Y llegó el momento del aperitivo, que nos lo teníamos ganado. Por esta zona del casco viejo lo difícil es decidir en que bar entrar porque todos están llenos de pinchos, con una vista ...uuuhhhmmm. A esa hora ya había gente en todos, pero muuuucha gente, no sé si será así siempre entre semana o es porque eran días de Navidad. Entramos en la taberna Aralar:
Desde aquí nos fuimos al coche para ir a recoger a la chiquilla y comer con ella. Al volver a buscar el coche y pasar por el puente pudimos fijarnos en el teatro Victoria Eugenia, junto al hotel María Cristina, donde antes se celebraba el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, edificio de estilo neo-plateresco, con una sala principal de 910 localidades y varias salas polivalentes más, dotado de los más modernos equipamientos sin perder su encanto original:
Cogimos el coche y salimos de la ciudad, nos llevó su rato. Recogimos a Elia y comimos allí mismo, un menú del día, bien, sin más. Ella volvió a la empresa y nosotros a San Sebastián. Había que subir al monte Urgull. Las vistas son parecidas a las que recuerdo del Monte Igueldo pero la subida es más bonita y ... costosa, jajaja.
Se sube desde el puerto por unas escaleras y después por un sendero, llegando al Castillo de la Mota, con la imponente figura del Sagrado Corazón en lo más alto.
Según vas subiendo, con unas maravillosas vistas sobre la ciudad y la bahía de la Concha, pasando por las llamadas Baterias de Santiago o de la Reina y la de Santa Clara, te vas dando cuenta de la importancia que históricamente ha tenido este enclave en cuanto a la defensa de la ciudad: por aquí entraron los franceses en varias ocasiones. El 31 de agosto de 1813 tuvo lugar una gran batalla en la que soldados ingleses ayudaron a los españoles a derrotar a las tropas de Napoleón. Tras la batalla, la ciudad quedó echa cenizas, sólo se libró del incendio una calle, que hoy se llama 31 de Agosto. A lo largo de la subida todavía se pueden ver restos de la muralla medieval con algunos cañones. También está el Cementerio de los Ingleses, que no vimos, qué rabia, tengo que volver.
Cuando llegas arriba, entiendes que la subidita ha merecido la pena:
Y ¿cómo no?, asistimos a un precioso atardecer, por detrás del Monte Igueldo.
Volvimos al puerto, con el Aquarium al fondo:
Recogimos a Elia y nos fuimos al hotel. Muy bien. Descansamos un momento y nos volvimos a la calle. Anduvimos un poco por el paseo de la Concha, el Ayuntamiento, pero hacía mucho frío!!!
Detalle de la famosa barandilla de la Concha, con el Ayuntamiento, el puerto y el Sagrado Corazón iluminados al fondo. Ah!!! y mis chicos con un frío....
Nos llegamos hasta la parte del río, para que la niña viera el emblemático Kursaal. Cenamos también a base de pinchos en el casco viejo. No recuerdo como se llamaba en el que estuvimos, pero como tenían todos muy buena pinta y conseguimos sentarnos en una mesa, sólo estuvimos en aquel. Muy bien también. Y ya nos fuimos a dormir, que ella tenía que trabajar al día siguiente.
Por la mañana, cuando nos levantamos, que nosotros no madrugamos, buscamos una pastelería para desayunar, justo detrás del hotel, y a turistear!!!
Mi primera sorpresa fue al acercarnos a la playa y ver que tenía ¡¡¡ESCARCHA!!! nunca antes lo había visto. Eran las 11 de la mañana y había 0-1ºC y buen sol.
Lo primero nos fuimos a ver el famoso Peine del Viento, de Chillida, compuesto por 3 esculturas de acero de 10 Tm. cada una, creadas por su autor con la intención de que "el viento entrara peinado en la ciudad". Está al final de la playa de Ondarreta, debajo del Monte Igueldo, en un extremo de la Bahía de la Concha. En el entorno crearon también unas salidas de aire y agua, unos agujeros en el suelo, por donde pueden salir chorros de agua a gran altura, nosotros sólo sentimos el aire y el ruido que hace con las olas:
Paseando por el borde de la playa, volvimos hasta el Palacio de Miramar, cerca de donde teníamos el hotel. Me encantó. Está rodeado por un amplio parque, que en esta época no tiene flores, pero se ve muy cuidado. El parque está abierto al público pero el palacio sólo en determinadas ocasiones. Fue mandado construir por la Reina María Cristina tras enviudar de Alfonso XII ante la necesidad de una casa de veraneo en la ciudad y es de estilo totalmente inglés con adornos neogóticos. El exterior y ciertas zonas nobles permanecen como en sus orígenes, pero el resto del edificio ha sido reformado sucesivamente por el Ayuntamiento, actual propietario, para hacerlo más funcional. Es la sede de los cursos de verano de la Universidad del País Vasco y del Centro Superior de Música. En sus jardines se celebran fiestas relacionadas con el Festival de Cine de San Sebastián. El palacio es muy vistoso, con su ladrillo visto rojo y su torre octogonal:
También tiene algo raro, permite la levitación... o es que el amigo estaba contento, no sé muy bien como fue la cosa (mención especial para la fotógrafa que pilló el momento jajaja):
Y las vistas sobre la Bahía de la Concha.... ESPECTACULARES!!!
