lunes, 22 de enero de 2024

CINQUE TERRE, ITALIA

 


Bueno, después de pasar un par de días en Milán, como os conté aquí, nos fuimos a Cinque Terre en tren, mi objetivo principal de este viaje. Salía de la Estación Central de Milán a las 12:10 y en poco más de 3 horas recorrimos los 160 km que nos separaban de la estación central de la Spezia, capital de la provincia del mismo nombre donde se sitúan los pueblos de Cinque Terre. La Spezia es donde hay más opciones de hospedaje, así que se convirtió en nuestro 'centro de operaciones'. Nuestro apartamento estaba justo al lado de la estación, así que enseguida nos instalamos y salimos a ver la ciudad. 
Por ordenar las fotos he decidido poner las que nos hicimos aquí, en la Spezia, al final, en lugar de ir entremezclando.

Al día siguiente, cogimos allí mismo el tren para visitar Monterosso al Mare, el más alejado de los 5. Está situado en un pequeño golfo y tiene la playa más grande de Cinque Terre, playa Fegina: 
Subimos a la Torre Aurora, que separa la parte antigua de la más moderna. Encima, la estatua de San Francisco de Asís. Las vistas desde allí, hacia los dos lados de la costa, excepcionales:
Siguiendo el mismo sendero, llegamos al convento de los Padres Capuchinos y bajamos hacia el otro lado, donde está la parroquia de San Juan Bautista con su torre y la plaza bajo las vías del tren:
En esta parte también hay una pequeña playa con varios negocios de excursiones en barco:
Regresamos al otro lado por un pequeño túnel que cruza por debajo del sendero por el que habíamos subido y paseamos hasta el otro extremo de la playa Fegina donde está la imponente estatua del Gigante, que representa al Dios Neptuno, pero que tras varios bombardeos y por la fuerza del mar ha ido perdiendo algunas de sus partes:
Volvimos a la estación del tren para continuar con nuestras visitas. Nuestro siguiente destino: 
Vernazza
Creo que este es uno de los más bonitos (de hecho, lo escogí para la portada de este post). Para cuando hacemos viajes de este tipo, yo ya me lo he preparado, como siempre cuento, y ya tenía las fotos de estos pueblos en mi retina, por lo que al bajar del tren ya sabía dónde teníamos que ir. Bajamos las escaleras, la calle en cuesta y estábamos junto al mar. Fuimos lo primero al espigón del puerto para ver el pueblo desde esa perspectiva:
Desde allí, subiendo escaleras serpenteantes, llegamos al castillo Doria (en la foto anterior, la torre que se ve a la derecha, en lo más alto). Las vistas ofrecen otra visión del pueblo, del puerto y de la forma en que aprovechan las empinadas laderas para sus cultivos de viñedos principalmente, sostenidos por numerosos muros de piedra seca 😲:
También se alcanza a ver el pueblo del que veníamos, Monterosso al Mare, entre una línea costera increíble:
Visitamos la iglesia parroquial de Santa Margarita de Antioquía, erigida, en un segundo intento, sobre una roca pegada al mar. Dice la historia que allí apareció una caja con huesos de la mano de la santa flotando. Los habitantes construyeron la iglesia en otro lugar pero una tormenta la destruyó y la reliquia se perdió. Tiempo después apareció en el mismo lugar y ya la construyeron ahí. Por dentro es muy oscura, un poco lúgubre, la verdad:
Pero las vistas desde sus ventanas....:
Buscamos un sitio donde comer, tarea nada fácil, a esas horas ya había muuuucha gente por el pueblo y todos teníamos hambre. Conseguimos comer en una terraza una cosa típica de allí, un cucurucho de fritos de pescado, muy ricos:
Ya con fuerzas renovadas, subimos por un paseo que hay como por encima y detrás de la iglesia de Santa Margarita, justo al borde de los escarpados acantilados. ¡Qué decir de las vistas...!:
Anduvimos un tramo de ese sendero, que va desde Vernazza hasta Monterosso al Mare (de hecho hay un sendero que a lo largo de 12 km une los 5 pueblos, el sentiero Azzurro o azul, que me hubiera encantado hacer, pero según la época o si ha habido algún derrumbe, siempre hay algún tramo cerrado y además por el calor... pues quedó pendiente... ¿o quizá... suspendido?😕).
Bajamos de nuevo al pueblo y antes de marchar, nos comimos un rico helado. El calor...:

Nuestro siguiente destino: 
Corniglia.
Este es, sin duda, el que menos nos gustó. Según bajamos del tren, un paseíto y a subir la amplia escalinata Lardarina en zig-zag, con sus 377 escalones repartidos en 33 tramos. Nosotros y muchos más (fijaos en la parte de abajo de la foto):
Es el único pueablo de los 5 que no tiene acceso directo al mar. Está encaramado en un promontorio a 100 m sobre el nivel del mar. Subimos hasta llegar a una especie de terraza-mirador desde donde podíamos ver el pueblo que íbamos a visitar al día siguiente, Manarola (en la foto anterior se puede apreciar mejor la distancia):
Y hacia el otro lado había una bajada por una estrecha escalinata, a lo que ellos llaman playa (pero que a mí, que soy de Cantabria, me cuesta, la verdad), apenas unas piedras a ras de agua, pero también se veían los pueblos que habíamos visitado ese día:
Visitamos la Iglesia de San Pedro y pasamos otro rato callejeando, viendo algunos negocios con encanto:
Para bajar de nuevo a la estación del tren, tuvimos la suerte de pillar un mini-autobús que hace el recorrido desde el pueblo por una estrecha carretera, por no bajar otra vez la Lardarina. Por ese día ya habíamos hecho suficiente turismo. Nos fuimos a la Spezia para ducharnos y salir a cenar, ver un poco el ambiente y recogernos, que al día siguiente continuaba nuestro recorrido. Manarola nos esperaba...
Manarola también me encantó.  Llegamos sobre las 9 de la mañana y el colorido pueblo estaba empezando a desperezarse. Los lugareños abrían sus negocios, se saludaban,...:
Y echaban sus barquitas (aparcadas a la puerta) al agua. No creo que olvide nunca esta imagen, cómo un señor ató su barca a una cuerda y por un sistema de un cable y simples poleas fue primero acercando y después deslizándolo hasta el mar. Con suavidad, tranquilamente, como algo muy practicado, para después salir a mar abierto, librando las rocas con calma :
Nos fuimos hacia la derecha, por un sendero que bordea el acantilado y con esta vista del pueblo:
Hacia la otra parte, además de barquitos de vela surcando las tranquilas aguas del mar de Liguria, perspectiva del pueblo del que acabábamos de venir, Corniglia:

Más tarde, ya desde el pueblo, tuve que volver sobre mis pasos porque no había visto la estatua del vino y ya después de ir por la otra parte hasta un pequeño embarcadero, nos fuimos a la estación del tren. El último pueblo de Cinque Terre nos esperaba...
Riomaggiore está también entre mis favoritos, quizás en el primer puesto.
Es también muy colorido, aferrado a la ladera, asomándose al mar desde donde puede:
En esta ocasión, primero fuimos hacia la izquierda, saltando entre rocas, pero viendo el color del pueblo reflejado en las tranquilas aguas, remanso donde descansan las barcas de los lugareños:
Por encima de esas rocas y pegado a las casas, hay un sendero que conduce a otro embarcadero (además del tren, otra forma de visitar estos pueblos es llegando en barco, por carretera es muy complicado, son muy estrechas, con muchas curvas, falta de aparcamiento, totalmente desaconsejado, sobre todo en temporada alta) y continuamos hasta ver lo que llaman la playa de Riomaggiore (me cuesta, me cuesta 😅...). Eso sí, el agua de un color y transparencia envidiable:
Hacia la otra parte del pueblo, veíamos a gente y parecía imposible acceder hasta allí. Pues nada, subiendo por unas escaleras por el borde de las casas se accede a una calle por la que subes al castillo medieval y a la iglesia de san Roque y un poco más adelante, ya bajando, la iglesia de San Juan Bautista:
El pueblo está muy cuidado y tiene rincones de mucho encanto:
Pequeñas iglesias:
Pasamos por la plaza Vignaioli, pequeña, desordenada, con un enorme mural sobre uno de los edificios  con imágenes relacionadas con el vino y con este único balcón por donde asomarse al mar:
Paseamos otro rato por el pueblo y ya nos fuimos a un túnel decorado con motivos marinos que desemboca directamente en la estación del tren:
Y esto fue nuestro turisteo de 2 días por los 5 pueblos que conforman la franja de Cinque Terre, en la Riviera italiana: 
  • Monterosso al Mare
  • Vernazza
  • Corniglia
  • Manarola
  • Riomaggiore
Por la tarde estuvimos por La Spezia. 
Tengo que decir que tuvimos mala suerte con los museos en esta ciudad, no pillamos ninguno abierto, algunos de ellos importantes, como el Museo Técnico Naval o el Museo Cívico Prehistórico ubicado en el Castello San Giorgio:
Estuvimos a las puertas de ambos pero estaban cerrados...🙈.
Pero vimos otras cosas. 
El primer día nos acercamos al Puerto Mirabello, con un moderno puente peatonal, que une la ciudad con un importante embarcadero con yates y barcos de todos los tamaños. Desde allí vimos como zarpaba un crucero, el mismo barco en el que viajamos nosotros hace algunos años, aunque no hicimos el mismo recorrido. Nos hizo como ilusión...:
Cerca de nuestro alojamiento estaba la Plaza Benedetto Brin, una de las más importantes de la ciudad, aunque últimamente parece estar ocupada por personas no muy recomendables. En el centro y delante de la iglesia de Nuestra Sra. de la Salud, está la Fuente de las Voces, una escultura de más de 7 m de altura recubierta de mosaicos:
Por la noche salíamos a cenar y después paseábamos. Así llegamos a la Plaza Verdi, con sus coloridos arcos geométricos y bancos rodeados de agua dando sensación de islas relajantes. Muy chulo por la noche:
Para tomar algo primero y para cenar después, buscábamos recomendaciones entre calles un poco alejadas del centro, que siempre era más fácil:
Siempre cenamos muy bien, buscando cosas típicas como estos trofies o trofiettes con pesto. Deliciosos:
Los postres tampoco se nos resistían...:
El último día nos fuimos por la parte alta de la ciudad, desde donde se apreciaba perfectamente cómo se había construido entre mar y montaña, con un importante arsenal militar a un lado del golfo y el puerto mercantil al otro (es uno de los más importantes de Italia) y con grandes avenidas que conducen directamente al mar :
Y todos los días, en algún momento, nos pasábamos por los jardines públicos donde está la estatua ecuestre de bronce de Giuseppe Garibaldi, con su caballo encabritado o rampante: 
Al día siguiente, viernes, nos fuimos a ver otra recomendación que teníamos, otros 2 pueblos que, aunque no forman parte de Cinque Terre, son también muy bonitos: Portovenere y Lerici. Esta vez, utilizamos un autobús y un barco como medios de transporte. Pero esto es otra historia..., que, por cierto, os cuento aquí 😉.
El últimos día lo pasamos en Bolonia, donde cogeríamos el avión de regreso. Nos encantó esta ciudad. Si queréis echar un vistazo en el post Bolonia os cuento algunos detalles.
  • Resumen de los demás posts de este viaje:
Milán- Italia
Portovenere y Lerici



https://todomarimar.blogspot.com/2024/03/bolonia-italia.html