pero esto del puente no me dice nada (bueno):
Continuamos hasta el castillo de Loarre, el edificio militar-civil románico mejor conservado de Europa, construido sobre un promontorio de roca caliza, que le sirve de cimientos, en el S. XI:
Se puede hacer una visita guiada o, como nosotros, con audioguías, muy cómodo y claro, puesto que en cada sitio de interés había una marca para escucharlo a tu ritmo. Mirad qué en ello estaba la peña, con la torre Albarrada detrás de ellos:
Pudimos recorrerle entero, con estancias curiosas como la iglesia de San Pedro, de una sola nave rematada por una bóveda semiesférica, extraña en esta época. En la parte inferior las columnas y capiteles merecen un rato de contemplación por su decoración, más simbólica que bíblica:
Desde aquí mismo nos asomamos por una ventana y la vista sobre lo que llaman la Hoya de Huesca es espléndida:
Continuamos paseando por todos los rincones del castillo. Esta era la zona monacal, un poco más deteriorada, aunque te podías imaginar cómo podía ser la vida allí:
Cualquier rincón era bueno para descansar un poco... y escuchar con atención:
Y para observar, a través de algún ventanal, lo que rodeaba al castillo. Desde esta perspectiva, se veía la entrada al recinto amurallado, la muralla y la sierra de Loarre:
Aquí el llamado Mirador de la Reina, restos de una gran sala, donde se aprecia el característico ajedrezado y magníficas vistas:
A la Torre de la Reina se accede por una pasarela metálica desde la Torre del Homenaje y es de pequeño tamaño porque, en realidad y pese al nombre, nunca sirvió de vivienda para ninguna dama, sino que tenía funciones defensivas:
Y buscamos los detalles que encierran estos muros, como numerosas marcas de cantero (iniciales de su nombre, principalmente), pero también otros más elaborados como este simpático perro con collar y pata levantada, que apenas se ve en la entrada a la oscura cripta de Santa Quiteria:
O estos de la puerta de entrada al castillo que representan a Abraham con su espada sacrificando a Isaac (en el capitel de la izquierda) y a dos monos simbolizando al vicio y al pecado (en el de la derecha). Nos costó encontrarlos, pero aquí están:
Llegamos hasta ella callejeando por un pueblo de calles empinadas y estrechas, pero al llegar al alto las vistas y sus tonalidades te reconfortan:
Y desde allí, nos fuimos ya para la ciudad de Huesca, donde teníamos el alojamiento: Un hotel pequeño, muy bien situado en el mismo centro, en una zona muy tranquila. Llevamos nuestras cosas a las habitaciones y salimos a tomar algo, cenar, ver un poco la ciudad, que es muy pequeña, con una plaza mayor muy pequeña, la plaza Luis López Allué, pero muy coqueta, pintada en tonos rosas:
Desde allí, bajando un poco, volvimos a un cruce que, 1 km. más arriba, nos llevó al puerto de montaña de Somport, a 1640 m. de altitud, en la frontera con Francia, la ruta más popular del Camino de Santiago antes de cambiarlo a Roncesvalles por ser menos abrupto y más corto (todavía se utiliza por quien le viene mejor esta ruta, claro, que carteles hay por todas partes, que el Camino de Santiago es infinito y pasa por donde quiere, ¿verdad Jose?). Cruzamos la frontera y nos volvimos para España.
Paramos para disfrutar de esta estampa. Se trata de Candanchú, donde está la estación de esquí más antigua de España, con un completo circuito de esquí de fondo y con una de las mejores zonas del mundo para esquiadores principiantes, a tan solo 6 km. de Astún:
Ahora, volviendo ya sobre nuestros pasos (o mejor dicho, rodadas), nos acercamos a Jaca, capital de la comarca de la Jacitania, por la que nos estábamos moviendo toda la mañana. Vimos el famoso Palacio de Hielo, donde se han celebrado varios campeonatos del mundo de patinaje artístico. Buscamos la catedral, el puente medieval de San Miguel (nos costó un poco encontrarle, las señales nos daban información contradictoria, no estaban muy claras, jajaja). Pero apareció:
Aquí está el Balneario, con 6 fuentes de aguas nitrogenadas y sulfurosas con importantes propiedades minero-medicinales.
