jueves, 8 de octubre de 2015

PEÑA LUSA Y ALTO DE IMUNIA

Otro fin de semana que aprovechamos para airearnos por la montaña. En esta ocasión decidimos subir al alto de Imunia y a Peña Lusa desde el Portillo de la Sia, paso de montaña este, que comunica el Valle del Asón en Cantabria con el Valle de Trueba en Burgos. El pasado marzo estuvimos en este puerto con una interesante nevada (os lo conté aquí), cuando hicimos una excursión por los miradores del Asón, y ya pensamos en la posibilidad de hacer esta ruta cuando no hubiera nieve.
Empezamos siguiendo la pista del parque eólico ( los molinos de la derecha, si miramos para Burgos).

Al finalizar esta, vemos que sigue un sendero muy claro hacia el Alto de Imunia:

Tras una subida por un camino herboso y superando un pequeño cortado llegamos a Imunia (1535m.), con un paisaje un tanto sobrecogedor. Me recuerda a un cementerio (los hoyos son restos de trincheras, con lo cual pienso que algún muerto habrá quedado en esas tierras):
En realidad son jitos gigantes que debido a la abundancia de rocas tipo pizarra, son muy fáciles de levantar y que se mantengan.:
Yo no pude resistir la tentación de participar en la construcción de semejantes obras (en los normales, los pequeñitos, siempre pongo mi piedrita):

Continuamos nuestra marcha ahora un poco hacia el norte. Vemos Castro Valnera, la cumbre más alta de las montañas pasiegas, como os contaba aquí, a la cual subimos hace un par de semanas.

Nosotros continuamos por la cumbre, siempre teniendo de frente la Peña Lusa y un poco más a la izquierda el Picón del Fraile con la gran bola:
Así llegamos a un punto donde yo pensaba que era imposible continuar. A nuestros pies el Collado de Tramasquera (1400 m.). Una bajada casi en vertical (por lo menos a mí me lo pareció) y casi inexpugnable, jajaja. Pero ahí estaba el hombretón encontrando las marcas verdes para ir bajando. En algún punto había que sentar el culo y bajar casi a tientas, bueno, eso yo, que seré un poco torpe. Eso sí, yo perfectamente mimetizada con el entorno:

Esto es lo que acabábamos de bajar, visto desde la otra parte:
Ahora tocaba volver a subir. La rabia que da volver a subir lo que habíamos bajado... Aquí justo comimos, pero enseguida seguimos.
Teníamos que ir ladeando varias formaciones calcáreas (pedazos de montañas diría yo) siempre pensando que tenía que estar cerca la subida a la Peña. Nos cruzamos con varias vacas (como las rodeadas por el circulito amarillo) en sentido contrario y en algún momento me parecía imposible que pudiéramos pasar por donde las veíamos a ellas. Pues sí. Pasábamos. Como dos campeones.

Hacia la parte de Burgos se veía un bosque de hayas que descendía hasta la carretera de Lunada:

Continuamos subiendo, bordeando otra pared, por la que no parecía posible subir a la cima. Vimos un collado, el Bustarejo, con un monolito en el centro:

Nos asomamos a la vertiente cántabra, con un gran hoyo. Continuamos por el borde de la pared hasta que ya vimos que no había forma de subir a la cima, hasta el Collado de las Escalerucas, por encima del Becerril. Desde allí las vistas del valle de Soba son maravillosas.

 En el camino, sobre las piedras, había marcas verdes, las seguimos hasta que ya vimos que no había manera de subir al alto y nos dimos cuenta que las marcas seguían como en dirección al Pico del Fraile o hacia abajo, hacia la carretera, así que nos volvimos con la sensación de que no habíamos encontrado la subida, todo era así:
Y para abajo, así:

Entonces nos encontramos con 3 chicos que subían corriendo, sí, sí, corriendo (juventud, divino tesoro) y les preguntamos. Uno de ellos bajó con nosotros hasta encontrar la subida, no estaba fácil, hasta él, que conocía muy bien la zona y que acababa de bajar, dudaba!!! Pero la encontró y para arriba, pero, al principio, de esta manera:

Enseguida la subida se hizo más herbosa (no sé qué prefiero):
Llegando casi arriba encontramos una flecha roja muy "clarita":
Y por fin, arriba, hicimos cumbre. A estas alturas satisfecha y orgullosa de mí misma:

Ahora tocaba bajar, con sus dificultades propias:
Desanduvimos el camino, mucho más rápido que para subir. Las vacas que nos encontramos primero pacían plácidamente en una "llanura" de rica "hierba", justo antes de llegar al Collado Tramasquera :

Y ahora había que afrontar aquello que no podía quitar de mi cabeza: subir aquella pared. Mi marido decía que iba a ser mucho más fácil subir que bajar y tenía razón, nada que ver, en 10 minutos estábamos arriba:

Mirando hacia atrás, con la peña allá arriba y las vacas tan tranquilas:
Ahora tocaba ir en dirección a Imunia, la montaña del mordisco, pero sin llegar al alto tomamos un sendero en dirección a los molinos:

Así terminamos la ruta, ya bastante tarde, porque, en realidad, anduvimos más de lo previsto, lo cual a estas alturas, me alegra, puesto que las vistas desde el final de nuestro caminar, estuvieron muy bien. Acabé muy cansada, pensando que era la más dura de las últimas que habíamos hecho. Mi marido decía que no, que yo no tendría buen día. Y tenía razón (jooo, otra vez), porque no me han dolido nada las piernas. O a lo mejor es que estoy en buena forma, no?

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