viernes, 25 de septiembre de 2020

LIÉBANA, RUTA DE LAS ERMITAS

Como ya conté en mi post anterior, el de los miradores, en esos días de vacaciones que pasamos en la comarca de Liébana, otro de nuestros objetivos era hacer la ruta de las ermitas del entorno del Monasterio de Santo Toribio de Liébana. Aunque a lo largo de su historia ese monasterio ha estado habitado por monjes benedictinos, en 1961 fue refundado y actualmente viven en él 4 frailes franciscanos y es, junto a Roma, Jerusalén, Santiago de Compostela y Caravaca de la Cruz, un lugar santo para el cristianismo y lugar donde finaliza el peregrinaje del Camino Lebaniego. Declarado Monumento Nacional en 1953 :
Detalle de la nave central:

Su mayor tesoro es la reliquia del Ignum Crucis, el resto más grande que se conoce de la cruz donde Cristo fue crucificado:
La tarde del día que llegamos, lunes, que fue cuando nos acercamos al monasterio, ya teníamos claro que no nos iba a dar tiempo a hacer la ruta, pero ya tomamos un contacto con el entorno. Sabemos que alrededor del primitivo monasterio hay varias capillas y ermitas donde se retiraban los monjes para orar y cumplir penitencias. Algunas de esas ermitas son semirrupestres y hoy se pueden visitar varias, unas muy rehabilitadas y otras apenas unos restos. A la izquierda de la explanada del monasterio está este cartel que sirve de orientación (aunque algún problema tuvimos) e iniciamos el camino:
Esa tarde, siguiendo las indicaciones, subimos hasta la ermita de Santa Catalina, a medio km. por un camino empedrado, fácil de seguir. A mí se me olvidó la cámara de fotos en el hotel por lo que estas primeras están hechas con móvil. Se conserva la espadaña y los muros del presbiterio. Se anuncia como centro de interpretación. Yo vi varios carteles informativos de las ermitas de la zona:

Está en la cima de una loma por lo que se ve desde los alrededores:
Volvimos un poco sobre nuestros pasos para tomar otro desvío, más pedregoso y con bastante desnivel en algunos tramos. Así llegamos a la ermita de Santa María de los Ángeles de la que solo se conservan los cimientos:

En esa misma dirección, un poco antes, está también la llamada Cueva Santa, semirrupestre, construida en dos alturas, debajo la celda del monje y encima, se supone, la capilla (asomaros por la puerta). Hay varias leyendas que la rodean. Una de ellas habla de que el monje, sin saber dónde construir la ermita, subió a lo alto del monte de la Viorna y tiró su báculo diciendo: "donde caiga mi cayada allí será mi morada" y así lo hizo:
Para esas alturas de la tarde, allí arriba habían caído unas gotas y se había complicado un poco el camino porque había hojas en el suelo y resbalaba, así que ya nos bajamos hacia el monasterio disfrutando de estas vistas de la ermita primera que habíamos visitado, la de Santa Catalina, justo en la cima de ese montículo, y un poco más abajo, a su derecha en la foto, la ermita de San Miguel, más próxima al monasterio y que veríamos otro día, que ya casi era de noche:

En efecto, el viernes por la mañana, nuestro último día en Potes, subimos de nuevo al monasterio de Santo Toribio con la intención de ver las ermitas que nos quedaron pendientes. Ahora ya tenía mi cámara de fotos y el día estaba más luminoso (se puede ver, ¿no?).
Lo primero subimos hasta la ermita de San Miguel. Desde el aparcamiento hay apenas 1 km y aunque ese día se podía subir en coche (hay días que cortan la carretera) nosotros subimos andando. 