Detalle de las vistas desde el Palacio de Miramar: Montes Igueldo y Urgull, isla Santa Clara y bahía de la Concha.
Bajamos por un sendero hasta un mirador que separa las playas de la Concha y Ondarreta y desde aquí otra vez al paseo de la Concha. Caminando, pudimos disfrutar de la playa de la Concha, bonita playa, aunque, permitirme la licencia, no llega a la belleza de nuestra playa del Sardinero, los que conozcáis las dos me daréis la razón. Pasamos por el Ayuntamiento, construido en su momento como casino, y sus jardines, eso sí, sin flores:
Y con la misma, al Museo de San Telmo, en el Casco viejo, cerca de la Basílica de Santa María, en la falda del monte Urgull. Dedicado a la cultura e historia vascas, está, actualmente, ubicado en un convento dominico del siglo XVI, con un edificio añadido posteriormente.
Tiene muchas salas con diferentes elementos (más de 26.000), algunos muy curiosos y otros muy "raros" como este superhéroe subido en un extraño caballo (qué ignorante me siento!!!):
También había una sala con momentos para el recuerdo: un seat 600, un sancheski, ...
También vimos el bonito claustro, pero lo que me encantó fue la iglesia con el mural de tela de Josep María Sert cubriendo las paredes frontal y laterales, en un espacio que actualmente se utiliza como salón de actos y donde se exhiben proyecciones periódicas de imágenes. Son 11 lienzos con escenas sobre la vida y la historia guipuzcoana:
También me gustó mucho la planta dedicada a la pintura antigua tanto española como europea:
Hora de comer. Habíamos decidido no comer con Elia, ya que tendría que venir ella a buscarnos porque tenía el coche y perdería mucho tiempo, por lo cual nos quedamos en el casco viejo. La idea era comer en el restaurante La Fábrica pero estaba completo y en vista de que la cosa parecía complicada buscamos el bar Sport (llevábamos una lista de aconsejados) . Allí sentaditos (cuando pudimos, ole ole, que no era fácil), comimos varios pinchos y raciones. El foie a la plancha EXQUISITO!!!, de hecho repetimos, pero el txangurro gratinado me defraudó.
Y después había que bajarlo. Pues a caminar por el Paseo Nuevo. Bordea el Monte Urgull, empezamos desde el puente del Kursaal y acabamos en el Aquarium y el puerto. Aún se pueden ver los estragos del último temporal, allí el Cantábrico azota con fuerza.
Al final del paseo está la escultura de Jorge Oteiza "Construcción Vacía", que representa una ventana abierta al mar. Está justo en el otro extremo de la bahía, enfrente del Peine del Viento. Todo muy moderno, pero... (ignorancia, lo sé):
Después de estar un rato sentados con la bahía ante nuestros ojos, nos fuimos a ver la Catedral del Buen Pastor, no sin antes comerme un rico pastel. Debido a la cercanía con Francia, hay pastelerías con verdaderas exquisiteces, un regalo para la vista y el gusto, doy fe, que no sólo de pinchos vive el hombre!!!
Bueno, pues de la catedral tengo que decir que me produjo una extraña sensación: por fuera me encantó, de estilo neogótico, con una torre-aguja de 75 m. de altura que le da aspecto de verticalidad:
Las gárgolas y sobre todo las vidrieras también destacan.
Estas últimas se aprecian sobre todo en su interior, con dos grandes rosetones y con ventanas dobles en la planta de arriba y triples en la parte de abajo:
Por dentro, a pesar de las vidrieras (y de que es una catedral austera), me pareció muy oscura, lúgubre, me daba como miedo.
Pero por fuera me pareció muy elegante y estilizada:
Ya de noche la niña nos recogió en la misma plaza del Buen Pastor y así acabó nuestra visita a esta ciudad que rezuma elegancia por los cuatro costados y que me ha resultado fácil de ver, de entender, con una distribución clara y ordenada, me sentí orientada en todo momento, que no siempre me ocurre. Espero poder volver.
Qué pena no haber podido disfrutar de estas vistas. Lo que más me ha gustado son las vistas desde lo alto del Monte... aunque esta última catedral está muy bonita iluminada por la noche. Algún paisano me dijo que le gustaba mucho más Santander... pero yo creo que San Sebastián tiene un estilo más homogéneo y está todo bastante cuidado. ¿Qué pensáis?
ResponderEliminar¿me puedes recomendar algún hotel? ¿en cuál os alojasteis? ¿lo recomiendas? gracias.
ResponderEliminarNosotros nos quedamos en el hotel Codina, de 3*. Sin grandes lujos pero muy bien. Lo recomiendo totalmente. Estaba cerca del Palacio de Miramar. Mi hija se quedó en el hotel Barceló Costa Vasca, a ella se lo reservaron desde su empresa y cuando nosotros decidimos ir ya estaba completo. Este era de 4*, con parking privado, más minimalista y con muy buen desayuno según ella!!! Un poco más caro pero también muy recomendable. Espero haberte ayudado. Muchas gracias por leer mis cosas.
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