Este sitio me encantó, no me importaría perderme allí una temporada, haciendo rutas, descansando en el Gran Hotel, pasando algún ratito en el Casino, tratándome en las Termas de Tiberio, reflexionando en la capilla del Carmen o, simplemente, sentada en una piedra con un buen libro y con el sonido de la naturaleza como música de fondo:
Allí pasamos largo rato, pensando en lo hermoso que sería cubierto de nieve y con el lago congelado, pero debíamos continuar, queríamos subir hasta Formigal. Retrocedimos unos kilometros hasta coger la A-136 que nos condujo a Formigal, por la cuenca del río Gállego en el valle de Tena:
Estampas de gran belleza, pasamos junto a varios embalses que aprovechan el agua del deshielo, aunque a mí me pareció que tenían poco agua para el tiempo en que estábamos, la verdad, como este de Lanuza, junto a Sallent de Gállego, capital del Valle de Tena y a los pies de las cumbres más altas de la cordillera pirenaica:
Y así, subiendo por el puerto de Portalet, a casi 1800 m. de altitud, donde nace el Gállego, llegamos a la frontera con Francia otra vez (y la atravesamos de nuevo). En realidad, está cerca de Astún, pero no tienen conexión posible por carretera.
En Formigal hay una gran infraestructura hotelera y de servicios, con un gran ambiente nocturno. Fue donde vimos más nieve y donde el cielo estaba más oscuro:
Y así terminaron nuestras andanzas de este Viernes Santo. Sólo nos quedaba volver a Huesca, ducharnos y salir a tomar algo para después cenar. Al día siguiente nos quedaba el plato fuerte. Pero esta es otra historia...
Eso sí, dejo los mapa de las rutas seguidas estos 2 primeros días, más que nada por situarme cuando lo vuelva a recordar. Espero que a vosotros también os sirva de referencia:
Ruta 1-Jueves Santo:
Ruta 2-Viernes Santo
También podéis ver aquí, como sigue nuestro viaje.
A la Torre de la Reina se accede por una pasarela metálica desde la Torre del Homenaje y es de pequeño tamaño porque, en realidad y pese al nombre, nunca sirvió de vivienda para ninguna dama, sino que tenía funciones defensivas:
Y buscamos los detalles que encierran estos muros, como numerosas marcas de cantero (iniciales de su nombre, principalmente), pero también otros más elaborados como este simpático perro con collar y pata levantada, que apenas se ve en la entrada a la oscura cripta de Santa Quiteria:
O estos de la puerta de entrada al castillo que representan a Abraham con su espada sacrificando a Isaac (en el capitel de la izquierda) y a dos monos simbolizando al vicio y al pecado (en el de la derecha). Nos costó encontrarlos, pero aquí están:
Y esta era la imagen del castillo cuando salimos, cuando el sol se escondía ya detrás de él. Sin duda, digno de pasar un buen rato observando todos los detalles que aúna entre sus muros:
Cerca de allí está Bolea, seguimos en la comarca de la Hoya, donde se encuentra la Colegiata de Santa María la Mayor. Fue construida en el S. XVI, declarada Monumento Histórico-Artístico y de estilo arquitectónico de transición entre el gótico y el Renacimiento. Entre sus muros guarda verdaderos tesoros:Llegamos hasta ella callejeando por un pueblo de calles empinadas y estrechas, pero al llegar al alto las vistas y sus tonalidades te reconfortan:
Y desde allí, nos fuimos ya para la ciudad de Huesca, donde teníamos el alojamiento: Un hotel pequeño, muy bien situado en el mismo centro, en una zona muy tranquila. Llevamos nuestras cosas a las habitaciones y salimos a tomar algo, cenar, ver un poco la ciudad, que es muy pequeña, con una plaza mayor muy pequeña, la plaza Luis López Allué, pero muy coqueta, pintada en tonos rosas:
Y con la misma, nos retiramos a nuestros aposentos, que nuestra vista estaba cansada de tanto ver, y nuestro cerebro necesitaba un tiempo para asimilar y ordenar tanta información (ole, ole).
Al día siguiente, Viernes Santo, tocaba ruta de montaña, Pirineos a tope. ¿Nuestro primer destino?: Estación de Canfranc!!!!
La Estación Internacional de Ferrocarril de Canfranc está muy cerca de la frontera con Francia, construida precisamente para unir ambos países, a través de un túnel construido en Somport, y fue concebida como un gran escaparate para los extranjeros que viniesen a España o sea, puro postureo. Se inauguró en 1928 y a través de sus lineas se transportaron gran cantidad de mercancías: Wolframio que necesitaban los alemanes para reforzar sus tanques, oro que, a cambio, venía de Suiza a España,... Y también gran cantidad de pasajeros (incluidos judíos huyendo de los nazis). Pero a causa de la guerra civil española primero, y de la 2ª guerra mundial después, sus años de gloria terminaron y en 1970 dejó definitivamente de funcionar por un descarrilamiento en la parte francesa. Actualmente y tras muchas vicisitudes políticas, con varios intentos de rehabilitación, este conjunto histórico está... Eso sí, se mantiene una linea de media distancia, que la une con Zaragoza, de tipo turístico.
El edificio de la estación es una maravilla: Tiene 241 m. de longitud y 75 puertas en cada lado de la estación:
La parte central, de aspecto suntuoso, albergaba el vestíbulo y la zona de taquillas:
A los lados estaba la aduana, la comisaría de policía, correos y un hotel internacional. Y andenes. Y varios muelles con pasos subterráneos (pasamos por uno de ellos y daba miedo). Todo ello enmarcado por un paisaje inenarrable (me refiero a las montañas):
Pero es un edificio rodeado por una cerca, con posibilidad de visitas guiadas (imprescindible realizar reserva con tiempo). Se puede pasear por alrededor, por los muelles, por las vías y su vegetación (no he encontrado información sobre el nº de vías que tiene, pero muchas, y de diferente anchura según fueran para los trenes españoles o franceses). Hay también restos de varias grúas y vagones, casi comidos por la espesura:
En general, me llevé una gran decepción. Es un edificio precioso pero el entorno está completamente abandonado, matorrales que levantaban por encima nuestro, vías enterradas entre tanta hierba, puertas y ventanas tapiadas de cualquier manera, estructuras metálicas herrumbrosas, vagones abandonados a su suerte (a su mala suerte), ... Pudimos entrar en un par de salas que tenían las puertas desvencijadas, y daba verdadera lástima ver cómo estaba aquello, la verdad:
No puedo ni describir con palabras la sensación de abandono que me produjo ver todo aquello aunque entiendo que el mantenimiento de semejante infraestructura sea muy costoso. Pero fijándonos en la belleza del edificio, ¿no sería interesante llevar a cabo algún tipo de proyecto de restauración, de tipo hotel, centro comercial, incluso museo o centro de interpretación que tanto se lleva ahora? No sé, me dejó un poco plof, esperaba otra cosa.
Detalle del bonito remate del tejado:
Pues nada, después de patear aquella zona volvimos al coche y, por una carretera sinuosa, subimos a la estación invernal de Astún, unos 10 km. más arriba, donde nace el río Aragón que tanto hemos visto en este viaje. Ya había poca nieve:Detalle del bonito remate del tejado:
Desde allí, bajando un poco, volvimos a un cruce que, 1 km. más arriba, nos llevó al puerto de montaña de Somport, a 1640 m. de altitud, en la frontera con Francia, la ruta más popular del Camino de Santiago antes de cambiarlo a Roncesvalles por ser menos abrupto y más corto (todavía se utiliza por quien le viene mejor esta ruta, claro, que carteles hay por todas partes, que el Camino de Santiago es infinito y pasa por donde quiere, ¿verdad Jose?). Cruzamos la frontera y nos volvimos para España.
Paramos para disfrutar de esta estampa. Se trata de Candanchú, donde está la estación de esquí más antigua de España, con un completo circuito de esquí de fondo y con una de las mejores zonas del mundo para esquiadores principiantes, a tan solo 6 km. de Astún:
Ahora, volviendo ya sobre nuestros pasos (o mejor dicho, rodadas), nos acercamos a Jaca, capital de la comarca de la Jacitania, por la que nos estábamos moviendo toda la mañana. Vimos el famoso Palacio de Hielo, donde se han celebrado varios campeonatos del mundo de patinaje artístico. Buscamos la catedral, el puente medieval de San Miguel (nos costó un poco encontrarle, las señales nos daban información contradictoria, no estaban muy claras, jajaja). Pero apareció:
Comimos en un restaurante con vistas a la Ciudadela de Jaca, monumento artístico:
Después de comer, dejamos atrás el valle del Aragón para ir al siguiente valle, hacia Panticosa, bueno, Baños de Panticosa para ser exactos, 8 km. más arriba, donde está el lago natural, el Ibón de Baños:
Este lago recoge las aguas de los abundantes torrentes que bajan de las cumbres que lo rodean. Aquí dos de mis amores disfrutando de un maravilloso entorno, junto a una de esas cascadas, a la que se llega tras un corto paseo:
Aquí está el Balneario, con 6 fuentes de aguas nitrogenadas y sulfurosas con importantes propiedades minero-medicinales.
Este sitio me encantó, no me importaría perderme allí una temporada, haciendo rutas, descansando en el Gran Hotel, pasando algún ratito en el Casino, tratándome en las Termas de Tiberio, reflexionando en la capilla del Carmen o, simplemente, sentada en una piedra con un buen libro y con el sonido de la naturaleza como música de fondo:
Allí pasamos largo rato, pensando en lo hermoso que sería cubierto de nieve y con el lago congelado, pero debíamos continuar, queríamos subir hasta Formigal. Retrocedimos unos kilometros hasta coger la A-136 que nos condujo a Formigal, por la cuenca del río Gállego en el valle de Tena:
Estampas de gran belleza, pasamos junto a varios embalses que aprovechan el agua del deshielo, aunque a mí me pareció que tenían poco agua para el tiempo en que estábamos, la verdad, como este de Lanuza, junto a Sallent de Gállego, capital del Valle de Tena y a los pies de las cumbres más altas de la cordillera pirenaica:
Y así, subiendo por el puerto de Portalet, a casi 1800 m. de altitud, donde nace el Gállego, llegamos a la frontera con Francia otra vez (y la atravesamos de nuevo). En realidad, está cerca de Astún, pero no tienen conexión posible por carretera.
En Formigal hay una gran infraestructura hotelera y de servicios, con un gran ambiente nocturno. Fue donde vimos más nieve y donde el cielo estaba más oscuro:
Eso sí, dejo los mapa de las rutas seguidas estos 2 primeros días, más que nada por situarme cuando lo vuelva a recordar. Espero que a vosotros también os sirva de referencia:
Ruta 1-Jueves Santo:
Ruta 2-Viernes Santo
También podéis ver aquí, como sigue nuestro viaje.
Hola, un viaje muy recomendable.La verdad es que a mi todo lo que sean piedras me encanta.Los pueblos perdidos en las montañas preciosos.No os lo perdais!
ResponderEliminarparece ser que hay muchas piedras, a vista de las fotos. es un sitio al que tengo ganas de ir y creo que me animaré. ¿qué comida es típica allí?
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