Por una rejilla que hay en la puerta pude hacer esta foto de su interior, con una figura de San Miguel amenazando con su espada al demonio, muy diferente:
Desde allí se tienen unas maravillosas vistas de los Picos de Europa, por su parte más oriental:

Y de Potes hacia el otro lado:

Delante de esta ermita de San Miguel, que es el final de la carretera que sube desde el monasterio, nos encontramos con esta escultura. Es la primera de una serie de ventanas solidarias que se irán colocando en sitios estratégicos con el fin de que gente sin recursos pueda visitar esos puntos privilegiados gracias a la Fundación Ventanas del Mundo, idea de un empresario hostelero lebaniego, creador de la fundación: 

Bajamos de nuevo a la campa para comenzar la ascensión por el otro lado del monasterio, en busca de la ermita que nos faltaba por ver, la de San Pedro. Por el camino, otras ventanas nos permitían ver paisajes como estos:

Siguiendo un cartel indicador llegamos a un cruce en el que no supimos qué dirección tomar. Allí había otra pareja con la misma duda y que habían ido en una dirección sin encontrar nada. Pues tomamos el otro camino. Un bosque precioso, una sombra maravillosa (que hacía calor 😅), unas vistas para enmarcar, pero de la ermita  nada. Nos volvimos y tomamos el otro sendero. Un desnivel considerable (en algún punto había que agarrarse a los arbustos, no cogimos los bastones porque pensábamos que iba a ser fácil...ilusos!!!). Llegamos al final del camino que, eso sí, estaba recién desbrozado, y no encontramos ni rastro (a mi marido le encanta hacerme fotos en mis momentos más bajos, cuando ya no podía ni con la mascarilla que llevaba en la mano 😓😰😷):

Esta es la Cruz de Viorna, en lo alto del monte en cuya ladera están estas ermitas:

Y con la sensación de `...jolín, que no lo hemos encontrado (creo que es la primera vez)´ nos bajamos de nuevo hasta Santo Toribio, donde habíamos dejado el coche, que ya era casi la hora de comer y teníamos que bajar a Unquera donde habíamos quedado para comer con mi hermana y mi cuñado (en terraza y con todas las medidas de seguridad, por supuesto):

¿Os gusta, como a mí, la zona de Liébana? ¿Me recomendáis otras rutas?
Estas son las que hicimos esos días:

jueves, 17 de septiembre de 2020

POTES (LIÉBANA) Y MIRADORES

Y llegó agosto, tiempo de vacaciones. Ya hacía meses que teníamos claro que si este año podíamos ir a algún sitio, sería dentro de España (teníamos pensado ir a Italia, precisamente a Lombardía, el primer foco de coronavirus en Europa, pero eso enseguida quedó descartado). Fuimos afinando más hasta llegar a la conclusión de que nos quedaríamos en la comunidad o, como mucho, en sus limítrofes. Y claro, la mejor opción, sin duda, era la montaña y la zona de Liébana estaba en la posición más aventajada. Después declararon a Potes como Capital del Turismo Rural este 2020 y tuvimos la duda por si había mucha gente, pero pensamos que como el hotel que reservamos estaba a 1 km. del centro y hay montañas para absorber a muchos turistas, pues allá que nos fuimos. Evitamos, eso sí, los fines de semana. Fuimos de lunes a viernes, con idea de desconectar, descansar y rutear. Y eso hicimos. Bueno, descansar no tanto, que dice mi marido que le maté 😂.
Como hago siempre, ya llevé mis cosas preparadas y el lunes, el día que fuimos, este fue el plan:
Lo primero subimos al mirador de Santa Catalina. El desvío está en el pueblo de la Hermida, a la izquierda. Ya habíamos subido andando, desde el Desfiladero de la Hermida, pero no nos importó volver, esta vez en el coche. 
Desde allí, vistas hacia la subida en zig-zag a Tresviso:
 
También se tiene una espectacular panorámica del desfiladero de la Hermida:
Y de la ruta que habíamos hecho andando, pasando por el pueblo de Cicera (señalado con la flechita).
Aunque hay una pista que llega hasta el mismo mirador, poca gente sube hasta allí (yo, si se puede, recomiendo hacerlo andando, que es una ruta muy bonita) y por eso los árboles están así de tapizados, muestra evidente de la gran calidad del aire:
Nos volvimos a bajar al desfiladero de la Hermida (N-621) y unos metros antes estaba la desviación a la localidad de Bejes, que queríamos visitar para comprar el famoso queso picón Bejes-Tresviso, con denominación de origen.
Bejes está situado en una suave y verde loma y la iglesia de Santa María en su parte baja:

Después de pasear por el pueblo y de comprar el queso (que según los que lo han comido está espectacular) nos volvimos al desfiladero. Nuestra siguiente parada estaba muy cerca, un poco más arriba, justo debajo del puente de acceso al Balneario de la Hermida:
Son unas pozas termales naturales con un agua calentita y allí que nos metimos, con las medidas de distancia y seguridad que estos tiempos requieren, claro (los de las fotos no somos nosotros, y estuvimos esperando hasta que estuvimos solos) 
Después de un buen rato allí, con una sensación de total relajación, volvimos al coche y continuamos en dirección a Potes hasta nuestra siguiente parada: la iglesia de Santa María de Lebeña, a menos de 1 km desviado de la carretera. 
Es uno de los mejores ejemplos de arquitectura prerrománica de España, de estilo mozárabe, declarada Monumento Nacional en 1893. Existe un documento de 925 en el que ya se habla de esta construcción, con leyenda incluida (se dice que los condes de Liébana lo mandaron construir para que los restos de Santo Toribio descansaran allí. Se quedaron ciegos y no recuperaron la vista hasta que no volvieron los restos al monasterio😏...) La torre del campanario se construyó mucho más tarde, en el S. XIX. El conjunto, a mí, que no entiendo de su valor arquitectónico, me encanta por su juego de volúmenes:
Comimos sobre la marcha y nos fuimos a tomar posesión de nuestros aposentos. Más tarde subimos al monasterio de Santo Toribio y desde allí intentamos hacer la ruta de las ermitas que sale desde la campa del monasterio. Pero eso será otra historia... 
Cenamos en el hotel: reservamos media pensión con cena, pensamos que la comida la haríamos donde nos pillara, evitando aglomeraciones de restaurantes (de hecho creo que comimos bocadillo en medio de la nada todos los días) y las cenas en el hotel fueron muy tranquilas, con todas las medidas de seguridad.
Nos retiramos pronto a dormir, que había sido un día movidito...
Al día siguiente hicimos una preciosa excursión a la ermita Virgen de Valmayor, Porcieda y Tudes, que también os contaré próximamente.
Por la tarde, y ya en coche, intentamos llegar a la ermita de San Tirso, cerca del hotel, pero las pistas no parecían muy transitables y con lo que habíamos caminado por la mañana ya no nos decidimos a ir andando, así que nos quedó pendiente.
Nos dirigimos entonces al Mirador de Liébana, en Cahecho, con amplias vistas de los picos y los valles. Cuando llegamos, después de un maravilloso, soleado y caluroso día, se nubló y se puso como de tormenta...:
Y con esa luz y ese ambiente tormentoso se produjo un hecho extraño, que a decir de los del pueblo, pocas veces se produce: ver el puerto de San Glorio con total nitidez primero (se veía perfectamente la carretera de subida) para pasar a verse de esta forma:

Desde allí nos acercamos a la iglesia de Santa María de Piasca, en el mismo municipio de Cabezón de Liébana, un claro ejemplo del arte románico cántabro, con sus grandes contrafuertes y su monumental espadaña (el campanario para entendernos), declarada Monumento Nacional en 1930:

Pero lo que más me llamó la atención fue la portada principal, con arquivoltas (las molduras de los arcos) muy labrados y ricos en iconografías y sobre ellas una pequeña galería con 3 arcos ciegos y con figuras que representan a San Pedro con su llave, la Virgen con el Niño y San Pablo con un libro en el que se puede leer Paulus, conservado de la fachada primitiva:

Al día siguiente, miércoles, el plan era subir al San Glorio, en coche, claro, en busca de otro par de miradores, pero buscando, buscando, leí algo de otro mirador que nos cogía de paso, desviándonos un poco. Se trata del mirador de Peñallana donde está la vía ferrata Socastillo con un puente tibetano de 50 m. (en la foto se ve en la parte de abajo) con una caída de 70 m. y que me hubiera encantado cruzar 😅. No entiendo nada de vías de este tipo, pero sólo por el paisaje tiene que merecer la pena:

Lo que no llegué a entender fue el nombre del mirador: ¿Peñallana? 😳😂:
Retomamos el camino hacia el puerto de San Glorio, uno de los más altos de la Cordillera Cantábrica, unión entre León y Cantabria, con 1609 m. de altura en su parte más alta. Cerca del alto nos encontramos con el mirador del Corzo desde donde se divisa una amplia panorámica del Valle de Cereceda y Peña Sagra, Sierra del Cordel y Peña Labra al fondo (y en algún punto el mirador de Liébana):
Ya en el alto y desviándonos hacia otro de los miradores, el de Llesba, esta paz, quien diría que 3 km. más abajo el viento casi nos volaba...:

Como decía, desde el alto del puerto hay una desviación al collado de Llesba donde está el conocido como mirador del Oso, al que se puede subir andando o en coche:

Las vistas espectaculares, muy diferentes según la zona a la que dirijas la vista: muy verde en la parte más próxima, con el Pico Coriscao (ruta que hicimos hace muchos años) a tiro de piedra, en la foto, justo debajo de la nube más alta:

Muy rocoso mirando hacia el norte. Alcanzamos a ver el Cable, en lo alto de Fuente Dé. Para confirmar que era lo que pensábamos, con mi super zoom hice esta foto con el teleférico llegando al Cable:
Continuamos por la N-621 hacia la parte leonesa, una bajada mucho más suave que por la parte cántabra, hasta llegar a Riaño, pueblo famoso por la traumática construcción en los `80 de un embalse que dejó sumergido al antiguo Riaño (y a otros 8 pueblos), con ocupación militar incluida. Yo he estado allí varias veces y me encanta el paisaje que rodea al embalse, aunque siempre me da una sensación rara pensar en las historias que habrá tapado el agua...:
Además del paisaje y varias rutas que se pueden hacer desde allí, en el nuevo Riaño hay algunas cosas que se conservan de los pueblos anegados, a modo de homenaje, como esta iglesia de Nuestra Señora del Rosario, procedente de La Puerta:
 O este hórreo de estilo asturleonés, que procedente de Salio, fue trasladado al nuevo Riaño (salvaron 2 de los 80 que había en la zona): 

Este monumento (campanario) es ya más vanguardista, construido para albergar a las antiguas campanas de la iglesia de Riaño y de otras localidades afectadas, en recuerdo del "sacrificio generoso de los hijos del valle en beneficio de todos". Se llama el Silencio de las Campanas:
El paisaje actual es precioso:
Y allí, junto a todo ese conjunto monumental en recuerdo de esa difícil etapa, cerca del viaducto, no podía faltar otro de los bancos con mejores vistas, en el mapa viene como `el banco más bonito de León´:
Bueno, este es el relato de nuestro paso por Liébana y alrededores buscando miradores que, aunque los hay específicos, casi cualquier punto en el que te plantes y pasees tu vista por alrededor te das cuenta que todos podrían tener categoría de mirador. 

Resumen de los puntos visitados:
  • Mirador de Santa Catalina.
  • Bejes.
  • Pozas termales.
  • Iglesia de Santa María de Lebeña.
  • Mirador de Liébana.
  • Iglesia de Santa María de Piasca.
  • Mirador de Peñallana (Ferrata Socastillo).
  • Mirador del San Glorio ( del corzo).
  • Mirador de Llesba ( del oso).
  • Riaño
Por si quieres echar un vistazo a las excursiones que hicimos en esos días por Liébana: